DREAMSTIME / EXPANSION
No hace falta ser jefe para ser realmente carismático.
Aunque no es fácil, puede estar al alcance de cualquiera que no sea un gran
líder. Los profesionales 'de a pie' pueden tener carisma y ser importantes en
su trabajo.
Si busca ser influyente en su trabajo sin obsesionarse con
ser insustituible... Si pretende dejar de pasar desapercibido y llamar la
atención o generar un interés e impactar por lo que es y por lo que hace...
Tendrá que aportar valor, generar capacidad de cambio en los demás y dejar una
huella perdurable; ser un modelo a seguir y marcar tendencias. No tiene que ser
famoso para lograrlo, ni ser jefe. Un profesional de a pie puede tener carisma.
Pero para hablar del carisma de la gente normal hay que desmontar algunos
mitos: Peter Drucker solía decir que "el liderazgo efectivo no depende del
carisma". Aseguraba que "Dwight Eisenhower, George Marshall y Harry
Truman fueron líderes singularmente efectivos, pero ninguno poseía más carisma
que una caballa muerta".
En el entorno profesional hay farsantes que pueden dar la
imagen de superexpertos y carismáticos usando técnicas de márketing que generan
una aureola de experiencia que probablemente no tienen, pero que los impulsan.
Aunque toda esa visibilidad aparente suele ser efímera.
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, está
convencido de que un profesional corriente puede tener carisma, y asegura que
éste "se puede cocinar, porque no es algo mágico ni místico. Igual que
ocurre con una buena receta de lentejas, requiere manejar unas cuantas
variables de forma adecuada. Coherencia, atención a quien se dirige a nosotros,
sentido del humor, una cierta elegancia, habilidades sociales... Estos
ingredientes pueden ser más o menos difíciles de adquirir, pero no dejan de ser
hábitos y habilidades al alcance de cualquiera si se le dedica tiempo y
práctica. Algunos lo han vivido en su entorno y otros no. La recomendación para
el empleado normal es que encuentre ejemplos y empiece hoy a actuar 'como
si...' hasta que forme parte de uno mismo".
Cualquiera es capaz de trabajar
el carisma, que no es algo místico
ni mágico, ya que se puede
'cocinar'
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, coincide en que
cualquiera puede trabajar el carisma. Y añade algunas características
personales que pueden facilitar que cualquiera lo tenga: para empezar,
considera carismático a quien equilibra la seguridad personal y muestra
vulnerabilidad; al que resulta cercano y humano; al que es honesto (dice lo que
piensa y lo que siente siendo consistente y coherente); a quien tiene
habilidades y talento y es decidido y con iniciativa.
Peñalver relaciona el carisma con la capacidad especial para
atraer, fascinar o cautivar, y asegura que se trata de una habilidad social:
"El carismático tiene más facilidad para influir o impactar, y esto es
algo deseable en el trabajo, seas o no directivo".
Carlos Rebate, autor de El antídoto, también coincide en que
el carisma es la cualidad que tiene una persona para atraer a los demás, y se
muestra convencido de que tiene que ver con "dejar huella".
Todo esto se relaciona con la búsqueda de la singularidad.
Rebate asegura que "las personas singulares estimulan nuestra curiosidad,
y la curiosidad es un magnífico imán. Ser singular significa aportar un valor
especial y genuino a un público que no tiene necesariamente por qué ser
grande".
Rebate añade que el carisma singular "se convertirá en
una técnica de supervivencia profesional en la próxima década. Si uno no es
especial ni está centrado en un nicho de difícil automatización, probablemente
gran parte de lo que podría ser su trabajo desaparecerá. Debemos tomarnos en
serio nuestra singularidad o, lo que es lo mismo, nuestra área de genialidad,
porque, como dice Gay Kawasaki, o somos diferentes, o somos baratos".
Rebate insiste en que "necesitamos ser singulares, y
para lograrlo podemos usar herramientas como la polimatía -la búsqueda en la
intersección entre áreas de conocimiento o disciplinas que dominemos-, o la
búsqueda de lo que los japoneses llaman ikigai, que es la intersección en la
que convergen nuestra pasión, misión, profesión y vocación. Es la poderosa
razón que nos lleva a levantarnos de la cama cada mañana".
Debemos tomarnos en serio nuestra
singularidad
(nuestra área de genialidad) y
ser diferentes
Andrés Pérez añade otra recomendación: "Hay que dejar
de pensar que el carisma es algo con lo que se nace". Asegura que es una
capacidad especial de algunas personas para atraer o fascinar que tiene que ver
con conseguir que los otros quieran hacer lo que uno quiere que hagan. Se
parece mucho a lo que denominamos marca personal". Pérez se pregunta si
está al alcance de un operario o de un mando intermedio, o se trata de algo
propio del Dalai Lama o de Bill Clinton. Y responde que "el carisma no
tiene nada que ver con los genes ni con la suerte. Al igual que todas las
habilidades, puede mejorarse con la práctica aunque, si se despieza, pierde
algo o todo su misterio". El experto sugiere estudiar los elementos de
carisma y convertirlos en un hábito.
Además, se muestra convencido de que "el carismático
confía en él. Una persona a la que consideramos carismática transmite tanta
confianza en sí misma que atrae la atención de quienes le rodean. Quizá no es que
los directivos o los personajes importantes tengan un toque divino. Más bien
están tan pagados de sí mismos, que acabamos percibiéndolos como mejores que el
resto". La recomendación de Pérez es que debemos querernos mucho más.
Concluye que "el carismático sabe tocar la fibra
sensible. En tiempos en los que los sentimientos y lo emocional están por
encima de lo racional, el carismático sabe qué teclas hay que tocar para mover
el corazón más que el cerebro. Por eso el científico, el técnico, el contable o
el jefe de compras parecen menos carismáticos que el directivo que habla de
valores, de visión o de defender una causa. Conviene que dejemos de mirarnos el
ombligo y que empecemos a interesarnos por las cosas que mueven y preocupan a
los demás".
Generar nueva
influencia
Aunque parece complicado, es posible que usted genere una
nueva influencia en su trabajo o en su empresa:
- Lo
que importa es su capacidad para generar resultados, y no sólo la
habilidad para transmitir la impresión de que puede conseguirlos.
- Si
quiere que los demás hablen bien de usted, ofrezca pruebas de que ha hecho
o puede hacer lo que asegura.
- La
visibilidad personal no puede estar por encima de su realidad profesional
y de la relevancia apoyada en hechos.
- Se
trata de autenticidad: que se piense en usted cuando haya una necesidad
alineada con el tema que domina y el propósito que sostiene.
- La
fórmula de la autoridad es la suma de ser útil, fiable y visible. Que los
demás nos asocien con una serie de cualidades, valor, valores y credibilidad.
Cuando alguien alcanza ese nivel de prestigio es más fácil que sea tenido
en cuenta.
Use tácticas verbales
Por si le sirven algunos consejos profesionales para ser
carismático en su trabajo, puede utilizar los consejos que ofrece un estudio de
la Universidad de Lausana, basándose en las tácticas usadas por los líderes:
- Utilice
metáforas para simplificar sus mensajes, para agitar las emociones,
invocar significados simbólicos y ayudar a los demás a recordar.
- Haga
uso de historias y anécdotas para hacer que los mensajes sean
comprensibles y memorables, y para fomentar la identificación con los
protagonistas.
- Resulta
útil la articulación de convicciones morales y sentimientos compartidos
para demostrar la alineación con los seguidores.
- Utilice
recursos retóricos, incluidos los contrastes para enmarcar y enfocar los
mensajes, que den una impresión de integridad. Plantee preguntas retóricas
para crear anticipación y acertijos que requieren una respuesta o
solución.
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