"El mandarín igual le va a servir, porque hoy la
principal fuerza inversora en África es China, y este es por ahora un factor de
estabilización en esa región", explica a LA NACION el politólogo Andrés
Malamud. De hecho, la dispersión de idiomas es tan grande (hay más de 2000
lenguas) que los más hablados son el inglés y el francés, y es el continente
con mayor proporción de políglotas del mundo.
A nivel económico, la proyección de "África
potencia" -postemergencia china- se apalanca en varios factores. Uno de
los principales es el demográfico: cuatro de cada diez habitantes del planeta
serán africanos a fin de este siglo, según proyecciones de las Naciones Unidas.
En un mundo cada vez más adulto (para 2050 habrá más de 50 países con un tercio
de su población mayor a 60 años, entre ellos, todos los de Europa, Japón,
Estados Unidos, China y la Argentina), las altas tasas de natalidad africanas
garantizan los que los economista llaman un "bono demográfico" que se
extenderá por el resto del siglo en esa región. Y el abaratamiento de la
tecnología -que tiene ciclos cada vez más cortos- multiplica los "saltos
de rana": semanas atrás en Sudáfrica se lanzó el acceso a la conectividad
5G, a través de la empresa Rain; el continente ya fabrica celulares de última
generación (con todas su piezas creadas allí) y posee 643 centros de innovación
y alta tecnología, según un reciente reporte de la consultora Briter Bridges.
Este nuevo "T.E.G." (por el mapa del juego Táctica
y Estrategia de Guerra) de la innovación tuvo un impulso dos semanas atrás,
cuando el CEO de Twitter, Jack Dorsey, anunció que en 2020 se piensa instalar
en África al menos seis meses. "Creo que África va a definir el futuro,
especialmente del Bitcoin", escribió Dorsey en su plataforma. El
multimillonario viene haciendo fuertes inversiones en criptomonedas y es un
impulsor de estas tecnologías. Dorsey aún no definió en qué países de
instalará, pero trascendió que uno de ellos será Nigeria. En la ciudad
nigeriana de Lagos, Twitter tiene varios proyectos en conjunto con
emprendedores locales. Y allí reside el economista Ngozi Okonjo-Iweala,
exdirector ejecutivo del Banco Mundial y actual miembro del directorio de la
plataforma del pájaro azul.
Ramesh Srinivasan es un profesor de la UCLA y autor del
libro Más allá del Valle (MIT Press), un ensayo muy crítico sobre el diseño de
la innovación en Silicon Valley que, según su visión, está centrado en
maximizar renta de las grandes firmas de tecnología (con sus consiguientes
consecuencias negativas sobre el bienestar digital y el hiperconsumo) y no en
resolver problemas reales. Srinivasan cree que esto sí está sucediendo en lo
que él llama "el Sur Global", que incluye también a América Latina y
el sur de Asia, pero cuya estrella indiscutida hoy es África.
"Las conversaciones hoy sobre la nueva economía por lo
general se estancan en un patrón binario, entre la utopía de un mundo
hipereficiente y conectado, y la distopía de democracias debilitadas. Creo que
hay una tercera vía subestimada, que tiene que ver con cómo este 'Sur Global'
está experimentando con la tecnología. Es, al fin y al cabo, donde la mayor
parte de usuarios de redes sociales hoy vive, y donde los negocios vinculados a
Internet están mostrando las tasas más elevadas de crecimiento", sostiene
Srinivasan.
Mapa desconocido
Aunque el vínculo comercial más obvio de la Argentina tiene
que ver con una población enorme a la cual venderle alimentos (Argelia ya está
novena en el ranking de destinos para exportaciones locales), hay un flujo
creciente de emprendedores que están apuntando a esta región con productos de
tecnología, vinos, fintech, publicidad, agroquímicos y otros rubros variados.
El común denominador de estas historias está en las muy
elevadas barreras para ingresar (por la falta de infraestructura, debilidad
institucional para contratos, fragmentación cultural, prejuicios, etcétera)
pero también en la muy alta recompensa si el negocio en cuestión consigue
avanzar.
En junio de 2014, cuando los argentinos que volaban vía San
Pablo se bajaban allí para ver el Mundial de Fútbol en Brasil, el abogado Juan
Ponelli continuaba un largo viaje hasta Kigali, en Ruanda. "África se va a
convertir en el continente más poblado en los próximos 20 años, y se trata de
una población joven. Las economías vienen creciendo sostenidamente desde hace
una década y, si bien parten desde una base baja, superarán a América Latina en
términos de oportunidades en los próximos diez años", cuenta Ponellil
desde Kigali, jefe de estrategia de la empresa argentina Positivo BGH. La firma
eligió Ruanda para expandir sus negocios porque está dentro del EAC (East
Africa Community) que conforma un área aduanera especial con el Mercosur que da
acceso a los mercados de Kenia (el cuarto más grande del continente), Uganda y
Tanzania.
"No hay que pensar a África como un solo país; son 54
países y cada uno tiene sus características particulares. Un empresario chino
con el que hablé hace poco me dijo que el contexto actual de negocios le hace
acordar al de su país hace tres décadas: es solo una cuestión de tiempo para
que explote", afirma Ponelli.
¿Cuáles son los preconceptos que hay entre emprendedores
argentinos?
"Básicamente: todos", explica ahora Giselle Llanes, una
emprendedora del sector agrícola que llegó a Angola a fines de 2013 y se quedó
en África a traccionar distintos proyectos. "Una vez eliminados estos
prejuicios es más fácil entrar en estos mercados. Se los subestima mucho a los
africanos. Hay que eliminar la mirada paternalista que se tiene hacia ellos de
una vez por todas".
Para Llanes, las nuevas generaciones del continente más
joven del mundo tienen "otra cabeza", completamente distinta a las de
las generaciones de las décadas previas. "Son los políticos, innovadores y
emprendedores que se vienen. Depende de cada país, el rango de explosión
económica lo veo de acá a entre 10 y 15 años".
Por constituir un sistema complejo, hay pocos vectores de
futuro tan difíciles de predecir como el geopolítico. "Los países que
toman la delantera son los más inesperados", dice Malamud, para quien el
"sur global" y sus patrones de crecimiento forman parte de un marco
general de "desorden que llegó para quedarse", en un mundo donde se
desvanecen la bipolaridad o unipolaridad robustas que rigieron en el siglo
anterior.
El creativo Nicolás Pimentel suele remarcar que la
generación X tiene grabado a fuego en su ADN la idea de que "salimos de un
puerto de reglas claras, estamos navegando un mar sin reglas y con
inestabilidad alta, pero en algún momento llegaremos a un puerto donde haya
nuevamente reglas -tal vez otras-, aunque estables otra vez". Y esto no va
a pasar, porque las olas de cambio continuarán siendo cada vez más altas.
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