La economía de las
narrativas, un terreno aún poco explorado / Crédito: Shutterstock
Poca gente leyó o escuchó hablar del "algoritmo de
firma digital de curva elíptica" (o Ecdsa, según sus siglas en inglés). De
hecho, parece uno de esos conceptos que hay que memorizar en la facultad para
escribirlo en un examen, algo aburrido en extremo. A tal punto que, aunque se
trata de una herramienta criptográfica creada en 1977, los buscadores de
publicaciones académicas y periodísticas registran desde ese entonces (hace más
de 40 años) menos de 30
El Ecdsa es lo que define la propiedad individual de una
persona sobre un bitcoin, y la barrera criptográfica que hace muy difícil
robarlo. La criptomoneda, sin embargo, es algo más popular que su algoritmo de
base: aparece en millones de historias desde su creación, diez años atrás. Para
el premio Nobel de Economía Robert Shiller, la asimetría en cuanto a captación
de atención se explica en buena medida gracias a un relato infinitamente más
atrapante, en el segundo caso.
La historia del bitcoin, la más popular de las
criptomonedas, incluye un origen misterioso -nunca se conoció la identidad de
su ideólogo, Satoshi Nakamoto-, otorga un sentido de pertenencia a una sociedad
moderna y cosmopolita y contiene una buena dosis de rebeldía y manifiesto
anárquico contra la burocracia, los Estados, los grandes bancos y el statu
quo en general. En el medio, el atractivo de las sagas de personas que
se volvieron multimillonarias de la noche a la mañana, presente en todos los
episodios históricos de burbujas en mercados de distintos activos.
Para Shiller, la historia del bitcoin es muy nutritiva para
alimentar un nuevo campo de estudio de la economía, al que sugiere prestarle
atención en su reciente libro Narrative Economics, donde investiga
"cómo algunas historias se vuelven virales y definen grandes fenómenos
económicos" con las burbujas, las debacles bursátiles, las subas y bajas
del mercado inmobiliario, el sentimiento social hacia los impuestos, la
desigualdad, el emprendedorismo y otras variables que la economía estudia desde
diferentes ángulos, pero no desde los relatos que las modelan. El libro de
Shiller fue publicado en Estados Unidos dos meses atrás y se basa en una idea
original que desarrolló en 2017 en un discurso de la Asociación Americana de
Economía.
Las historias siempre tuvieron un rol protagónico en grandes
eventos económicos, sostiene el autor, pero en los últimos años con las redes
sociales y la facilidad de viralización multiplicaron su capacidad de impacto y
también las posibilidades académicas de medirlas de alguna manera y estudiarlas
más en detalle.
El tema, aclara, no es completamente nuevo y hay grandes
teóricos de la ciencia sombría que analizaron la anatomía de los relatos para
formular predicciones que terminaron verificándose en la realidad.
En su libro de 1919 Las consecuencias económicas de
la paz, el entonces profesor de Cambridge John Maynard Keynes predijo
que Alemania iba a quedar seriamente resentida por las pesadas reparaciones
exigidas en el Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial. Keynes
entendió que el acuerdo iba a ser impagable y que esta situación iba a forzar
un relato de resentimiento en la sociedad que, eventualmente, sería el caldo de
cultivo para el advenimiento de Adolf Hitler y la Segunda Guerra.
Primeros capítulos
La "economía de las narrativas" es un territorio aún
muy poco explorado por la academia. Además de Shiller, el economista Matthew
Gentzkow (ganador de la medalla Clark que premia a investigador de esta
disciplina más brillante sub-40 en los Estados Unidos) viene estudiando el
impacto de las noticias falsas. En la Argentina, Daniel Aromí desde el IIEP
analiza cómo las historias que se forman en los medios contribuyen a moldear
expectativas, y en Exactas de la UBA Pablo Balenzuela trabaja investigando
difusión de noticias y aplicando algoritmos de lenguaje natural sobre ellas.
Para el divulgador estrella Yuval Harari, el éxito de la especie humana se basó
en principal medida en nuestra capacidad de hablar sobre cosas inventadas. La
ficción, explica el historiador israelí, permite fundar mitos colectivos que luego
ayudan a la cooperación entre extraños.
Como campo nuevo, la economía de las narrativas padece
debilidades teóricas similares a otras líneas relativamente recientes, como la
economía del comportamiento, la cruza entre economía y psicología. En ambos casos,
por ejemplo, es muy difícil pensar en modelos predictivos, porque hay
"efectos" que operan en direcciones opuestas.
El economista de la UBA y de Udesa Daniel Heymann suele
señalar que en economía del comportamiento hay un sesgo bien estudiado que promueve
las posturas conservadoras (la "aversión a la pérdida") y otro que
motiva la reacción contraria, de mayor audacia: el "exceso de
autoconfianza". A posteriori, cualquier hecho económico puede
ser explicado por uno de estos dos sesgos, pero es muy difícil -si no
imposible- saber cuál va a primar ex ante.
Y con las narrativas sucede algo similar. La historia que
cuenta Shiller sobre el bitcoin es la que suele predominar entre los
economistas (que tienden a ser escépticos con el criptomundo): que fue una narrativa cool lo
que aceleró una profecía autocumplida que permitió que el valor total de los
bitcoins llegara en su momento a tocar un techo de 300.000 millones de dólares.
Del otro lado, en el ambiente de criptoactivos, se sostiene
que hay una revolución tecnológica con base real y que hoy el relato -de
economistas como Roubini, Krugman, etcétera, y de medios como The
Economist- es lo que impide que lleguen los fondos institucionales a
comprar bitcoins, con lo cual su valor se multiplicaría. En cualquiera de las
dos visiones, el protagonismo de las historias que se imponen es innegable y
determinante.
Y al igual que con la economía conductual, el estudio de
narrativas se parece mucho en esta etapa emergente a un fenómeno que podría
llamarse "economistas descubriendo cosas". En el primer caso,
sorprendiéndose con fenómenos que hace décadas ya viene estudiando la
psicología experimental (y al que hasta llegaron antes el management con la
teoría de la decisión y el marketing) y sumando solo consistencia teórica
dentro de la economía. En el caso de las narrativas, corriendo el velo sobre
cuestiones en las que también los semiólogos y expertos en comunicación ya
tienen infinitos kilómetros de rodaje.
Shiller es consciente de este punto y en el capítulo 2 de su
nuevo libro propone "Una aventura en la consiliencia". Se trata de un
término de filosofía de la ciencia, acuñado en 1840 por William Whewell y
popularizado en 1994 por el biólogo Edward Wilson, que alude a "unidades
de conocimiento" presentes en distintas disciplinas (en particular, Wilson
analiza las unidades que cruzan a ciencias duras y humanidades).
El de las "narrativas" es un caso que llega a la
economía algo más tarde que a otros terrenos. En esta década, según Shiller,
más del 25% de las publicaciones académicas sobre antropología o historia y
casi un 20% de las referidas a sociología y ciencias políticas incluyeron el
término "narrativa", contra menos del 5% de las publicaciones sobre
temas de economía y finanzas. En la disciplina de Adam Smith y Keynes, la
historia de la economía de las historias recién está en las primeras páginas,
en la presentación de personajes.
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