Los progresos en ingeniería aportan nuevos conocimientos sobre el
cerebro.
Los 'enlaces neuronales' abren nuevas posibilidades para
el tratamiento de enfermedades cerebrales y atraen a grandes inversores,
incluido Elon Musk, el fundador de Tesla.
En la serie de novelas de ciencia ficción La Cultura
de Iain M. Banks sobre el futuro de la sociedad, sus miembros tienen
"enlaces neuronales". Desarrollados a partir de una semilla
implantada en el cerebro en el momento del nacimiento, estas interfaces
hombre-máquina se conectan a la inteligencia artificial y acceden a "universos
de datos" de información. También pueden hacer una copia del cerebro al
morir, subirla a una nube y permitir así que sobreviva la consciencia del
portador.
Elon Musk, seguidor de la obra de Banks, se inspiró en estos
enlaces cuando ideó Neuralink, una empresa de investigación médica
que explora la frontera de la biotecnología. En una
presentación, Musk explicó que a finales de año comenzarán las pruebas de los
implantes de la compañía, cuyo fin es permitir la comunicación entre el
ordenador y el cerebro.
Mientras novelistas como Banks exploran las implicaciones de
la tecnología a través de la ciencia ficción, la neurociencia del mundo real
podría permitir que en unas décadas haya en el mercado dispositivos que
desafíen nuestro entendimiento de la humanidad y de las enfermedades.
Las pruebas con implantes de Neuralink,
creada por Elon Musk, arrancan
este año
A los profesionales médicos, no les importa tanto el
potencial que dispositivos como los que está desarrollando Neuralink tienen
para la comunicación hombre-máquina como para el tratamiento de diversas
enfermedades como la parálisis o los daños del sistema nervioso. George Malliaras,
un profesor de Tecnología de la Universidad de Cambridge, pone el ejemplo de un
dispositivo que se comunica con una máquina para ayudar a una persona a
hablar tras sufrir un derrame cerebral.
La bioelectrónica puede parecer algo nuevo, pero el marcapasos,
un dispositivo electrónico conectado al corazón que ayuda a regular los
latidos, es una tecnología madura desde los años 50, explica.
"Lo nuevo hoy en día es el énfasis en el cerebro",
señala Malliaras. El cerebro determina nuestra personalidad y quiénes somos,
explica, y plantea retos muy distintos para la privacidad y la seguridad que
dispositivos como los audífonos, que llevamos décadas utilizando.
El progreso en la ingeniería ha abierto una "era de
exploración", apunta Tim Denison, un profesor de Ingeniería Biomédica de
la Universidad de Oxford. Podría pasar una década hasta que dispositivos tan
complejos lleguen al mercado, pero los recientes progresos en ingeniería están
dando a los investigadores nuevos conocimientos sobre el cerebro.
Denison puso el ejemplo de un marcapasos cerebral
que se utiliza para combatir la epilepsia. El dispositivo recibió la
aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU en 2013, y
desde entonces ha dado a los neurocientíficos numerosos datos que les ayudan a
entender cómo funciona el cerebro.
Estos conocimientos, sumados a los progresos en la
miniaturización, la tecnología de baterías y la inteligencia artificial, abren
la posibilidad de crear dispositivos que puedan comunicarse con el cerebro y
ofrecer distintas formas de tratar numerosas enfermedades.
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