2- Cambio global. El fenómeno de esta economía
está generando cambios en la estructura productiva y en la valorización de las
empresas a nivel mundial, desde hace ya tiempo. En la cotidianeidad, accedemos
como usuarios a los servicios de compañías que son dominantes en sus
respectivos rubros y que, en realidad, no poseen bienes. Ejemplo: la compañía
más grande de turismo no posee hoteles; las más grandes de traslado aéreo no
poseen un solo avión; una de las compañías más valorizadas de automóviles no
posee un solo auto, y las firmas que se dedican exclusivamente al comercio por
internet no tienen stocks. Para dimensionar el avance, podemos destacar que, en
la última década, las acciones que lideraron los índices bursátiles mundiales
cambiaron sus tendencias notoriamente. En 2008, entre las acciones líderes del
mercado se encontraban compañías como Petrochina, Exxon Mobile, General
Electric y ICBC; había solo una, en el top ten, dedicada a tareas
de generación de conocimiento (Microsoft). Esa ecuación se revirtió y hoy las
empresas de este tipo son el 50% de las que están en el top ten: Apple,
Alphabet (Google), Microsoft, Amazon y Facebook.
3- En la Argentina. Según números publicados en
un informe de la compañía Accenture, lo que produce la economía del
conocimiento en la Argentina equivale al 22% del PBI. Es un valor que se
considera bajo cuando se lo compara con los de países desarrollados como los
Estados Unidos (37%), Japón (32%) u Holanda (30%). En la competencia mundial
por atraer y radicar clústers de servicios basados en el
conocimiento, nuestro país se encuentra estancado: entre 2012 y 2017, el crecimiento
medio internacional se ubicó en torno al 7%, mientras que en la Argentina fue
de solo 0,6%. Al cierre de 2018 esta industria tenía 435.000 empleados en
empresas privadas, 500.000 empleos independientes, una masa salarial de US$9300
millones y exportaciones por US$6000 millones (el 8,5% del total de
exportaciones), lo que dejó un superávit externo de US$ 2700 millones.
4- La normativa. El Régimen de Promoción de la
Economía del Conocimiento, que fue reglamentado en octubre pasado, abarca a los
sectores del software y de contenido audiovisual, a la industria 4.0 y a la
biotecnología. En primer lugar, se otorga una reducción de las contribuciones
patronales; además, se permite que los exportadores que hayan abonado impuestos
en el país al que exportaron puedan deducirlo del impuesto a las ganancias. Y
se dispone que las empresas no podrán ver aumentada su carga tributaria total a
partir la inscripción en el registro sectorial y durante la vigencia del mismo
(incluyendo retenciones). Por último, se establece que las microempresas podrán
ser una actividad elegible acreditando que el 70% de la facturación corresponde
a estos servicios.
5- Hacia adelante. Todas las proyecciones
indican que para 2025 los servicios basados en el conocimiento podrían aumentar
en tres puntos su participación en el PBI. También se estima que hacia 2030 la
cantidad de puestos de empleo podría aumentar un 40% respecto del número que
hay hoy, y que las exportaciones se duplicarían y aún más, hasta representar el
15% del share total.
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