Ilustración de un hombre estresado que, metafóricamente,
muestra en su
interior una explosión de fuego y ansiedad.
Jack es conocido en su empresa por los resultados que
consigue con equipos multifuncionales y de alto rendimiento. Allí donde otros
tropiezan y se estancan, él fomenta la innovación a través de la colaboración.
Pero, en estos días, si usted sale del ascensor en su planta, sentirá el miedo
flotando por los pasillos. Jack lleva nueve meses en un nuevo puesto como líder
de unidad de negocio y muchas cosas han cambiado. Hasta ahora, su gestión está
marcada por una mala comunicación, pérdida de moral y resultados mediocres. Los
encargados ya ni siquiera trabajan juntos: se retiran a sus esquinas y protegen
su territorio.
Jack se enorgullece de dirigir con un estilo accesible y
realista, pegado a la realidad. Siempre ha tenido una política de puertas
abiertas. Defiende los altos potenciales. Juega en el campo derecho en el
equipo de sófbol de la compañía. Pero este nuevo papel es un reto. Está
trabajando más duro que nunca. Apenas duerme con tanto vuelo a horas
intempestivas. Está frustrado porque la
gente no se involucra con en su estrategia; conmocionado porque no puede
conseguir que su impulso genere confianza. Jugador titular del equipo en el
pasado, Jack se siente ahora aislado de casi todo el mundo a su alrededor.
Esforzándose tanto como puede, Jack no se da cuenta de que la presión le está afectando. No
reconoce que está a la defensiva, que el agotamiento ha terminado con su
optimismo y buen humor. En el pasado, la rutina de ejercicios de Jack aliviaba
su estrés. Pero ahora está irritable y frecuentemente molesto, ciego ante lo
que saltarse el gimnasio le provoca. Jack todavía se ve a sí mismo como un
animador. No se da cuenta de cómo ha cambiado todo su mundo interior mientras
todo el mundo que le rodea lo ve tan claro como la luz del día.
Buscando el
entendimiento en todos los lugares equivocados posibles
Los dirigentes más experimentados tienen buen ojo para lo
que ocurre a su alrededor. A gran escala, observan de cerca los mercados y los
acontecimientos mundiales. Más cerca de su día a día, siguen los cambios en los
valores del cliente que podrían impactar en su reputación y los resultados
finales. En su propio patio trasero, juzgan los resultados de sus negocios y de
las personas que los producen. Siempre están buscando los posibles bloqueos que
pueda haber en sus carreteras.
Como Jack, de lo que muchos
líderes no se dan cuenta es de lo que ocurre dentro de ellos mismos; un
descuido que implica un gran coste. Hay una línea recta que une la vida
interior de un líder con las acciones que toma, las relaciones que construye y
el impacto que crea. No puede entender lo que pasa a su alrededor si no
entiende lo que pasa dentro de él. ¿Qué puede hacer para alejarse de esta
trampa común del liderazgo?
Cree su propio vigía
El primer paso para no tirarse piedras sobre el propio
tejado es desarrollar lo que yo llamo un vigía o vigilante interior.
En el mundo, los vigías observan las cosas que podrían ir
mal para alertar cuando haya problemas. Los vendedores son "vigías"
de los grandes almacenes que tratan de pillar a los ladrones. Los guardias
forestales son "vigías" en los bosques nacionales. Usted tiene un
vigía incorporado en su mente, diseñado para vigilarle. En particular, su vigía
presta atención a lo que sucede dentro de usted: la opresión en su estómago, la
sorpresa cuando no se elige su propuesta, la alegría de hacer que su mentor se
sienta orgulloso. Usted tiene
pensamientos, emociones y sensaciones físicas todo el tiempo. En un día
ajetreado, puede que no los note, pero aprovechar su vigía interior puede
cambiar eso.
Si usted es como la mayoría de las personas, ya usa su vigía
en ciertas situaciones así que sabe cómo funciona. Si un coche le corta el paso, su vigía siente la necesidad de
"contraatacar" y usted no lo hace. Cuando recibe un mensaje de
correo electrónico ofensivo, su vigia detecta la irritación y usted no
responde. En casos como estos, su vigía reconoce sus impulsos antes de que se
deje llevar por ellos, evita comportamientos destructivos.
Cuando las apuestas suben, también lo hace la fuerza de la
reactividad interna. En situaciones de tensión, la presión arterial y el ritmo
cardíaco aumentan. Las hormonas del
estrés, como la adrenalina y el cortisol, inundan su cuerpo. El instinto de
supervivencia entra en acción y envía oxígeno desde el cerebro hacia las
extremidades para que usted pueda hacer una pausa. Todo esto hace más difícil
pensar con claridad. La perspectiva se reduce. El número de posibles soluciones que piensa se hunde. Al mismo
tiempo, emociones como la ansiedad se disparan. Puede que tenga miedo y quiera
esconderse, puede que se sienta enojado y quiera pelear. Todo esto sucede en su
interior, lo note o no.
Si no usa su vigía, seguirá estos instintos dondequiera que
le lleven. Así es como termina uno en la cama, por la noche, preguntándose cómo
las cosas se salieron de su cauce. Cuando usted esté calmado de nuevo, puede
serle difícil imaginar por qué actuó de la manera en la que lo hizo. Si rara vez disminuye la velocidad y
recupera el aliento, es posible que viva en ese estado con bastante frecuencia.
Además, si su vigía es silencioso corre el riesgo de convertirse en Jack: un
líder con una gran trayectoria, pero que no se da cuenta de que hierve por
dentro y quema todo a su alrededor.
¿Por dónde empezar?
Cuanto más utilice su vigía, más notará las cosas (y más
útil le resultará). Estos son algunos consejos para comenzar. Si escoge una
práctica y la sigue durante 30 días, empezará a ver los resultados.
- Haga un inventario. Una vez al día, haga una pausa en lo que esté haciendo y concéntrese en sí mismo. Pregúntese: ¿qué tengo en la cabeza? ¿Qué siento yo? ¿Mi cuerpo está calmado o agitado? ¿Qué sensaciones físicas noto?
- Identifique sus pensamientos y sentimientos. Una vez al día, sintonice con detalle sus pensamientos y emociones. Desconecte un poco de tener esos pensamientos y sentimientos, y etiquételos. Por ejemplo, si usted está pensando "las cosas como ésta nunca funcionan", podría colocar una etiqueta como "escepticismo" y "cinismo" a ese pensamiento, y otra como "desanimado" al sentimiento.
- Escuche a su vigía. Una vez al día, haga una pausa durante unos minutos y prepárese para tomar notas (en su teléfono, en un papel, etcétera). Pregunte a su vigía: ¿qué notas ahora mismo sobre mí? Luego, anote las observaciones desde el punto de vista del vigía. Por ejemplo, este podría decir: "pareces aburrido" o "estás emocionado con el nuevo cliente y te estás consumiendo a medida que desarrollas el plan del proyecto".
- Ejercicios como estos se insertan en la perspectiva del vigía. Esto le permite a usted observar y notar su experiencia interna en tiempo real. Practicando en momentos en los que el estrés esté bajo, perfeccionará las habilidades de su vigía. Entonces, cuando las apuestas suben y los motores se calientan, su vigía se dará cuenta de lo que sucede y le avisará antes de que haga cualquier cosa de la que se pueda arrepentir luego.
- Usted reacciona a las cosas, grandes y pequeñas, porque es humano. Estas reacciones incluyen pensamientos, emociones y respuestas físicas. El problema no es reaccionar, sino no notar esas reacciones. Si no ve lo que sucede dentro de usted, actuará por impulsos y, a veces, destructivamente. Como Jack, dañará su reputación o incluso su negocio. En vez de causar estragos, puede aprender a salir de ese camino. Desarrolle su vigía poco a poco, y llámelo cuando sea importante.
Erica Ariel Fox es autora del best-seller del New York Times Winning From Within: A Breakthrough Method
for Leading, Living, and Lasting Change. Es socia fundadora de
Mobius Executive Leadership y enseña negociación en la Escuela de Derecho de
Harvard.
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