Si un factor clave de esta revolución digital o cuarta
revolución industrial es la centralidad del cliente ("customer
experience" o CX), la "experiencia del empleado" -que también
tiene su "journey" o viaje interno- no solo es central, sino clave.
Así como los clientes compran productos y servicios, pero pagan por
experiencias, los colaboradores de una organización valorizan la atención
específica hacia su persona y las experiencias que las compañías les generan.
Las respuestas del índice de promoción de un colaborador, cuando se le pregunta
si recomendaría a familiares o a amigos para trabajar donde trabaja, es donde mueren
las palabras.
La misma "experiencia de candidato" en un proceso
de reclutamiento y selección, por ejemplo, más allá del resultado en sí de una
búsqueda laboral, ha demostrado tener tanto impacto en la atractividad
organizacional de una compañía o institución como la voz de los que trabajan en
la misma. El Institute for the Future de
California, Estados Unidos, destaca la importancia de esa atractividad y lo
vital que son y serán los aportes aún de los no empleados. Paradójicamente, la
atracción de los mejores talentos puede rendir sus frutos no necesariamente
contratándolos, sino habilitándolos para contribuir en sus áreas de expertise
en forma voluntaria, con libertad y sin ataduras, donde lo consideren
significativo, reforzando las "organizaciones amplificadas".
Hemos colaborado en el diseño y armado de
"arquitecturas de experiencias", como invita el experto colombiano Hugo Saenz, desde el consumidor hacia
el corazón de la producción -desde afuera hacia dentro-, y también en sentido
inverso, partiendo de la experiencia del colaborador. En ambos casos son el
estilo de liderazgo y el trabajo colaborativo interdisciplinario los factores
determinantes y críticos de éxito, cualquiera sea la dirección en que se
visualice esa cadena de valor. El factor diferencial provendrá pues de las
experiencias que organizacionalmente diseñamos y como líderes hacemos vivir.
De las varias tendencias mundiales en desarrollo de
liderazgo, destaco la transferencia del desarrollo al individuo, ratificando
que la gente se desarrolla mucho más rápidamente cuando se sienten responsables
de su propio progreso, pasando de "pasajero" a "conductor".
Existe el desplazamiento fundamental del paradigma de que el liderazgo reside
en una persona o rol, a que el liderazgo es un proceso colectivo que está
diseminado en redes de personas. Un gran capítulo que considero esencial es el
desarrollo del liderazgo como tratamiento, basado en la confirmación cotidiana
no sólo del valor terapéutico de aprender a tratarse y tratar a los demás, sino
del trasfondo ético de la conducción de personas.
Con el impacto tecnológico, lejos de plantearnos una
deshumanización, son los desafíos vinculados justamente a lo esencialmente
humano lo que nos habilita a no caer en la vorágine o la rutina. En una organización
o institución, los mismos conflictos entre áreas y niveles pueden llegar a ser
-en la medida que los canalicemos en forma constructiva- motores de renovación
y creatividad. La salud organizacional es un valor de sustentabilidad clave
versus la pretendida ansiedad organizacional impuesta. Las tecnologías
digitales proveen la infraestructura, el contenido lo da la conciencia. Las
generaciones que vienen no serán X, Y o Z: serán generaciones "CX",
con centro en las experiencias, y las más inquietas serán también
"C", los verdaderos líderes conscientes del futuro.
Pablo Barassi. CEO
de Integrar Recursos Humanos
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