La transformación digital debe ir
más allá de una inversión tecnológica.
Aunque el avance es
lento, las empresas de todo el mundo ya han comenzado a implementar cambios
dirigidos a incrementar su nivel tecnológico. El problema es, según algunos
expertos, que muchas de ellas han comenzado por una inversión tecnológica,
enfocada a la mejora productos, servicios y procesos, sin pensar realmente en
un cambio más global del negocio y una estrategia centrada en los nuevos
perfiles de clientes y formas de consumo.
La transformación digital es una realidad y un reto que
todas las organizaciones –privadas y públicas- han empezado a afrontar. La competitividad está en juego y,
conscientes de ello, los ejecutivos invierten en nuevos planes que incluyen la
adquisición de talento externo, la formación del talento interno y una inversión tecnológica que, en muchos
casos, está falta de una estrategia y un objetivo que genere una evolución
real del negocio y no sólo un mero cambio en cómo se hacen las cosas.
En este sentido, según
un artículo publicado en Forbes,
el problema al que se enfrentan ahora las empresas tampoco está en el nivel de
madurez o desarrollo de la tecnología existente –cloud, IoT, redes sociales,
inteligencia artificial, dispositivos móviles, etc.- sino en saber cómo aprovecharla para transformar
los negocios. De hecho, los CEOs dirán (y con razón) que siempre están en
constante evolución, que han invertido en grandes proyectos IT y en cambios que
mejoran la gestión a través de las nuevas herramientas, en marketing y
comunicación omnicanal y que están vendiendo sus productos en múltiples
plataformas. Y será cierto, pero la pregunta es otra: Con todo ello, ¿hacia
dónde se dirigen?
El reto, por tanto, para cualquier empresa es embarcarse en el viaje digital, dejando a
un lado los sistemas, estrategias y procesos analógicos o heredados. Se
trata de un cambio difícil, disruptivo y que involucra enfoques muy diferentes
o poco conocidos de los aprendidos con anterioridad. En esta línea, el artículo explica: "La obsesión con el compromiso
del cliente debe impulsar la estrategia de transformación, no la tecnología”.
Entonces, ¿cómo saber
cuándo la estrategia digital va por el camino equivocado? Para empezar, la
transformación digital no debe plantearse desde una perspectiva sobre el ROI
que obtendrá la organización y los plazos de ejecución o finalización de la
misma. Estos parámetros deben aplicarse a los proyectos, pero no a un cambio
tan radical como lo es la digitalización de un negocio.
Asimismo, hay que
distinguir entre mejora continua y transformación. Ambas, a día de hoy, son
necesarias y ninguna es excluyente de la otra, pero para que las mejoras
funcionen y sean efectivas, el fin mismo de la transformación debe ser el
correcto, empezando por la introducción de nuevas formas de trabajo, nuevas
líneas de negocios y un profundo conocimiento de la economía digital y lo que
los consumidores pagarán. Además, esta transformación no puede llevarse a cabo
con un ritmo lento y prudente.
En este sentido, Forbes
recomienda tener en cuenta dos cuestiones para aumentar las
posibilidades de éxito: ser capaz de recopilar información del cliente a
través de los canales existentes -productos o canales de comercialización- para
aprovechar el valor de su análisis y comenzar a reimaginar las ofertas; y no
tratar la transformación como un proyecto.
“Si la medida del éxito se centra en la entrega a tiempo y
los costos del proyecto, la transformación digital estará advocada al fracaso,
pues ésta requiere de un cambio cultural significativo, que necesita tiempo
para poder ser medido e incrementar el compromiso del cliente, la cantidad de
nuevas ofertas que se dirigen a cubrir sus necesidades y el establecimiento de
nuevas líneas de negocios que aprovechan las tecnologías”, concluye.
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