El coach y terapeuta PNL español Nacho Fernández dice: "Ya sean reales o imaginarios, del
pasado, del presente o del futuro, internos o externos, tus demonios personales
pueden atraparte". Recomienda entonces 6 pasos para combatirlos:
1- Reconocer lo que
sucede: es decir, no convertir una situación en algo que no lo es. También
se podría agregar en esta instancia, como en tantas otras, no empeorar algo que
salió mal con una conversación fuera de lugar.
2- Cambiar de estado:
"Si sientes pánico, si colapsas o te dejas dominar por las emociones,
recuerda que no te puedes dar el lujo de no reaccionar. Utiliza la adrenalina
para darte un momento a ti mismo y percibir la intensidad real de tus
emociones. Esa es la necesidad de comunicación que tiene tu interior en ese
preciso momento", dice Fernández. El impacto de un hecho que quizás no
está interpretado del todo bien puede ser enorme. Calma, entonces.
3- Buscar el valor de
las señales de los demonios personales: "Reflexiona sobre el
significado especial que tienen esos demonios personales para ti. ¿Por qué un
temor específico se vuelve recurrente en tu vida? ¿Por qué este?"
4- Mantener contacto
con un sentido de la realidad: una frase genial del bloguero: "Los
demonios personales viven en la exageración. Por lo tanto, es muy conveniente
minimizarlos".
5- Abordar los
aspectos específicos: y sobre todo recuperar el poder, no dejar que ellos
tomen el mando.
6- Volver a la realidad:
"Tu demonio personal puede ser el miedo o alguna emoción
desestabilizadora, llámese rabia, remordimiento, odio, envidia celos; pero el
proceso será siempre el mismo. Y, en todos los casos, el objetivo será
recuperar el sentido de realidad, contigo mismo y con las circunstancias
externas".
Uno de los demonios que nos aquejan en el mundo del trabajo
suele ser el de la inseguridad. Por más que haya de por medio una carrera
sólida, la falta de confianza en uno mismo es desestabilizadora.
Sería interesante entonces poder imaginar a quienes trabajan
con nosotros también rodeados de sus propios demonios. Así se establece una
suerte de cofradía endemoniada que lleva a entender que todos estamos en el
mismo camino, con esta suerte de acompañantes a los que hay que hacer lo
posible por burlar.
El compositor español
Josele Santiago dijo hace
poco en una entrevista con La Voz de
Galicia: "Hay muchos tipos de felicidad. La enfermiza no me convence,
pero tampoco el estar amargado todo el día. Creo que mirar hacia otro lado es
más pernicioso. A mí me gusta poner nombre a los demonios, más que nada porque
así pierden poder. Me gusta saber a qué me enfrento. El arte cumple esa
función".
Puede ser el arte, pueden ser unas buenas sesiones de terapia con un especialista
o también está la opción de recurrir a esas charlas con amigos en las cuales no hace falta demostrar nada,
simplemente existe el afecto y punto.
Esos buenos amigos también están en el trabajo, con la
ventaja de conocer las vueltas de la oficina y el entorno, y son un excelente
"ahuyentademonios" cuando atacan (es decir, cuando nos autoexcluimos,
cuando tenemos miedo, cuando no podemos avanzar), la mayoría de las veces sin
razón alguna. En vez de los cazafantasmas, los cazadores de inseguridades dan
una buena mano cuando se necesita.
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