Barack Obama, en la
imagen en un discurso en la Universidad de Denver, es uno de los ejemplos más
recurrentes para aprender a hablar en público. Dreamstime
Contar, transmitir,
comunicar o informar a una gran audiencia es la asignatura pendiente de muchos
profesionales. Elaborar un buen discurso, entrenar y alcanzar un equilibrio
entre lo que se dice y cómo se dice es la clave para ser eficaz y ganarse a su público.
¿Quién no quiere convertir su discurso o una pequeña
intervención en un momento memorable? Incluso los profesionales más
extrovertidos, los reyes de la empatía, sueñan con conseguirlo sin caer en la
ridiculez. Hablar en público es uno de los temas más manidos en el desarrollo
profesional y no por ello una asignatura superada. Hasta algunos políticos, a
los que se les presupone el don de la oratoria, suspenden cuando tratan de
atrapar a su audiencia. Otros tienen su propio estilo para meterse en el bolsillo
a su público.
La estrategia
El secreto de Barack Obama consiste en repetir las palabras
para dar énfasis a determinadas ideas o insertar algunas breves pausas. Y dicen
de Martin Luther King que la preparación y el ensayo de su I have a dream fue
la clave. No obstante, Mónica Galán
Bravo, autora de Método Bravo (Ed. Alienta), reconoce que hasta ese famoso
discurso con el que se cerró la marcha por los derechos civiles sobre
Washington en 1963, tenía una parte improvisada: "Interiorizar el discurso
es fundamental, tanto como lograr un equilibrio entre el cerebro y el corazón,
es decir, entre lo que se quiere decir y cómo se dice. Memorizarlo es un error,
porque lo más probable es que falle una parte y pierdas el hilo".
Interiorizar el discurso es
fundamental, tanto como lograr un equilibrio entre
el cerebro y el corazón, es
decir, entre lo que se quiere decir y cómo se dice
Experta entrenadora en comunicación, oratoria y
comportamiento no verbal, Galán recomienda tener claro el principio y el cierre
de la charla y dominar el lenguaje no verbal. Menciona el poder de la postura,
"erguida, abierta y equilibrada", para proyectar seguridad. Y en
cuanto a la voz, aconseja hacer inflexiones y manejar con soltura el silencio,
"que no se llene de muletillas sin sentido", e insiste en la
vocalización: "Cuanto mejor te entienden más te atienden".
Controlar las emociones también es parte del secreto para
manejar la situación ante una audiencia, ya sea desde un escenario o en una
sala de reuniones. Ese es el objetivo de los talleres de oratoria que
desarrolla el actor Stany Coppet
para profesionales y directivos basados en la memoria sensorial: "Conectar
con determinada experiencia de la vida ayuda a enganchar con el momento y
librarse del miedo escénico a través de una rutina de ensayo, como en una obra
de teatro". El método de Coppet consiste en la apropiación de los datos
que se quieren transmitir para que resulten importantes para el auditorio:
"La gente puede olvidar lo que has dicho, pero no lo que les has hecho
sentir".
Según Coppet, a los empresarios y a los políticos les falta
ensayar como una rutina de preparación emocional, como si se tratara de una
obra de teatro: "Ser un buen comunicador requiere ensayar mucho. Conectar
con la audiencia dando algo de ti mismo es clave. Por eso es muy importante
tener un método, ciertas herramientas y practicar".
Añade que enganchar al público es una cuestión de emociones
y pone como ejemplo a Barack Obama: "El contenido puede ser aburrido, lo
que cambia es la entrega. En qué momento se emociona o cuándo va a expresar
rabia es lo que marca el ritmo del discurso. Una conferencia no es un monólogo,
sino una conversación en la que hay que hacer al público partícipe, que sea una
parte que analiza y procesa la información es lo que hace que la concentración
se quede contigo. No te puedes entregar de la misma forma a todos los públicos,
por eso es importante adaptar el discurso a la audiencia, algo muy complicado
cuando en el caso de los políticos se trata de todo un país".
Una conferencia no es un
monólogo, sino una conversación
en la que hay que hacer al
público partícipe
Galán también considera fundamental que la audiencia
participe, pero sólo cuando está preparada: "A la gente no le importa lo
que sabes hasta que no sabe cuánto les importa. Pero nunca hay que pedir al
público lo que a ti no te gustaría hacer".
El lenguaje corporal
Que las manos apoyen de forma libre las palabras es, según
Galán, el punto de partida para hacer un buen uso del lenguaje corporal. Para
demostrar autoridad a través del lenguaje corporal recomienda: la oculésica,
"no dirigir la mirada al techo o al suelo, sino fijarla en el interlocutor
o en el público"; la expresión facial, "sonríe, es gratis y nos ayuda
a preparar nuestro estado interno; los gestos, "deben poder remarcar
instantes puntuales"; y el movimiento, "tomar la determinación de
aliviar el cuerpo dirigiendo nuestro movimiento de manera voluntaria".
Coppet afirma que es fundamental ensayar y preparar el cuerpo para estar en
situación: "Hay que hacer lo posible para ser neutro, como un corredor que
hace un sprint sin preparación. Se trata de tener una preparación neurofísica
que permita estar listo para este tipo de ejercicio que son los discursos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario