Contra los pronósticos
fatalistas que auguran la desaparición de millones de trabajos, los expertos
afirman que la nueva revolución industriales inviable sin la mano de obra
humana y exigirá nuevas posiciones. Crédito: Shutterstock
"La inteligencia artificial va a eliminar entre 50% y
65% de todos los trabajos existentes en los países en vías de desarrollo,
incluyendo la Argentina", dijo el presidente del Banco Mundial, Jim Yong
Kim, durante su última visita a Buenos Aires, en agosto de 2017. La cifra
genera temor, especialmente en un país como el nuestro, que logró una tasa de
desempleo del 30% sin la necesidad de robot alguno.
Cuando se teoriza sobre el futuro del mercado laboral,
abundan los pronósticos apocalípticos, como los de la consultora McKinsey, que
estimó que entre 400 y 800 millones de personas perderán sus empleos de cara a
2030, o los del autodenominado "orador futurista", Thomas Frey, que
eleva la cifra para ese mismo año hasta los 2000 millones. Sin embargo,
empiezan a multiplicarse las voces que piden separar ciencia de ciencia ficción
y afirman que esta revolución tecnológica exigirá más empleos, no menos.
Separando realidad de
mito
En el imaginario popular, la inteligencia artificial (AI,
por sus siglas en inglés) aparece profundamente vinculada a los robots que
popularizaron la literatura y el cine, como HAL-9000, de 2001: Odisea del
espacio y los replicantes que emulan y buscan destruir a los humanos en Blade
Runner.
La definición real de AI es acaso bastante menos
espectacular: se trata de la rama de las ciencias computacionales que busca
simular comportamientos e inteligencia humana en sistemas informáticos. Para
esto se valen del machine learning (aprendizaje de máquinas), las técnicas
usadas para entrenar el aprendizaje de las computadoras.
"Es un conjunto de enormes cantidades de datos que se
procesan de manera automática gracias a la tecnología", señala a LA NACION Ezequiel Glinsky, director de
Nuevos Negocios de Microsoft Argentina-. Es a partir del procesamiento
inteligente de esos datos que una máquina podría llegar a imitar a los seres
humanos."
"Usamos AI para amplificar la inteligencia
humana", comenta Carolina Golia, arquitecta de Soluciones Cognitivas de
IBM Argentina. "Si puedo conocer en diez segundos las últimas novedades
que se están publicando en el mundo de un campo en particular eso me permite ampliar
rápidamente el conocimiento y, en función de eso, tomar mejores
decisiones", argumentó.
Alberto Alexis Sattler, gerente de tecnología de Accenture,
agregó: "Estamos en una etapa de AI débil. La de hoy no es realmente una
inteligencia artificial sino que son servicios o piezas de software que,
combinadas, dan la sensación de eso. Estamos lejos de una AI real, consciente
de sí misma, que pueda aprender."
Aunque a veces se usan de forma intercambiable, cabe
remarcar la diferencia entre AI y automatización, el hardware o software capaz
de realizar automáticamente tareas preprogramadas, a menudo repetitivas y
monótonas, como las que hacen las máquinas de ensamblaje de la industria
automotriz.
¿El fin del trabajo?
Entonces, ¿Hay que darle crédito a los que hablan de
millones de puestos de trabajo perdidos y ya empiezan a pedir asignaciones
universales para evitar el hambre y las revueltas de las víctimas de esta
cuarta revolución industrial?
Para los expertos consultados por este diario, es una
exageración total. "No apoyo esa visión apocalíptica", sentencia
Golia. "Cuando se lanzó el cajero automático se esperaba que muchos
empleados bancarios se quedaran sin empleo y ocurrió todo lo contrario, fue
necesaria más gente alrededor para atender las máquinas."
"La mayoría estamos de acuerdo en que ocurrirá lo
contrario, se van a generar más puestos, algunos más específicos de AI pero, en
general, serán más trabajos comunes", dice Sattler.
Para Glinsky, la AI acelerará los cambios en la oferta
laboral. "Cada nueva tecnología presentada generó preocupaciones sobre el
impacto que tendría en los empleos. El surgimiento de los primeros autos
implicó menos empleos relacionados a la producción de carruajes tirados por caballos
pero, al mismo tiempo, implicó el surgimiento de más y nuevos empleos
relacionados a la fabricación de llantas", añade.
Nuevos puestos,
viejos puestos
En El futuro del empleo: ¿Qué tan susceptibles son los
trabajos a la computarización?, el economista Carl Benedikt Frey y el profesor
de machine learning Michael A. Osborne, hicieron un ranking sobre cuáles eran
las chances de supervivencia de algunas de las principales profesiones humanas
ante el avance de tecnologías de AI y la automatización.
En este marco, determinaron que los cinco puestos con
mayores posibilidades de ser reemplazados por una máquina eran los de
telemarketers (99%), contadores (98%), cajeros (97%), carpinteros (72%) y
bibliotecarios (65%). Por el contrario, las carreras con mayor chance de
sobrevivir fueron la de cirujanos (0,4%), los maestros escolares (0,4%), los
ingenieros (1,4%), los abogados (3,5%) y los matemáticos (4,7%).
No sorprende entonces que los perfiles relacionados a
ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés)
serán altamente demandados. "Todo lo que tenga que ver con ciberseguridad,
encriptación y análisis de datos será requerido -asegura Golia-.
"Dos o tres empleos van a ser absolutamente
necesarios", augura Sattler. "Vamos a necesitar maestros que le
provean imágenes a las máquinas para que aprendan a identificar objetos .
También explicadores que harán el nexo entre la tecnología y el negocio y
agentes de mantenimiento que vigilarán que no surjan problemas en los
algoritmos."
Glinsky, por su parte, pronostica que el avance de AI
demandará más "científicos de datos, ingenieros y expertos en
robótica" y creará además otros empleos "que hoy ni siquiera
imaginamos".
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