Los dispositivos de la
vida diaria con inteligencia artificial incorporada conforman un "próximo
adyacente": un futuro que ya está ocurriendo con solo una frontera de por
medio.
La etiqueta que se le da a un nuevo híbrido de moda entre
dos tecnologías exponenciales bien podría ser el título de una novela, al
estilo de "La soledad de los números primos", "La inteligencia
de las flores" o "La posibilidad de una isla". De todas las
combinaciones que se están produciendo entre tecnologías disruptivas tal vez
una de las más potentes y cercanas en el tiempo sea la de la "inteligencia
de las cosas", la cruza de Internet de las Cosas (IoT, según sus siglas en
inglés, con el mismo acrónimo que la mezcla) y la inteligencia artificial (IA).
"Por distintos motivos, es muy probable que la inteligencia
de las cosas tenga en el corto plazo una velocidad de despliegue más rápida de
la esperada", cuenta Soon Lee, ingeniero a cargo del área de innovación en
productos, servicios y contenidos de Samsung América. Esta subestimación se
produce en parte porque se trata de una avenida ancha de avances en miles de
pequeños dispositivos o sensores cada uno de los cuales por sí solo no da un
título rimbombante, pero a nivel agregado pueden producir más impacto en los
negocios y en la vida cotidiana que otras tecnologías más espectaculares.
Los dispositivos de la vida diaria con inteligencia
artificial incorporada conforman lo que en innovación se denomina un
"próximo adyacente": se trata de un futuro que ya está ocurriendo o
está muy cerca, con solo una frontera de por medio. Y, al contrario que otras
tecnologías previstas, como los vehículos autónomos o las criptomonedas, su
velocidad de adopción masiva no depende de cuestiones regulatorias ni de la
resistencia de industrias incumbentes (automotrices, choferes, bancos, en los
dos casos mencionados), y por lo tanto Lee cree que la combinación entre
inteligencia artificial e Internet de las Cosas fluirá naturalmente y con
corriente cada vez más intensa.
En una presentación ante clientes, Lee muestra cómo con
sensores muy pequeños, baratos y casi imperceptibles ya se pueden dar
"órdenes" a una mesa, una planta o cualquier objeto inanimado de la
casa o de la oficina. En una industria que mide al milímetro cada palabra que
se dice (a pesar de que el Mundial de Rusia es el principal driver de ventas de Samsung en América
Latina este año, la firma no puede mencionarlo porque su competencia es sponsor oficial), la compañía coreana
tiene un discurso frontal en el campo de la IA: el ingeniero muestra un video
donde Alexa (la propuesta de Amazon) se equivoca todo el tiempo (pone heavy
metal para despertar al usuario, abre demasiado las ventanas) y Bixby, el
asistente de Samsung, no.
Este camino de una multitud de pequeños cambios que
propiciará la inteligencia de las cosas en el corto plazo es lo que lleva a
tecnólogos como Marcelo Rinesi, del Instituto Baikal, a pensar que podemos
estar errando, en términos de atención y de recursos destinados, a la hora de
proyectar cuáles serán las tecnologías exponenciales con mayor impacto real en
el corto plazo, aunque tal vez con menos glamour.
"Cada vez se consolida más la idea de que la mayoría
del impacto de la inteligencia artificial no va a venir necesariamente a través
de las aplicaciones sofisticadas en industrias específicamente de tecnología,
sino en su difusión más bien banal en la 'materia oscura' económica, que son
todas las industrias y servicios tradicionales", explica Rinesi. Por
ejemplo, es muy probable que el mantenimiento preventivo universal de equipos de
transporte sea más importante (en términos económicos) que el de camiones sin
conductor, o vehículos automanejados en general, que hoy se llevan mucha más
cobertura mediática.
O en el área de reconocimiento de textos e imágenes el
impacto masivo será mayor para procesamiento semiautomático de formularios que
en reconocimiento facial para políticas de seguridad, aunque todos estemos
hablando de cómo la policía china identifica delincuentes con lentes con cámara
e inteligencia incorporadas.
En estos caminos incrementales y menos estridentes no solo
hay menos incumbentes que resisten el cambio (justamente la multitud de
pequeñas modificaciones hace que se atomice también la resistencia), sino que
aparecen "aliados" en sectores tradicionales dispuestos a apalancar
los avances. Luego de recorrer la última megaconvención CES de tecnología en
Las Vegas, el experto en innovación Benjamin Joffe, socio de la consultora
Hax/Sosv (uno de los estudios privados que en la actualidad mejor siguen el
terreno de hardware e Internet de las Cosas), sostuvo que una de la movidas más
interesantes vinculadas al campo de la IoT y la IA era justamente el apoyo e
interés de las grandes aseguradoras tradicionales para apurar este modelo
preventivo al que hacía alusión Rinesi, en lugar del reactivo (cuando se rompe,
se arregla) que imperó en lo que va de la historia del capitalismo.
Para Rinesi hay un océano enorme de oportunidades, porque
los avances de la inteligencia artificial se concentran demasiado en la
industria del software, que es la que está más cerca de los desarrolladores.
"La gran mayoría de los esfuerzos de aplicación de IA van justamente a esa
industria (salvo Amazon, que sí se enfoca sistemáticamente en aplicar IA a cada
paso de logística y ventas, por trivial que parezca) y hay muy poco en las
fricciones, en el día a día de procesos en sectores más tradicionales",
dice Rinesi. Esa es la brecha que los sensores cada vez más baratos, la
Inteligencia de las Cosas, pueden cerrar. "Otro factor es que todo el
mundo persigue la oportunidad de un billón de dólares: las hay y son
revolucionarias, pero el impacto de la electricidad no fue solo el foco, sino
las miles de aplicaciones puntuales, como válvulas y motores industriales,
sensores y cintas transportadoras", agrega el científico de datos.
¿Otro ejemplo de subida del escalón de Internet de las Cosas
a inteligencia de las cosas? Pasar en el campo de la salud de sensores que
avisan al médico cuando algún indicador anda mal a dispositivos que
directamente administran y proveen tratamiento. Es lo que se está denominando
"medicina 4P": preventiva, predictiva, personalizada y participativa.
Si tiene que elegir un dato para resumir el último CES,
Joffe cuenta que, aunque la feria supuestamente es un "show de electrónica
para consumo" (de ahí la sigla en inglés), lo más relevante de lo que vio
pasa por la galaxia B2B (de negocio a negocio). "Los productos tienden a
ser menos llamativos, pero van directo a una necesidad concreta de un
negocio", explica el socio de Hax. Aunque los medios se focalizaron en
robots que hacen el baile del caño, lo importante, para Joffe, pasó por otro
lado. En ese aspecto, es terminante: a casi 250 años del patentamiento de la
máquina de vapor por James Watt, en 1769 (considerado un hito fundacional de la
Revolución Industrial), "hemos llegado a un punto inicial de una nueva
revolución, una evolución de un ecosistema que trae toda una nueva ola de
productos que nos cambiarán la vida".
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