En las últimas décadas, el trabajo se ha automatizado cada
vez más. Los avances en la inteligencia artificial, el Internet de las cosas,
la realidad virtual, la robótica, la nanotecnología, el aprendizaje profundo,
el mapa del cerebro humano y la ingeniería biomédica, genética y cibernética
seguirán revolucionando nuestra manera de vivir y trabajar.
Muy pronto, la tecnología será capaz de aprender, además de
enseñarse y programarse a sí misma. La automatización que viene, más
generalizada e integral, no solo afectará a quienes realizan tareas rutinarias
en las fábricas. La era de las máquinas inteligentes afectará a muchos
profesionales y podría tener un efecto tan disruptivo y transformador como en
su día tuvo la Revolución industrial.
Por ello, debemos prepararnos. Necesitamos una nueva manera
de pensar y comportarnos --un nuevo relato-- para la era de las máquinas
inteligentes. La historia de mi libro Humility
Is the New Smart: Rethinking Human Excellence in the Smart Machine Age
tiene dos héroes: un modelo mental, que he bautizado como "nueva
inteligencia", y su compañera, la humildad.
También hay cuatro actores secundarios, por así decirlo, que
se corresponden con los comportamientos fundamentales que nos ayudarán a
superar nuestras limitaciones: acallar el ego, gestionar el yo (nuestros
pensamientos y emociones), interiorizar la escucha reflexiva y tener en cuenta
a los demás, conectando e identificándonos emocionalmente con ellos. Estos son
los comportamientos de la nueva inteligencia.
A la mayoría no nos salen de forma natural, así que
tendremos que hacer algunos cambios profundos. Mi investigación sobre la
ciencia del pensamiento crítico, el pensamiento innovador, la creatividad y la
inteligencia emocional y social, así como mi trabajo de campo en organizaciones
de aprendizaje de alto rendimiento me han enseñado que el mejor punto de
partida son nuestras propias creencias o modelos mentales. Es decir, cambiar
nuestra manera de pensar para apoyar los comportamientos que buscamos.
Solo cambiando nuestra idea de lo que significa ser
inteligente en la era de las máquinas inteligentes podremos modificar los
comportamientos que nos impiden alcanzar la excelencia en esta nueva época.
Una redefinición de
la inteligencia
A la mayoría nos han enseñado qué es ser inteligente y qué
hace falta para tener éxito a partir del pensamiento de la era de la Revolución
industrial. Pero esto no incluye los recientes avances de la ciencia en el
campo del pensamiento y las relaciones sociales.
Estamos en una nueva era en la que a menudo la tecnología
será más inteligente que nosotros y determinará si trabajamos, cómo y en qué.
Si nos aferramos a una mentalidad anticuada, anularemos nuestra capacidad para
aprender y adaptarnos en un entorno de rápidos avances tecnológicos, una
economía global dinámica y un aumento de la competencia por los puestos de
trabajo disponibles.
Nuestros modelos mentales influyen en nuestra percepción del
mundo y, en algunos casos, pueden distorsionar o representar la realidad de
manera inadecuada. También pueden diferir enormemente de los de otras personas
y su visión de la realidad.
Según Jack Mezirow,
experto en el aprendizaje de adultos, tendemos a rechazar las ideas que no
encajan con nuestros preconceptos, pero podemos transformar nuestros marcos de
referencia (modelos mentales) mediante una reflexión crítica de los supuestos
en que se basan nuestras interpretaciones, creencias, hábitos mentales y puntos
de vista.
Para cambiar nuestro modelo mental de cara a la era de las
máquinas inteligentes, primero hemos de aceptar una definición de lo que
significa ser inteligente "o nueva inteligencia" basada en la
calidad. En mi caso, lo defino como "alcanzar el máximo nivel de
pensamiento, aprendizaje e implicación emocional con los demás del que uno es
capaz".
La nueva inteligencia no es un indicador de qué o cuánto sabes,
sino de:
- La calidad de tu pensamiento y de tu capacidad para escuchar, colaborar y aprender.
- La capacidad de admitir que no sabes algo y de separar tus creencias (no tus valores) de tu ego.
- La continua disposición a poner a prueba tus creencias sobre cómo funciona el mundo.
- La disposición a probar nuevas ideas y formas de lograr tus objetivos, además de aprender de esos experimentos.
La puerta de entrada
a la excelencia humana
Cuando piensas en la humildad, ¿qué es lo primero que te
viene a la mente? ¿Teresa de Calcuta, atendiendo a los pobres y enfermos?
¿Jesús, lavándoles los pies a sus discípulos? ¿El Dalai Lama, meditando? Es
bastante habitual. La humildad, como concepto, tiene un matiz religioso
evidente. Cuando hablamos de humildad, la mayoría pensamos en personas muy
espirituales o devotas que, de manera altruista, han dedicado toda su vida a
los demás. No nos vienen a la cabeza, desde luego, gestores de fondos
especulativos ni directivos de multinacionales.
La humildad apenas se asocia con el triunfo profesional en
las sociedades occidentales, sobre todo en Estados Unidos. La razón es que los
sinónimos de humildad en el lenguaje occidental suelen ser modestia, docilidad
y sumisión, atributos que serían la antítesis del éxito.
Con todo, mi definición de humildad y mi creencia en su
fuerza como actitud no proceden de esas acepciones, sino de haberla estudiado
como una virtud filosófica e intelectual y un constructo psicológico. La defino
como una actitud abierta, basada en el rigor con uno mismo y no egocéntrica,
que te permite aceptar el mundo tal y como es en busca de la excelencia humana.
Eso no significa minusvalorarte, sino pensar menos en ti
mismo: tu aspecto, lo que piensan o dicen los demás acerca de ti, la impresión
que das, cómo te juzgan. La Foundation for Critical Thinking ve este tipo de
actitud como una fortaleza intelectual y una de las piedras angulares del
pensamiento crítico. Según aclara, la humildad intelectual no implica debilidad
de carácter o sumisión, sino la ausencia de pretenciosidad intelectual,
jactancia o arrogancia, combinada con el conocimiento de los fundamentos
lógicos de las propias creencias o de la carencia de los mismos.
En definitiva, lo que hace falta para prosperar en la
inminente era de las máquinas inteligentes es la disposición a percibir y
procesar el mundo tal y como es y no como creemos o nos gustaría que fuese.
Ese es el núcleo de mi definición de humildad. En esta nueva
era, tendremos que admitir la necesidad de dedicar menos tiempo al "gran
yo" y equilibrar nuestro espíritu competitivo con el colaborativo, porque
el pensamiento crítico, el pensamiento innovador y la implicación emocional son
como los deportes de equipo: el "gran nosotros".
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