Al ejecutivo de hoy se le exigen resultados... y cercanía, carisma, ejemplaridad... La intensidad de su labor puede conducir a altibajos emocionales de los que debe ser consciente.
Para referirse a lo que siempre se ha conocido como jefe o
mando superior, los libros de gestión hablan desde hace tiempo de líderes:
personas que no solo tienen la responsabilidad de conseguir los objetivos
marcados por la empresa dirigiendo para ello a un grupo de personas. Ahora,
además, el líder debe ser
inspirador, carismático, ejemplar, transparente y cercano. Casi un
superhéroe que no puede permitirse un mal día. Pero no es así.
El líder de hoy tiene que asumir más aptitudes, pero las
consecuencias de la responsabilidad siguen siendo las mismas. Según la última encuesta europea sobre las condiciones de
trabajo de Eurofund, agencia de estudios de la Unión Europea, el 41% de los cargos de responsabilidad
trabaja con plazos temporales muy ajustados, el 13% dice no tener nunca
tiempo suficiente para cumplirlos (los que más de entre todos los diferentes
tipos de profesionales), el 35% dice esconder sus emociones, o el 29% sufre
interrupciones frecuentes en su labor. Además, son los que más trabajan en su tiempo
libre, y casi el 40% de los directivos españoles dicen acabar el día exhaustos,
según la citada encuesta. Estos perfiles disfrutan de mejores condiciones
salariales, pero no se libran de sufrir momentos de bloqueo emocional. En
definitiva, malas rachas.
“Es posible que estemos enviando el mensaje de que el líder
tiene que ser casi un ser todopoderoso e
infalible”, afirma Pilar Rojo,
directora del HR Center y del programa de Coaching de IE Business School. Esta
experta añade que los cambios que se están sucediendo en el entorno laboral, a
nivel organizacional, digital o de plantillas, con una demanda constante de
inmediatez, requiere de “líderes
transformadores”, lo que eleva la presión sobre estos, pero cree que “las
empresas son cada vez más conscientes de que pueden tener momentos de
incertidumbre, de no saber cómo gestionar esa diversidad o esa velocidad”. Una
incertidumbre que, describe Rojo, se traduce en síntomas conscientes como una sensación de falta de compromiso, de
no estar a la altura, de no estar consiguiendo los objetivos de la manera más
idónea, sentir que se trabaja por inercia o que le falta significado a la labor
que realiza, quien también menciona los inconscientes: “Ahí, todo lo malo es
por otros. No se siente parte del problema y no toma parte de la solución”.
Para la experta, las claves para superar estas situaciones
son el autoconocimiento, para tomar conciencia de las emociones, y la
autogestión. “No solo vale con buenas intenciones. Cambiar nuestras emociones requiere intención, esfuerzo y cambio de
hábitos”, dice Rojo. Si el
profesional no es consciente de su salud emocional, “puede sumirse en una
espiral de negatividad que no va a saber a qué se debe, y si se trata de
trabajos creativos, esos bloqueos pueden llegar a ser abrumadores”, describe Rojo, que aboga por que las empresas
formen a sus líderes en competencias emocionales. “Creo que tenemos unos déficits en la formación del carácter
de los directivos”, asevera, por su parte, el profesor de Dirección de Personas
en las Organizaciones del IESE Guido
Stein. A su juicio, pasar por este tipo de baches tiene más que ver con una
falta de educación en emociones que con la propia preparación profesional y
tecnológica. Aspectos como la capacidad de sacrificio o el aguante están hoy, dice
Stein, en desuso. “Conviene que las
personas tengan pequeños fracasos pronto en su vida. Vivimos en tal época de
inmediatez, de quererlo todo ya, que el hecho de esperar para satisfacer algo,
como una promoción, o un reconocimiento,
ya es un problema. Y al no cumplirse la expectativa, la gente se frustra”,
añade Stein.
En su opinión, esto afecta sobre todo a los perfiles más
jóvenes, que gozan de una formación técnica sobresaliente, pero no tanto en
carácter. No lo ve así Pilar Rojo,
que sí reconoce que requieren mucha celeridad en todo lo que hacen porque “para ellos todo es alcanzable”, son
más dados al cambio, pero “no quiere decir que no estén preparados para el
fracaso. De hecho, saben que son una generación que no van a vivir como sus
padres, y cada vez son más conscientes de los problemas del entorno”.
MAYOR CONCIENCIACIÓN
La directora del HRCenter y del programa de Coaching de IE
BusinessSchool, Pilar Rojo, explica
que cerca del 70% de las compañías pertenecientes al Club de Benchmarking de Recursos
Humanos de la escuela de negocios realizan procesos de coaching, lo que supone
un crecimiento del 20% desde hace una década. En esta iniciativa participan
cerca de 80 grandes empresas.
Javier García Ropero
Javier García Ropero
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