Annie Mc Kee en
hbr.org del pasado 12 de julio plantea que si recordamos cualquier conflicto
que haya tenido lugar en nuestro ambiente de trabajo seguramente consideraremos
que el responsable ha sido nuestro incompetente jefe, un colega pasivo-
agresivo o un compañero de otro departamento. Dedicamos una enorme cantidad de
tiempo a quejarnos de ellos, a evitarlos o a enfrentarnos a ellos. Pero si
queremos ser capaces de manejar los conflictos en el ámbito laboral deberemos
comprender cuál es el papel que jugamos en ellos, ya que no suele haber un solo
culpable, y qué podemos hacer para
romper el círculo vicioso que comienza con frustración y estrés y finaliza con
luchas internas en el lugar de trabajo.
Una dosis sana de frustración puede ser buena conduciendo a
creatividad y determinación, pero desafortunadamente en lugar del obstáculo
ocasional en el trabajo nos encontramos con que con frecuencia nos encontramos
enterrados bajo una avalancha de problemas y podemos pensar que no
contamos con los recursos necesarios para realizar nuestro
trabajo, por lo que nos sentimos frustrados y responsabilizamos a la cultura de
la empresa.
Si esta frustración continúa y se vuelve crónica puede
transformarse en emociones destructivas, tales como la ira o el miedo, que nos
informan de que estamos en peligro. Cuando la alarma suena nuestro cuerpo
libera sustancias que garantizan que nos podemos mover rápido y nuestro pulso
se acelera. Todos estos síntomas pueden no ser nocivos si se producen
ocasionalmente porque nos pueden librar de daños potenciales pero si la
frustración, el miedo o la ira se convierten en compañeros habituales en el
trabajo nuestra salud se resiente, nos desconectamos del trabajo y nos sentimos
infelices en él y nuestras mentes no trabajan adecuadamente.
El estrés va a alimentar el conflicto y éste engendra ira,
resentimiento e infelicidad. Podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que
el estrés en el fondo no es malo, ya que, de hecho, cuando actuamos bajo
presión podemos tener un buen desempeño si se trata de tareas rutinarias. Pero
cuando padecemos estrés crónico nuestras habilidades de pensamiento complejo,
razonamiento y sociales sufren. Nuestra capacidad para procesar y utilizar
información se compromete, así como nuestro juicio. Tenemos más dificultades
para mostrarnos flexibles o abiertos a nuevas ideas y comenzamos a ver las
cosas desde una perspectiva simplista. Reaccionamos exageradamente ante
irritantes menores y todos y todo empieza a parecernos una amenaza. En este
estado es más fácil que ocasionemos problemas a que los resolvamos,
fundamentalmente en el campo de las relaciones.
En este punto es cuando el círculo vicioso se convierte en
un bucle sin fin. No pensamos con sensatez, nos peleamos y conseguimos que los
demás se sientan a disgusto en nuestra compañía. El estrés aumenta y nuestro
razonamiento y comportamiento sufren todavía más.
La autora recomienda seguir un proceso de tres pasos para
interrumpir este círculo vicioso y tener menos conflictos destructivos en el
trabajo:
1.- SER CONSCIENTES
DE NUESTROS SENTIMIENTOS Y REACCIONES ANTE LAS FRUSTRACIONES Y EL ESTRÉS.
Si queremos romper el círculo de frustración-estrés debemos comenzar por
reconocer aquellas causas que lo originan al hacer que nos sintamos asustados,
amenazados o irritados. Esto parece sencillo pero normalmente colocamos la
autoreflexión en el último lugar de nuestras tareas y no encontramos momento
para abordarla. Si nos decimos a nosotros mismos que no tenemos tiempo o que no
nos sentimos inclinados a trabajar en “nosotros mismos” nos mantendremos
atascados en una mentalidad “bunker” en el trabajo. Por el contrario si
sentimos la curiosidad y tenemos el coraje de tratar de descubrir qué tipo de
situaciones y personas desencadena esta reacción desproporcionada podremos
aprender a controlar mejor nuestras emociones.
2.- GESTIONAR
CONSCIENTEMENTE NUESTRAS EMOCIONES. Una vez que hemos identificado las
emociones que están dirigiendo nuestro comportamiento podemos utilizar una
importante competencia ligada a la inteligencia emocional: el autocontrol
emocional, lo que nos va a permitir canalizar nuestras emociones de forma que
no nos quedemos atascados de forma negativa y gestionar nuestros sentimientos
negativos, contemplar la realidad bajo una lente clara y dejar de reaccionar
violentamente cuando nos sentimos amenazados.
3.- EMPEZAR A
CONSIDERAR A LAS PERSONAS COMO PERSONAS Y NO COMO AMENAZAS. Si queremos
minimizar el estrés y el conflicto en el trabajo debemos sustituir el lenguaje ”yo
o mi” por “nosotros o nuestro”. Tenemos que dejar de considerar a los demás en
términos de lo que podemos conseguir de ellos y reemplazarlo por lo que podemos
ofrecerles. Este cambio generará menor estrés y emociones negativas y conducirá
a la creación de relaciones más cálidas y amistosas en el trabajo.
McKee propone una
serie de sugerencias para facilitarnos seguir estos pasos:
a).- Incorporar prácticas de atención plena a nuestra vida
cotidiana, tales como yoga, meditación, ejercicios de respiración profunda o
dar un paseo en solitario. Estas técnicas aportan un gran valor para desarrollar
nuestra autoconsciencia, aprender a gestionar nuestras emociones y
cortocircuitar las respuestas al estrés. Por ejemplo sólo unos momentos
dedicados diariamente en diversas
ocasiones a respirar profundamente nos ayuda a aclarar nuestras mentes, a tranquilizarnos
y a escoger nuestras acciones más conscientemente.
b).- Reservar tiempo para la autorreflexión.
c).- Apoyarnos en nuestra empatía y compasión naturales. La
preocupación por los demás, la empatía y la compasión nos ayudan a sobrevivir y
crecer. La autora recomienda que nos
hagamos las siguientes preguntas para lograr comprender los puntos de vista de
los demás:
¿Qué es lo que está pensando y sintiendo sobre esta
situación?
¿En qué aspectos es distinto a mí y en cuáles es similar?
¿Qué puedo hacer para que se sienta mejor en esta situación
y con respecto a mí?
No tenemos que olvidar que aunque resulte tentador culpar a
los demás por lo que ocurre en nuestras organizaciones la mejor forma de
conseguir que el trabajo resulte ser una
experiencia agradable y productiva es apoyarnos en nuestra empatía natural,
aprender a cuidarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean y a aceptar la
responsabilidad de nuestros sentimientos y acciones.
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