El clima de trabajo es
uno de los recursos intangibles más importantes de una empresa que busque la
eficiencia. Y el líder, sin quererlo, puede arruinar ese recurso.
¿Las personas que trabajan en la empresa están a gusto de
trabajar allí y no en otro lugar?, ¿se ven incentivados a compartir sus
opiniones e ideas?, ¿los colegas también
entablan relaciones amistosas? Con el tiempo, las empresas con culturas
abiertas y de confianza va llevar la delantera
en talento y competitividad frente a las empresas que operan sin una
fuerte apuesta a mejorar el ámbito laboral. Hay que asegurarse de que nuestra
empresa no tiene ninguno de estos
elementos que crean la desconfianza y el miedo. Todo el trabajo empieza y termina
en el jefe o líder, quién es el mayor responsable de que el lugar de trabajo
funcione correctamente. ¿En qué se puede equivocar?
Jefes sin
inteligencia emocional
Uno mismo puede tener grandes habilidades de gestión y
liderazgo. Pero si los gerentes que trabajan a nuestro lado no comparten esas
cualidades, todavía se puede terminar con los empleados tímidos, desconfiados,
o resentidos. Algunos líderes infunden miedo en la gente porque no conocen otra
manera de motivar, no son conscientes de sí mismos, y no son empáticos con las
necesidades de los demás.
Una forma de evitar este problema es mediante la
contratación de gerentes emocionalmente inteligentes, pero dado que la mayoría
de la gente muestra su mejor comportamiento durante el proceso de contratación,
hay que hacer las preguntas correctas.
Por ejemplo hacer preguntas acerca de su
razón de ser, visiones que tienen para el futuro, y cómo su propósito y visión
y juega un lugar importante en relación a la organización.
Las malas noticias
son un secreto
Algunas compañías incentivan a sus jefes a anunciar a viva
voz cuando sucede algo valioso para la empresa o alguno de sus empleados. Si
alguien recibe un aumento posiblemente se entere toda la empresa.
Lamentablemente no sucede lo mismo con las malas noticias. El secretismo en la
empresa genera un ambiente de recelo y especulación, lo que a su vez es terreno
fértil para los chismes y las conversaciones en voz baja. Muchas veces la falta
de información genera expectativas falsas que movilizan a los empleados a
desempeñarse peor, pensando que por ejemplo habrá recorte de personal, lo que
luego efectivamente hace que haya despidos: uno profecía auto cumplida.
Un líder tiene que tener la capacidad de comunicar tanto las
buenas como las malas noticias y tener las herramientas necesarias para sacar
el mayor provecho de cada una, tanto para el como para su equipo de trabajo.
Las malas noticias molestan pero molestan más cuando son una
sorpresa.
No tener reglas
claras
Todas las oficinas, lo sepan o no, tienen un reglamento
tácito de comportamiento además del que se impone desde la empresa. Mucho de
ese contrato tácito es propuesto, directa o indirectamente, por el líder.
Algunos prefieren premiar el buen trabajo con salidas más temprano o con alguna
otra facilidad para el empleado. Otros castigan la falta de compromiso o el
fracaso. Sea cual sea el caso, hay que tener reglas claras porque el desorden
puede matar el espíritu de los trabajadores.
Si los integrantes del equipo de
trabajo no pueden organizar su vida privada con eficiencia porque el jefe sigue
cambiando las reglas va a haber problemas. La solución es sencilla: más y mejor
comunicación. Como así también reglas de juego claras.
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