Su práctica está muy
extendida en las grandes empresas pero aún es una asignatura pendiente para las
pymes.
La RAE define una empresa como una “unidad de organización
dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios
con fines lucrativos”. Así pues, la búsqueda de unos objetivos por parte es
algo intrínseco en ella y su razón de ser, por lo que su día a día debe
encaminarse a conseguirlos. Puede parecer algo muy sencillo, pero la
multiplicidad de actores y la complejidad de las estructuras hacen que, a
veces, algunas decisiones lleven a desvíos, curvas innecesarias y callejones
sin salida. Aquí es donde aparece la figura del controller, que debe ejercer
como brújula para asegurar que se sigue la senda correcta.
El controlling, control de gestión en español, es una
práctica que vela por que se cumplan los objetivos de la empresa, y se encarga
del diseño e implementación de las herramientas pertinentes para ello en
diferentes ámbitos. Santiago Aguilà, director del Postgrado en Controlling de
la UPF Barcelona School of Management, detalla algunas de las áreas en las que
actúa el controller:
- Organigrama y manual de funciones: definir cómo se
organiza el equipo humano y qué funciones deben desempeñar cada departamento
para evitar duplicidades y optimizar recursos
- Circuitos y proceso: visualizar el grado de consecución de
los objetivos globales y particulares y asegurar una coordinación entre las
directrices de los diferentes departamentos
- Información: Se debe obtener aquella que sea relevante y
necesaria, descartar lo superfluo, y asegurar que existen los canales para que
llegue a tiempo a manos de las personas que la precisen
- Presupuesto y costes: se debe cerciorar de que las cuentas
contemplan todas las partidas necesarias para conseguir los objetivos, que
miran al lago plazo, y ejercer un control sobre su cumplimiento para detectar y
corregir cualquier desviación
- Implementar sistemas de incentivos para los trabajadores:
para la buena marcha de una compañía es imprescindible la implicación de las
personas, que deben recibir estímulos
Aguilà avisa de que la falta de una visión amplia sobre
estos puntos puede llevar a errores como la duplicidad de funciones, el
desconocimiento de lo que quiere la empresa por falta de información
pertinente, la toma de decisiones incorrectas por descoordinación, la mala
fijación de precios, la desmotivación o la no consecución de los objetivos
anuales por desajustes en el presupuesto, entre otros.
Una práctica poco
extendida en las pymes
La figura del controller está extendida en las grandes
empresas, pero es prácticamente una desconocida para las pymes. “Las
necesidades en este ámbito son idénticas para las empresas grandes y pequeñas”,
sostiene Aguilà, que atribuye la ausencia de esta figura en las pymes a la
falta de una cultura al respecto y a la escasez de presupuesto. Sin embargo,
subraya que es precisamente en el contexto de crisis económica cuando el
controlling es más necesario, ya que el control en la gestión se traduce en una
mayor eficiencia.
El perfil del
‘controller’
Debe tener una visión global de la empresa, por lo que se
trata de una figura compleja. Aguilà detalla que debe tener una doble
vertiente, con habilidades técnicas y de dirección:
- Técnicas: debe ser una persona que conozca en profundidad
la estructura de la empresa y el sector al que pertenece, con conocimientos de
economía y herramientas de gestión, y capacidad de análisis.
- Directivas: Su contacto permanente con el personal de la
compañía exige que sea dialogante, buen comunicador, flexible, que sepa
trabajar en equipo, que sepa gestionar el tiempo, que se anticipe a los
posibles problemas y que cuando se vea inmerso en uno reacciones con
diligencia.
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