Seguro que ha tenido que lidiar tanto con profesionales
proactivos, constructivos y vitales como con otros pasivos, poco efectivos y
que hacen de la queja su seña de identidad. ¿De qué depende situarse en uno u
otro grupo?
Si bien las circunstancias externas pueden incidir en
nuestra motivación hacia el trabajo, la actitud con la que lo afrontamos
depende sobre todo de nosotros mismos. Solo así se explica que alguien pueda
convertirse en presidente de Estados Unidos tras sufrir unos cuantos reveses
electorales o en todo un icono empresarial después de ser despedido de su
propia compañía.
En el documento Las claves de la automotivación en el
trabajo, Pablo Maella recomienda
diez actitudes y comportamientos que aumentarán tanto su bienestar personal
como su eficacia profesional.
1) Acepte la realidad
y a los demás tal como son. La automotivación empieza por albergar unas
expectativas realistas y adecuadas sobre el trabajo y quienes le rodean. En vez
de exigir a las circunstancias y a los demás que se amolden a sus deseos,
acéptelos tal como son y, a partir de ahí, trate de modificar aquello que se
puede mejorar. No hacerlo será una fuente segura de decepción y desmotivación.
2) Conózcase y
acéptese, con sus fortalezas y debilidades. A veces pensamos que el error
es intolerable en un buen profesional, algo desastroso. Pero si no asumimos
nuestra falibilidad, solo sumaremos frustración y perderemos oportunidades de
mejora. Ser consciente de sus puntos fuertes y débiles le permitirá ser más
efectivo y le librará de caer en una posible espiral de baja autoestima.
Reconozca sus fallos, pero también valore sus aciertos.
3) No se queje.
Imagine que posee una franquicia de una cadena de comida rápida y que en otro
local se descubre una partida de carne en mal estado. Usted no ha hecho nada,
pero su negocio se va a ver afectado. Ante esta situación, puede hacer dos
cosas: quejarse pasivamente por la mala suerte o ser proactivo y establecer
medidas concretas para minimizar el impacto negativo de la noticia. Quejarnos
genera frustración en la medida en que no resuelve nada y centra nuestra
atención en lo que queda fuera de nuestro radio de acción.
4) Valore lo que
tiene y sea agradecido. El "hedonismo psicológico" es un
mecanismo mental por el que nos acostumbramos con pasmosa facilidad a los
progresos en nuestro trabajo y dejamos de valorarlos. Por eso es fundamental
hacer un esfuerzo por fijarse en lo positivo. Cuando ponemos el énfasis en lo
que nos falta en vez de en lo que tenemos, dejamos que la desmotivación se
apodere de nosotros.
5) Adopte una actitud
positiva. Una investigación entre comerciales demostró que los vendedores
más positivos facturaban un 90% más que los negativos. Y es que la actitud que
adoptamos para afrontar una situación o tarea influye en el resultado final.
Dicho de otro modo, si va a una fiesta pensando que será aburrida, seguramente
no se divertirá mucho, ya que su actitud inicial se lo pondrá difícil. Ahora
bien, no hay que confundir la positividad con la ingenuidad y la falta de realismo.
6) Establezca retos y
metas relevantes. Según la teoría de fijación de metas de Edwin Locke, un
objetivo es motivador cuando percibimos que se puede alcanzar y va a suponer un
considerable esfuerzo. Además, cuanto más relevantes sean las metas, más motivados
estaremos para lograrlas. Por tanto, fijarse objetivos trascendentes tales como
aportar algo valioso a los demás será más motivante que proponerse un objetivo
intrínseco (por ejemplo, el desarrollo profesional) o extrínseco (por ejemplo,
un aumento de salario o una mejora en las condiciones laborales).
7) Dé el mayor
sentido posible a todo lo que hace. No es lo mismo levantarse por la mañana
para ir a trabajar por dinero que hacerlo, además, por el desarrollo personal y
el servicio social. Se trata de encontrar motivos más trascendentes para hacer
lo que hacemos, lo cual nos permitirá sacar lo mejor de nosotros. Ante la misma
tarea, un obrero puede pensar que se reduce a cargar piedras y otro puede decir
que está construyendo un edificio. La plenitud de la vida no depende de nuestra
ocupación, sino de nuestra capacidad para dar un sentido trascendente a
nuestras actividades.
8) Sea proactivo.
Cuando nos convertimos en actores de nuestra realidad laboral en vez de
conformarnos con ser espectadores pasivos, somos más dueños de nuestra
situación y nos sentimos más motivados.
9) Ponga ilusión y
apóyese en la responsabilidad. La clave de la motivación no está tanto en
hacer únicamente lo que nos gusta como en poner la máxima ilusión posible en
aquello que tenemos que hacer. Y cuando la ilusión falla, se trata de apoyarnos
en la responsabilidad. Cuando llega el cansancio y la ilusión se empieza a
desvanecer, eche mano del esfuerzo.
10) Sea tenaz y
perseverante con sus metas. Si desistimos ante los obstáculos, entramos en
un bucle de desmotivación que nos lleva a afrontar las situaciones con menos
ganas y, por ello, menos posibilidades de conseguir nuestras metas. Tratar de
superar obstáculos es, en sí mismo, motivante. La determinación y la
perseverancia en los momentos aciagos son la mejor manera de reactivar nuestro
ciclo de motivación.
Sin duda, si hubiera carecido de determinación y
perseverancia seguro que sus numerosas derrotas electorales habrían apartado a
Abraham Lincoln de la carrera hacia la presidencia de Estados Unidos. Y Steve
Jobs nunca habría superado su despido de Apple en 1985 para regresar unos años
después y convertir la compañía de la manzana en lo que es hoy.
Pablo Maella
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