Científicos, inventores y departamentos de I+D se esmeran
por producir innovaciones que puedan patentar. Sin embargo, según un estudio de más de 9.000 patentes europeas,
un tercio acaban en un cajón, sin haberse
usado jamás. Puede que dicha acumulación se deba al deseo de proteger la
propiedad intelectual, pero también revela ineficiencias en el proceso de
innovación.
Los profesores del IESE Bruno
Cassiman y Giovanni Valentini cuestionan la literatura sobre la innovación
abierta que, en su opinión, sugiere que tanto quienes producen el conocimiento
como quienes lo adquieren salen beneficiados. En "Open Innovation: ¿Are Inbound and Outbound Knowledge Flows Really
Complementary?", publicado en el Strategic Management Journal,
concluyen que no es necesariamente así y hacen un llamamiento para que se
estudie más a fondo un tema que se presta a muchos malentendidos.
¿Para qué reinventar
la rueda?
Algunas empresas tratan de sumarse a la innovación abierta,
dejando atrás el viejo prejuicio que las llevaba a rechazar toda idea externa
porque "no era de la casa". Según los autores, quienes lo hacen ven
aumentar la fabricación y venta de nuevos productos. Pero la rentabilidad es
otra historia, al menos por ahora. Tal
vez la innovación abierta sea buena para las ventas, pero no lo es tanto para
la cuenta de resultados, ya que implica un mayor gasto en I+D.
Esta realidad choca con algunas de las expectativas sobre la
innovación abierta, que recurre a ideas tanto internas como externas para
impulsar la innovación. Una de las corrientes investigadoras actuales en esta
materia parece insinuar que la compraventa de conocimiento siempre beneficia a
ambas partes, al aumentar la productividad de la I+D y reducir los costes. Pero
los autores consideran que tal afirmación es solo una hipótesis y la ponen a
prueba en un estudio que analiza 681 compañías "activas en
innovación" del sector manufacturero belga.
Y el caso es que han hallado evidencias que desmienten esa
hipótesis. "La compraventa de ideas
innovadoras aumenta la capacidad innovadora de una empresa, pero el proceso
parece incrementar los costes de forma desproporcionada", concluyen.
Una mala noticia para las empresas que aspiraban a mejorar la eficiencia.
La teoría de la
innovación abierta
Inicialmente, Cassiman y Valentini asumían que las empresas
que compraban o vendían conocimiento mejoraban la productividad de su I+D. A su
vez, esto debía reducir los costes "cognitivos, transaccionales y
organizacionales" asociados a la creación de un entorno permeable en el
departamento de I+D.
Cuando menos, la venta de ideas y tecnologías no utilizadas
debía aumentar los ingresos y tener
un efecto positivo en el estado de ánimo
de los investigadores, al ver que su trabajo no había sido en vano. Por su
parte, la compra de ideas suponía una reducción
del tiempo y esfuerzo necesarios para desarrollar nuevos conocimientos.
¿Qué es lo que no funcionó en la ecuación de la
rentabilidad? De acuerdo con el estudio de los autores, todo apunta a los
costes adicionales derivados de la complejidad de las alianzas tecnológicas de
las empresas, que exigía supervisar más recursos.
¿Un futuro abierto?
En principio, estos resultados negativos cuestionan la
tendencia a utilizar la innovación abierta cada vez más, aunque Cassiman y
Valentini instan a ser cautos y ampliar la investigación.
Por lo pronto, deben tenerse en cuenta dos aspectos
importantes que respaldan las ventajas
globales de la innovación abierta:
- Un posible descenso de los costes en el futuro. Las ventas y la rentabilidad podrían estar a la vuelta de la esquina, una vez que los departamentos de I+D se acostumbren a la nueva manera de hacer las cosas y aprendan a reducir costes.
- Como indican los resultados del estudio, quizá la complementariedad de los flujos de entrada y de salida de conocimiento no se den en el seno de la empresa. Pero el efecto beneficioso podría darse "a escala sectorial, donde la especialización y la división del trabajo de innovación incrementaría la productividad".
Ahora que por fin ven la luz muchas buenas ideas que habían
quedado relegadas a un cajón, sería una pena desechar la innovación abierta sin
haberla estudiado más a fondo.
Falta saber cuándo será rentable.
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