1º. – Disfruta mucho de lo que estás haciendo. Solo con una visión positiva de la vida es posible afrontar cada jornada con ilusión. El trabajo, cuando se hace con profesionalidad, se convierte en un hobby y además contagias energía a los que tienes a tu lado. Inténtalo, merece la pena.
2º. – Rodéate de un buen equipo. Si tienes oportunidad escoge a los mejores, incluso que te superen a ti. Tienes que preparar a tu sustituto. No escatimes recursos a la hora de elegir a los que serán tus mejores aliados, ellos serán tu espejo.
3º. – No siempre tu gente es la mejor, aunque estés satisfecho de ellos. Es corriente ver en las organizaciones, cuando viene la época de valorar los resultados, que nadie quiere que su gente aparezca más floja que la de otros equipos. Hay que ser honrado. Si hay personas mejores que las tuyas, reconócelo. Eso te ennoblece y dignifica.
4º. – Piensa que no eres imprescindible. Hay mucha gente, más de la que tú piensas, que puede hacer tu trabajo e incluso mejor. Hay directivos que son imprescindibles, pero insoportables. Piensa que, antes de lo que te imagines, la empresa ya ha pensado en tu repuesto.
5º. – La humildad es la competencia más difícil, pero la más gratificante. Decía Warren Bennis, que ha surgido la necesidad de un directivo humilde, consciente de la realidad de cada momento, una persona que sepa controlar los aires de grandeza.
6º. – Ilusiona a los que trabajan contigo. Un entrenador de un equipo puede hacer maravillas con sus jugadores solo trasmitiendo entusiasmo, ilusión, ganas de triunfar. Los jefes entusiasmantes sacan partido hasta del más débil del grupo. Sorprende a tu gente cada día. Deja el mal humor en la puerta de la oficina.
7º. – La sana ambición está reñida con las artimañas del trepa. Los trepas no deberían tener cabida en una organización, son la imagen del anti-equipo. La ambición sana es necesaria por qué es lo que estimula nuestro progreso. La insana contagia como el virus del ébola y genera enfermedad. Si un trepador consigue su propósito, hay que echarse a temblar.
8º. – Haz con los demás lo que te gustaría que hicieran contigo. Solo cuando se ha vivido una situación injusta con uno mismo, se es capaz de ponerse en la piel de los demás. Piensa siempre bien, aunque alguna vez te fallen, no importa.
9º. – Desarrolla a tus colaboradores. Egoístamente es la única forma de progresar tú. Comparte tus conocimientos y experiencias. Da feedback sincero y con espíritu constructivo. Ayuda a los demás a ser mejores.
10º. – Aprovecha el feedback como una grandísima oportunidad de mejora. Anima a los que te rodean a que te digan lo que debes mejorar. La perfección no existe, pero el mejorar cada día sí.
Pero sobre todo, piensa que si has llegado a dónde estás hoy, es porque te lo has ganado a pulso. Un mal momento no puede empañar una carrera brillante. Todos necesitamos una puesta a punto, una ITV Directiva. Tal vez un proceso de Coaching…
Jaime Pereira
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