La amistad con quien
manda puede beneficiarte, pero también es un arma de doble filo que en algunos
casos resulta tóxica, tanto para el empleado como para el superior. La ausencia
de límites entre la esfera personal y la profesional tiene que ver con muchos
de estos conflictos.
Los amigos en el trabajo impulsan
tu productividad y son el sustento de tu felicidad laboral. Numerosos estudios
concluyen que tener un buen amigo en el puesto habitual incrementa la satisfacción
profesional en un 50%.
Un "mejor amigo" en el
trabajo te lleva a estar comprometido y enganchado en tu puesto. ¿Y el jefe?
¿Puedes llegar a ser amigo de quien te manda?
Hay quien piensa que pasar el
tiempo con el jefe es lo mejor que uno puede hacer en el entorno laboral,
porque esto puede hacerte mucho más feliz y aumenta tu creatividad y,
curiosamente, tu eficacia. Estudios como el de la consultora LeadershipIQ
sostienen que más de seis horas semanales con un superior directo
perjudican seriamente esos niveles de motivación y creatividad, y que
el exceso de tiempo con el jefe se transforma en algo contraproducente.
Sin embargo, hay quien decide
estar cerca de su jefe, pasar tiempo con él y formar parte del grupo selecto.
La apuesta tiene ventajas, pero ser el favorito de quien manda también implica
contrapartidas.
Curiosamente, suele ser más fácil
convertir a tu superior en amigo que seguir siendo amigo de alguien que se convierte
en jefe.
* Debes tener en cuenta que
cuando un jefe se involucra excesivamente con las personas de su equipo pierde
objetividad. La cercanía lleva a valorar más al que está cerca, en detrimento
de personas más cualificadas, y la promoción profesional que resulta de todo
esto no es propia de un buen mando, sino de alguien con hábitos de liderazgo
mediocres.
* Si confundes una posible
amistad con tu jefe con ser dócil e inofensivo, puede llevarte a estar en el
grupo de confianza pero sólo por adoptar el rol de satisfacer a tu superior. Se
trata de un trabajo duro. Preocuparse constantemente de agradar al jefe es una
tarea muy complicada para la que no todo el mundo vale.
Todo esto tiene un nombre: ser
una pelota. Y a largo plazo, esta actitud es un error que puede costarte
caro.
Para empezar, sufrirás una
transformación que te llevará a ser cada vez menos profesional. Pero lo peor es
que el adulador que vive rodeado de decisiones inadecuadas e injusticias, y las
consiente, termina siendo víctima de todo eso que tolera.
* Tu "amistad"
con un mal jefe puede ser tóxica, porque éste ni quiere, ni valora, ni
respeta a quien le adula. Si es tu caso, debes prepararte para el hecho de que,
cuando las cosas se pongan complicadas para quien manda, éste no dudará en
abandonar la pelota a su suerte.
* Cuidado con la amistad con el
jefe que te lleva a una socialización en el trabajo obligatoria, a la que
accedes básicamente por no perder oportunidades de promoción. Esto es típico de
aquellas organizaciones y superiores que provocan y fomentan una indefinición y
confusión total entre tu esfera personal y la laboral. Y que pueden llegar a
marginarte profesionalmente si no sigues las actividades y eventos
extraordinarios que se imponen fuera del horario de trabajo.
Ese miedo a perder el puesto o a
no prosperar en tu carrera puede llevarte a una "amistad" o relación
tóxica con quien manda que es más bien resignación o sumisión.
* En todo caso debes tener en
cuenta que el hecho de que un jefe o una compañía puedan exigirte una
dedicación las 24 horas.
* Cuando la relación es una
pesadilla...Si por el contrario le caes mal a tu jefe y no hay química
entre vosotros, tienes un verdadero problema, y esa relación tóxica terminará
por amargarte la vida, personal y profesional.
Ante la falta de sintonía y el
conflicto permanente con un jefe que no te soporta, puedes fingir y comportarte
lo mejor que puedas desde la falsedad, disimulando y haciendo lo que a tu
superior le gusta.
También cabe resignarse y asumir
la situación como si no pasara nada, sobreviviendo mientras encuentras otro
trabajo o consigues cambiar de departamento.
Lo que no debes hacer es
confundir la falta de sintonía con el hecho de tener un mando que te presiona
constantemente y que se fija demasiado en ti, aunque esto te agobie. Un jefe
que exige en exceso puede ser más positivo que negativo, aunque esto depende de
hasta qué punto quieres promocionar en tu organización y de la tolerancia a la
presión que tengas.
En todo caso, también puedes
sacar algo positivo de un mal jefe y de una mala relación: la convivencia
profesional con un mando que te resulta perjudicial potencia competencias como
el propio riesgo de enfrentarte con ese jefe. Puede provocar también que
tiendas a automotivarte; que te autorregules y tomes distancia emocional. En
todo caso la relación profesional tóxica que te impone un mando provocará que
termines yéndote. De lo contrario, tu talento quedará desaprovechado.
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