En
el siglo XVIII, un ebanista de Núremberg que fabricaba lápices creó Faber-Castell. Dos siglos y medio
después, esta empresa familiar es el mayor productor de lápices de madera del
mundo. Pero, ¿cómo se puede innovar vendiendo un producto en apariencia tan
simple? ¿O cómo Falck, una
firma italiana que a principios del siglo XX basaba su actividad en la
fundición de chatarra, se ha convertido hoy en uno de los referentes europeos
en energías renovables?
Estos son dos de los cien ejemplos que el profesor del IESE Josep Tàpies, junto a Águeda Gil y Elena San Román, analiza en el libro 100 familias que cambiaron el mundo, editado por la Fundación Jesús Serra.
El titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y sus coautoras reúnen 100 historias de empresas familiares que han protagonizado capítulos importantes de la industrialización.
Sus casos permiten comprender cómo negocios familiares de muy diversos ámbitos (alimentario, textil, siderúrgico, agrícola, químico, eléctrico, automovilístico, construcción...) nacidos entre el siglo XVIII y 1913 continúan activos hoy gracias a su dinamismo y carácter innovador.
"La empresa familiar tiene un papel considerable y relevante en las economías modernas", afirman los autores, que demuestran cómo estas firmas han ayudado al desarrollo de la industrialización y cómo han sido capaces de adaptarse al cambio permanente que ha supuesto este proceso.
A lo largo de 500 páginas, el libro aborda casos concretos de negocios familiares fundados en Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Francia, Suiza, Italia, Portugal y España. Aunque cada una de estas empresas familiares es un mundo y difiere en razón de la geografía y la historia, los autores advierten que todas ellas comparten el control de una familia.
Dinámicas e innovadoras
Las conclusiones son reveladoras. Así, desmontan el tópico de que las empresas familiares son un fenómeno del pasado. Basta con ver la presencia e importancia que hoy en día tienen en los países europeos industrializados.
En esta línea, los autores derriban los mitos negativos que hace cuatro décadas se instalaron en torno a los negocios de raíz familiar y que los acusaban de tener aversión al riesgo y a la innovación.
Los autores abogan por entender el "carácter conservador" de las empresas familiares en el sentido de que buscan preservar el negocio para la siguiente generación. Y esto implica, obligatoriamente, tener una visión a largo plazo. "La creación de riqueza en la empresa familiar se concibe como un legado que permite transformar la sociedad de generación en generación", argumentan.
La clave que explica la longevidad y la actividad de las 100 compañías retratadas en el libro radica en la innovación, parte fundamental del verdadero ADN de las empresas familiares. "Son longevas porque han innovado para preservar sus negocios durante cientos de años", insisten los responsables del libro.
Y es que estas empresas familiares centenarias han afrontado la industrialización mediante un proceso de innovación dinámico, ya sea en el producto, en el proceso de fabricación, en su comercialización o en nuevos métodos organizativos. Y también mediante estrategias de crecimiento basadas en la penetración, la diversificación y el desarrollo de productos y mercados.
Son, pues, negocios que han protagonizado y promovido el cambio. Buen ejemplo de esto es el gigante alimentario Cargill, que comenzó su actividad a mediados del siglo XIX como productora de trigo y ha pasado a operar en cuatro áreas (alimentación, agricultura, servicios financieros e industria) y 65 países.
Esta búsqueda continua de procesos innovadores, con los riesgos que para todo negocio familiar supone afrontarlos, ha impulsado a su vez la propia industrialización.
Proyección hacia el futuro
Tàpies, Gil y San Román inciden en el papel clave que ha jugado la profesionalización de la dirección en esta capacidad de adaptación. Las nuevas empresas familiares del siglo XXI destacan "por un mayor grado de profesionalización, que afecta a los miembros de la propia familia y a los directivos contratados, pero sin renunciar al control familiar del negocio o a la transmisión de los valores que vieron nacer, crecer y perdurar las empresas", apuntan.
La obra también explica, desde una perspectiva histórica, los motivos por los que la industrialización surgió y se desarrolló en Europa y no en Asia, hasta entonces el continente que comandaba la economía internacional. Las consecuencias de este proceso fueron el nacimiento de una nueva era y una transformación radical del mundo occidental.
Se trata, en definitiva, de un centenar de relatos que ofrecen lecciones aplicables a los negocios del siglo XXI. "Porque el conocimiento profundo del pasado es una de las más poderosas herramientas para modelar el futuro de las empresas", concluyen los autores.
Estos son dos de los cien ejemplos que el profesor del IESE Josep Tàpies, junto a Águeda Gil y Elena San Román, analiza en el libro 100 familias que cambiaron el mundo, editado por la Fundación Jesús Serra.
El titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y sus coautoras reúnen 100 historias de empresas familiares que han protagonizado capítulos importantes de la industrialización.
Sus casos permiten comprender cómo negocios familiares de muy diversos ámbitos (alimentario, textil, siderúrgico, agrícola, químico, eléctrico, automovilístico, construcción...) nacidos entre el siglo XVIII y 1913 continúan activos hoy gracias a su dinamismo y carácter innovador.
"La empresa familiar tiene un papel considerable y relevante en las economías modernas", afirman los autores, que demuestran cómo estas firmas han ayudado al desarrollo de la industrialización y cómo han sido capaces de adaptarse al cambio permanente que ha supuesto este proceso.
A lo largo de 500 páginas, el libro aborda casos concretos de negocios familiares fundados en Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Francia, Suiza, Italia, Portugal y España. Aunque cada una de estas empresas familiares es un mundo y difiere en razón de la geografía y la historia, los autores advierten que todas ellas comparten el control de una familia.
Dinámicas e innovadoras
Las conclusiones son reveladoras. Así, desmontan el tópico de que las empresas familiares son un fenómeno del pasado. Basta con ver la presencia e importancia que hoy en día tienen en los países europeos industrializados.
En esta línea, los autores derriban los mitos negativos que hace cuatro décadas se instalaron en torno a los negocios de raíz familiar y que los acusaban de tener aversión al riesgo y a la innovación.
Los autores abogan por entender el "carácter conservador" de las empresas familiares en el sentido de que buscan preservar el negocio para la siguiente generación. Y esto implica, obligatoriamente, tener una visión a largo plazo. "La creación de riqueza en la empresa familiar se concibe como un legado que permite transformar la sociedad de generación en generación", argumentan.
La clave que explica la longevidad y la actividad de las 100 compañías retratadas en el libro radica en la innovación, parte fundamental del verdadero ADN de las empresas familiares. "Son longevas porque han innovado para preservar sus negocios durante cientos de años", insisten los responsables del libro.
Y es que estas empresas familiares centenarias han afrontado la industrialización mediante un proceso de innovación dinámico, ya sea en el producto, en el proceso de fabricación, en su comercialización o en nuevos métodos organizativos. Y también mediante estrategias de crecimiento basadas en la penetración, la diversificación y el desarrollo de productos y mercados.
Son, pues, negocios que han protagonizado y promovido el cambio. Buen ejemplo de esto es el gigante alimentario Cargill, que comenzó su actividad a mediados del siglo XIX como productora de trigo y ha pasado a operar en cuatro áreas (alimentación, agricultura, servicios financieros e industria) y 65 países.
Esta búsqueda continua de procesos innovadores, con los riesgos que para todo negocio familiar supone afrontarlos, ha impulsado a su vez la propia industrialización.
Proyección hacia el futuro
Tàpies, Gil y San Román inciden en el papel clave que ha jugado la profesionalización de la dirección en esta capacidad de adaptación. Las nuevas empresas familiares del siglo XXI destacan "por un mayor grado de profesionalización, que afecta a los miembros de la propia familia y a los directivos contratados, pero sin renunciar al control familiar del negocio o a la transmisión de los valores que vieron nacer, crecer y perdurar las empresas", apuntan.
La obra también explica, desde una perspectiva histórica, los motivos por los que la industrialización surgió y se desarrolló en Europa y no en Asia, hasta entonces el continente que comandaba la economía internacional. Las consecuencias de este proceso fueron el nacimiento de una nueva era y una transformación radical del mundo occidental.
Se trata, en definitiva, de un centenar de relatos que ofrecen lecciones aplicables a los negocios del siglo XXI. "Porque el conocimiento profundo del pasado es una de las más poderosas herramientas para modelar el futuro de las empresas", concluyen los autores.
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