Por mi carrera profesional he
tenido que desarrollar y llevar a cabo unos cuantos planes de acogida,
bienvenida e introducción. Incluso tuve que hacerme el mío en más de una
ocasión.
Los cien primeros días son
decisivos. Nadie
sabe cómo piensas, no te conocen, pero como eres el nuevo tienes una
“franquicia” para hacer lo que te dé la gana durante ese periodo. ¡No lo
desperdicies! A partir del día ciento uno, ya eres uno más. La gente empezará a
verte de otra manera.
Para que entres con buen pie, me
tomo la libertad de ponerte encima de la mesa estas reflexiones que me hago en
voz alta. No son muchas, pero son de hondo calado. Te llevarán tiempo,
pero te ayudarán mucho cara al futuro…
1º.- Entrar desde el
primer día con mucha humildad. Los “sabiondos” producen rechazo. El correo
que han circulado con motivo de tu llegada, te pone por las nubes, y tú sabes
que no es para tanto. La primera sensación, al incorporarte, será de
extrañeza, pero también de sentirte “Rey por un Día”. No te lo creas, que no se
te suba a la cabeza. El día a día, les hará ver que eres un tipo normal. La
humildad es la más elemental virtud de un directivo “sano”, pero también una de
las más difíciles de cumplir.
2º.- Llevar a cabo un
buen plan de inducción. Invertir en ello el tiempo que sea necesario para
conocer a fondo la compañía. Tu primera tarea es ésta. Siéntate con tu
jefe, saca papel y lápiz y toma notas que te sirvan para hacer tu propio plan
de introducción en la compañía. Si no conoces bien en donde vas a trabajar,
tendrás muchas dificultades para ser un directivo eficaz. Todo lo que
hagas en este momento será una gran inversión.
3º.- Hablar y dedicar
mucho tiempo al equipo para analizar y estudiar qué se ha hecho, qué se está
haciendo y qué será necesario hacer. Es vital caer bien a tu gente desde el
primer momento. No es necesario hacerse el “simpaticón” ni el gracioso ni el
paternalista. Simplemente hay que entra con buen pie. Tus colaboradores te
pueden llevar al éxito, pero también al fracaso. Desde el primer día, cuídalos.
Van a ser tu mejor escaparate.
4º- Analizar cultura,
valores, misión, objetivos, estrategia, resultados. Es la etapa más difícil
y más crítica. Los objetivos, misión y estrategia son fáciles. La dificultad la
encontraras en descubrir la cultura y los valores. Fíjate en todo lo que
acontece a tu alrededor, ahí podrás percibir signos visibles de por dónde
van las cosas. La máquina del café, la cantina, el gimnasio… son buenos lugares
para escuchar y ver. Hasta que no estés seguro de conocer cultura y valores,
mantente cauto.
5º.- Estudiar el sector,
el mercado, la competencia, las tendencias, los productos. Se trata de una
labor “académica”. Te llevará horas, pero es absolutamente necesario que
domines todas y cada una de estas asignaturas. A lo mejor vienes del mismo
sector, en cuyo caso el trabajo se reduce considerablemente, aunque podrás
“resentirte” si ves encima de la mesa de tus nuevos compañeros productos o
información de tu antigua compañía. Por experiencia te diré que se pasa mal.
6º.- Conocer procesos,
sistemas, organización. Para poder fijar objetivos a tu equipo, diseñar
estrategias, entender parte de la cultura, no te queda más remedio que dominar
estas tres áreas, especialmente la de procesos.
7º- Visitar a clientes y
proveedores para conocerlos más de cerca. Muchas compañías, cuando se
incorpora un directivo, lo primero que hacen es enviarlo con una cartera y un
catálogo a hacer la “Ruta de la Pana”, esto es: a vender. La experiencia
que se adquiere con ello es incalculable. Si te puedes aprender los nombres de
los interlocutores y empezar una relación personal con ellos, tu trabajo ganara
muchos enteros.
8º.- Con toda la
información recibida, hacer un plan de trabajo claro, a fecha determinada y
comunicarlo al equipo. Ahora ya sabes muchas cosas. Ya no valen disculpas.
Has dejado de ser un novato y a partir de este momento se te
empezaran a exigir resultados. Es tiempo de acción. Empieza el qué, cómo,
cuándo y cómo lo voy a medir… Te va en ello mucho.
9º.- Fijar objetivos
claros a los miembros del equipo y decirles qué esperas de ellos. Repartir
juego es el siguiente paso. Tienes un equipo, del que debes saber sus
fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades. Piensa qué les vas
a exigir, pero ellos también te van a exigir a ti. Diles muy claro qué
esperas de ellos y pregúntales, sin miedo, qué esperan ellos de ti.
10º.- Sensibilizarte de
que tan solo eres un miembro más de la Dirección de la Compañía y que tus ideas
no son “dogmas”. Los demás también cuentan. Si con todo, empiezas el camino
bien y las cosas te van saliendo mejor de lo que esperabas, piensa que los
demás también están teniendo parte en tu buen hacer. Con tus colegas eres uno
más, no trates de imponer siempre tu criterio. Ellos también son brillantes.
Espero haberte ayudado. Por
supuesto que hay otras fórmulas también buenas, pero éstas son las mías, las
que a mí me han dado resultado y que hoy comparto contigo.
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