La autora propone cinco maneras para fortalecer nuestra
mente y no dejar que la incertidumbre nos impida actuar. Éstas son:
1.- APRENDER A SUPERAR EL MIEDO INNATO QUE EL CEREBRO
SIENTE ANTE LA INCERTIDUMBRE
Nuestro cerebro está programado para reaccionar con miedo al
enfrentarse ante la incertidumbre. Los neuroeconomistas explican que al
incrementar la incertidumbre en un escenario el cerebro límbico toma el control
del cerebro más reflexivo y al hacerlo engendra emociones tales como ansiedad o
miedo. En la época de las cavernas esta respuesta servía para mantener a salvo
a las personas pero en la época actual interfiere y retrasa nuestra capacidad
de superar la incertidumbre tanto en la vida personal como laboral.
Por tanto ya que la incertidumbre hace que nuestro cerebro
reflexivo ceda el control al emocional necesitamos comprometer a nuestro
cerebro racional si queremos superar la incertidumbre del mundo moderno y la
ansiedad que genera.
Quy recomienda para ello que etiquetemos todos los
pensamientos de temor que surjan en la situación a la que nos enfrentamos,
ponerlos por escrito y recordar que el miedo procede de una parte primitiva del
cerebro que quiere tomar el control. Aplastar cada pensamiento atemorizante
para poder contemplar la situación de forma racional. En este punto debemos
comenzar a generar pensamientos positivos que nos den ideas sobre formas de
vencer el miedo y seguir avanzando.
2.- NUNCA CONFUNDIR MEMORIAS CON HECHOS
Podemos superar la incertidumbre si reconocemos que nuestros
recuerdos del pasado no siempre son exactos. Nuestras memorias pueden ser
erróneas pero con frecuencia consideramos que son más fiables que la
información procedente de la observación o los datos.
Nuestra memoria no almacena la información de forma tan
exacta como nos es presentada, sino que extraemos la esencia de la experiencia
y la almacenamos de la forma en que tiene más sentido para nosotros. Esta es la
razón por la que distintas personas observando el mismo acontecimiento con
frecuencia ofrecen versiones diferentes del mismo.
Los psicólogos han observado que una vez que hemos formado
una opinión incorporamos la información que la apoya e ignoramos o rechazamos
la que es contraria. El sesgo de la confirmación sugiere que seleccionamos los
datos que nos hacen sentir bien porque confirman nuestras propias opiniones.
Lo mismo ocurre con nuestros recuerdos. Si tenemos una
creencia autolimitante sobre lo que podemos hacer nos apoyamos en memorias que
confirmen nuestra baja autoestima. Nuestros recuerdos no siempre son reales y
podemos engañarnos si no tenemos cuidado.
Para evitar esto debemos recordar que nuestros sesgos de
confirmación almacena información consistente con nuestras creencias, valores y
autoimagen, reconocer que nuestra memoria en ocasiones no nos proporciona una
información exacta y evaluar los recuerdos impregnados de creencias
autolimitantes para que tengamos perspectivas más exactas de las situaciones.
3.- SER CUIDADOSO CON LAS GENERALIZACIONES
Daniel
Kahneman describe cómo podemos pensar rápido utilizando estereotipos
lo cual puede ser muy eficiente, normalmente exacto y esencial para nuestra
supervivencia y sobre todo nos libera para poder pensar en otras cosas.
Pero debemos tener cuidado porque el pensar rápido puede
generar errores en determinadas situaciones ya que si nuestra mente se apoya
tanto en los estereotipos que recurrimos a ellos aunque desafíen a la lógica
necesitamos dar un paso atrás y reevaluar nuestro sistema de creencias. Es
importante que busquemos nueva información para determinar si corroboran
todavía las normas y creencias que nos han servido en el pasado y que no están
marcadas por los prejuicios.
También, debemos mantenernos alerta ante estereotipos que
nos pongan límites a nosotros o a los demás y estar alerta de posibles errores
al emitir decisiones o juicios rápidos.
4.- APRENDER A PENSAR CON MAYOR AGILIDAD
Las personas que tienen éxito se preparan para enfrentarse
ante todos los resultados posibles. Si somos inteligentes comprobaremos siempre
el terreno antes de dar un paso hacia lo desconocido, lo cual no implica falta
de seguridad en nosotros mismos sino que es una muestra de nuestro instinto de
conservación. No es lo mismo que mantener la creencia de “esperar lo
peor” porque nos recuerda que podemos manejar cualquier dificultad que pueda
surgir. Podemos preguntarnos qué es lo peor que puede pasar para poder
planificar la forma de abordarlo si se confirma. Esta pregunta nos
obliga a analizar todas las posibilidades y al hacerlo expandimos nuestra
capacidad de enfrentarnos y adaptarnos a las distintas situaciones, con lo que
la incertidumbre es más manejable.
Entre las recomendaciones de la autora tenemos el reunir al
equipo antes del lanzamiento de un proyecto y plantear que el proyecto ha
fallado y preguntar cuáles han podido ser las causas. Este “premortem” sirve
para exponer posibles resultados indeseados que de otra forma pueden pasar
desapercibidos. También debemos adaptarnos a la nueva información cuando se
presente y cambiar nuestro curso de acción si es necesario. Todo esto no es
reflejo de una actitud pesimista sino estar preparado ante todo lo que puede ir
mal.
5.- CENTRARNOS EN LO QUE IMPORTA
Casi cualquier decisión importante que tomamos tiene un
componente aunque sea pequeño de incertidumbre. Esta es la razón por la que
debemos enfocar nuestra energía hacia aquello que más nos importe.
La mayor parte de las decisiones complicadas tienen que ver
con los valores y en qué peso les damos a los que son más importantes. Al
hacerlo estamos intentando ver las cosas de forma clara y concisa. La razón es
simple: continuamente nos vemos asaltados por malos valores cada vez que vemos
las redes sociales o la televisión. Éstos son superficiales, egoístas y
dependientes de eventos externos y se escapan a nuestro control por lo que
siempre estamos luchando por conseguirlos. Ejemplos de ellos son el éxito
material, la necesidad de adoración o nuestro deseo de ser famosos y pueden
influir en nuestro comportamiento de forma negativa y como resultado podemos
fijar unos estándares bajos para nosotros mismos.
Los buenos valores, por el contrario, son honestos,
considerados y controlables. Se obtienen de forma interna y no dependen de
nadie más. Cuando escogemos valores buenos escogemos buscar cosas buenas y
tomamos mejores decisiones porque perseguimos cosas que facilitan valor y
significado para nosotros.
Quy recomienda, pues, que nos centremos en lo que
importa para mantenernos en contacto con nuestros valores. Al priorizarlos
podremos ver cuáles merecen la pena y cuáles deben ser desechados, teniendo
cuidado para no bajar demasiado nuestros estándares preguntándonos: “¿Qué es lo
más fácil?”, sino “¿Cómo puedo ser una mejor persona?” La respuesta a esta
pregunta nos ayudará a establecer prioridades y a definir qué es lo que
consideramos que es el éxito para nosotros. Cuando nos encontramos ante buenos
problemas podemos superar la incertidumbre con mayor facilidad.
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