La propuesta de un
profesor de la Universidad de Princeton, para terminar con la idea de que hay
que presentarse como un ser perfecto ante el seleccionador.
Hubiera sido espléndido asistir a la expresión del selector
de personal cuando accedió al CV del postulante, donde enumeraba sus fracasos,
en vez de sus éxitos profesionales.
Se trata de Johannes
Haushofer, profesor de Psicología y Asuntos Públicos, de la Universidad de
Princeton, quien enumeró todo aquello que no pudo conseguir: cursos a los que
no pudo ingresar, financiación para investigaciones que no ha logrado y
rechazos de artículos en revistas académicas. Lo peor de todo, según Haushofer,
es que su CV de fracasos "ha recibido muchas más atención que mis
investigaciones".
El encabezamiento de su presentación es un documento en PDF
cuyo nombre, para que no queden dudas, es "CV
de fracasos". Podríamos decir que Haushofer va a contramano de todos
los convencionalismos contemporáneos en la búsqueda de empleo. En circuitos
donde reina la meritocracia -palabra que en la actualidad ha generado polémica
a partir de un aviso publicitario- exponerse de esa manera equivaldría a la
marginación, ya que la meritocracia, según el Diccionario de la RAE, es un
"sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en
función de los méritos personales". Es una definición algo discutible,
debemos señalar, porque implica que cualquier logro nace del esfuerzo
individual, y en la realidad del trabajo y las organizaciones en general no
resulta ser exactamente así. Tampoco en la historia de la humanidad.
El novedoso CV del psicólogo de Princeton obliga a elaborar
un neologismo: la "honestocracia", que significaría abrir las puertas
a la verdad, sin máscaras ni sinuosidades. En vez de presentarse como
equivalente de Superman o la Mujer Maravilla, se revela una persona con todos
sus avatares negativos. El verdadero problema sobre el éxito o el rechazo de un
CV con estas características es el selector, que navega por los circuitos
tradicionales, con las anteojeras correspondientes.
El juego, parecido a las novelas policiales, es como sigue.
El postulante se presenta, mencionando todas sus virtudes para acceder a la
posición ambicionada. El selector desconfía, porque su responsabilidad es
presentar a la persona más adecuada. Se convierte en una especie de detective.
Lo interroga, analiza atentamente sus gestos, sus expresiones, bucea para
encontrar las mentiras ocultas, sus ambiciones y expectativas de futuro,
pesquisas de antecedentes de cualquier tipo (trabajo anterior, referencias, estudios
ambientales, intrusión en el tramado psicológico, etcétera) y una vez
comprobado que todo lo que dice es verdad, empieza a abrir la posibilidad de
contratarlo.
De todos modos, no habrá nunca una seguridad total, por más
recaudos que se tomen porque, como se hace referencia habitualmente, se ve la
foto y no la película. El cuadro observado hoy no es más que un resultado. Y lo
que es peor, como la vida de una persona es en verdad una especie de película,
ésta seguirá evolucionando dentro de la empresa, y su final puede ser
inesperado.
Es cuando el selector se convierte en un profeta, con todas
las incertidumbres que comparte con los horóscopos y cábalas de cualquier otro
ámbito. El artículo redactado por Jaime Quirós en una página web menciona declaraciones
de Haushofer: "Desde que se publicara el documento el 23 de abril a través
de un enlace en su cuenta de Twitter, el psicólogo, que tiene un doctorado en
Economía del cual se graduó con honores, ha recibido cientos de felicitaciones
por dar «una gran lección»".
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