El fracaso está de
moda. De repente todos se han puesto a elogiar el fracaso. Que sirve para
aprender, que no hay gran triunfador que no haya fracasado varias veces, que
sin fracaso no hay triunfo, etc., etc. Loado sea el fracaso.
Todos los famosos hablan de sus fracasos. Una enorme
cantidad de conferencias TED hablan del fracaso. Las entrevistas de trabajo de
pronto preguntan siempre cuándo fracasaste, cómo y por qué. Se aconseja a los
que empiezan que es bueno que fracasen, que el fracaso superado es una señal de
grandeza. Parecería que la sensación de ser dueño del universo pasó de moda. Lo
que está bien ahora es ser un fracasado.
Pero a ver: todas estas discusiones sobre el fracaso tienden
a dejar una moraleja un poquito débil: que después de todas las desilusiones y
después de todos los dolores de cabeza viene el tan bien merecido éxito. Lo que
se desprende de todas estas historias grandes gerentes que fueron fracasados
antes o de famosos que fracasaron mil veces antes de llegar a donde llegaron y
que se enorgullecen de ellos es que tú no te desanimes- Es como decía
Almafuerte: "Si te caes diez veces te levantas, otras diez, otras cien,
otras quinientas?." etc. ¡Tú también triunfarás!
Usan sus fracasos para bruñir sus éxitos. Para decorar sus
historias, para crear una marca, para sugerir empatía. El fingir tanta humildad
parece una especie de burla frente a tanto éxito presente, tanto prestigio,
tantas ganancias.
Leemos sobre fracasos que terminan en triunfos, Pero no
leemos sobre los miles de millones de fracasos que terminan en derrotas. Y que
además son la mayoría. La mayoría de los mortales, nosotros, fracasamos. En
silencio, en el más absoluto anonimato. El mito es el camino del héroe: fracasa
una vez, fracasa mil veces y luego le llega el resonante triunfo. Pero eso no
le ocurre a la mayoría, que fracasa sin fanfarria. Nosotros seguimos
fracasando, y seguimos sufriendo. Seamos honestos, señores. Fracasar es lo más
común, y no es agradable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario