Cinco referentes contaron cómo desarrollaron proyectos innovadores, y aportaron su visión de cómo es llevar adelante equipos transitando por los márgenes y tomando riesgos.
Un reclamo importante por un nuevo liderazgo se está haciendo escuchar en el mundo empresarial. La irrupción de lo digital, los equipos
diversos y la proliferación de nuevos modelos de negocios requieren personas
disruptivas. Cada vez más se piden líderes que no tengan miedo de recorrer
los márgenes, que no le teman a salirse del libreto y alejarse de los números
para conectarse con su parte más humana. El líder disruptivo no será reconocido
por quién es, sino por lo que hace. Sólo cuando su equipo resalte, él brillará.
Para analizar este nuevo tipo de liderazgo, fueron
convocados a la quinta jornada de Management 2020, organizado por LA NACION y
Accenture, Lorena Suarez, country
manager de la aceleradora Wayra; Gonzalo
Vidal Meyrelles, creador de la agencia de publicidad Prójimo; Juan Taratuto, director de cine de
Concreto Films (Un novio para mi mujer, Me casé con un boludo, entre otras
películas); Sergio Vigil, ex
entrenador de la selección argentina de hockey femenino y director de
SportCases Click, y Conrado J. Estol,
neurólogo especialista en enfermedades cerebrovasculares. Moderó el panel José Del Rio, adscripto a la Secretaría
General de Redacción de LA NACION.
Nada mejor para entender qué es un líder disruptivo que
empezar a conocer la historia de vida de uno de ellos. Y Vidal Meyrelles relató parte de la suya. "Me independicé en
2009 y empecé a trastabillar allí. Hasta 2012 me pasaron varias cosas que yo vi
como golpes: mi socio se tuvo que ir, el inversor que iba a poner la plata
desapareció, los empleados se empezaron a ir. Entraron a robar a mi casa;
también me robaron en la agencia", recordó.
Así fue como se encontró solo y casi sin profesión. A los 46
años ya nadie lo llamaba. "Me di cuenta de que había fracasado y que
estaba roto. Descubrí que lo mejor no era emparcharme, sino dejarme romper
todo. Entonces, cuando me vi roto vislumbré la oportunidad de volver a armarme
como yo quisiera. Vi el agujero y dije: «Lo voy a llenar de algo nuevo». Entré
a la villa y me di cuenta de cuánto había para hacer en ese lugar", contó.
Y así fue cómo creó su agencia de publicidad Prójimo, en la villa La Cava.
Vigil remarcó que
aceptar quebrarse no tiene que dar vergüenza. Y citó una frase que suele
decirles a los deportistas: "Tristeza es no conseguir lo que quiero;
fracaso tiene que ver con no poder estar siendo quien quiero". Y destacó
que lo que tiene el deporte de alta competencia es que todos los días invita a
una derrota y a una victoria. "Todos los días tenés esos fracasos en los
que te quebrás en mil pedacitos. Hay que darse cuenta de que en cada rotura hay
algo mágico preparado", dijo el entrenador.
El líder disruptivo
es precisamente aquel que toma el fracaso como una oportunidad. En este
sentido, Taratuto opinó que el
fracaso da un lugar para poder habitar y desde el cual poder partir. "A
veces es más visible, pero otras es más íntimo. El fracaso es no lograr lo que
uno quería lograr y tiene más que ver con no haber puesto todo lo que uno tenía
para llegar al lugar que uno quiere", subrayó el cineasta
Pero ¿qué hay que
hacer para tener éxito? Según Estol,
"hay que aprender", y dijo que todos los días hay que aprender algo.
"Hice una residencia en los Estados Unidos, y lo interesante fue que el
aprendizaje fue distinto; vi gente muy humilde que yo sabía que eran nombres
famosos. Ahí aprendí que ese líder lo primero que sabía decir era: «No sé». Lo
escuché infinidad de veces de gente que podría haber tenido otra actitud. Y eso
los transforma en mentores, en maestros, algo que no se estudia ni se enseña.
Por eso, para tener éxito hay que encontrar ese lugar donde aprender. Siempre
hay que intentar, hacer, estar en el lugar en el que se tiene que estar",
aconsejó el especialista.
Muchas veces, el ámbito en el que se trabaja es el que da
las herramientas para ser disruptivo. Según enfatizó Suarez, ella tiene la fortuna de estar trabajando desde hace años
con emprendedores y viendo actitudes que le enseñaron mucho, porque el
emprendedor es una persona que naturaliza el fracaso, entendiendo que éste es
parte del aprendizaje.
"Cuando querés hacer cosas distintas, innovar, esa
incertidumbre naturalmente te plantea un espectro de trabajo en el que vas a
fracasar muchas veces hasta encontrar el camino. Prácticamente a diario, los
emprendedores tienen éxitos y fracasos. Ellos siempre buscan feedback de qué es
lo que puede pasar, para ir ajustando las decisiones que van tomando en el
camino", explicó.
Suarez remarcó
que quizás en otros ámbitos el error o el fracaso son vistos como una
penalidad; en cambio, cuando un emprendedor se equivoca, lo festeja, porque es
una oportunidad para aprender y corregir.
A la hora de analizar cuánto influye el apoyo de la familia,
Vidal Meyrelles optó nuevamente por
recordar una anécdota y echar mano a la metáfora. "Hubo un momento en el
que nos reunimos todos y les dije que era como que me había caído de la
bicicleta y estaba todo lastimado en el suelo; pero que no había que
entregarse, sino que había que levantarse, tomar de nuevo la bicicleta y seguir
pedaleando. Estoy raspado, me duele todo, pero voy a subir a la bicicleta
mañana y voy a seguir", destacó el creativo.
Y fue justamente entonces cuando empezó a ver lo que iba a
hacer. "Cuando entré a la villa y empecé a percibir el valor que había
allí, la creatividad y la inteligencia, me di cuenta de que tenía que poner una
agencia en ese lugar. Conté en mi casa qué era lo que quería hacer y me dijeron
que estaba buenísimo", recordó.
"¿Cómo es el
detrás de escena?", le preguntaron a Taratuto. El cineasta respondió que allí trata de hacerse caso,
porque sabe que ése es el camino que más feliz lo hace. "Cuando logro
aislar un deseo y sé lo que quiero filmar, el tema de la película empieza a ser
una sensación en la panza. Algo que es difícil de decir, pero conozco el sentimiento.
Entonces, toda la lucha es para llevar ese sentimiento hasta el día del
estreno", relató.
En el medio de ese proceso se puede dar un paseo o una
guerra, según las propias palabras de Taratuto.
"En general, he tenido más paseos que guerras -afirmó-. Tiene algo genial
el set, que es que todos se aíslan del mundo, todos dejan todo en el trabajo,
desde los actores hasta el equipo técnico. Los egos se alinean y van detrás de
un proyecto y una ilusión."
Por su parte, Vigil
destacó la importancia de darse cuenta de las habilidades de las personas que
uno tiene al lado. "Muchas veces son personas con un potencial muy grande,
pero cada integrante del equipo tiene distintas habilidades, y si podemos
darnos cuenta de quién es el que tenemos al lado, esa persona puede aparecer en
cualquier momento", analizó.
"¿Cuántas veces damos la posibilidad, en cada uno de
los equipos de la vida, de descubrir esas capacidades que cada uno
tiene?", se preguntó Vigil. Y
continuó: "Hay que atreverse, tomar riesgos, tener compromiso con el otro.
Lo más importante no es llegar al objetivo, sino recorrer el camino hacia el
objetivo".
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