La mayoría de las personas cargan con un complejo difícil de
superar: creer que no son creativas. La inclinación está muy marcada en el
mundo empresarial, donde no muchos se sienten un Steve Jobs o un Bill Gates,
para no mencionar a un Leonardo Da Vinci o a un Picasso. La creatividad tiene
un aura misteriosa que parecería estar reservados para unos pocos elegidos.
Nada más alejado de la realidad.
Aunque es cierto que hoy las organizaciones cuentan con
tecnologías que sistematizan los procesos y dejan poco librado a la imaginación
de sus empleados, sin el aporte creativo de sus miembros, las empresas
simplemente dejarían de aprender y de crecer. En un contexto globalizado,
cambiante e interconectado como el actual, es necesario que las compañías y sus
integrantes se mantengan ágiles para dar respuesta a necesidades y a
circunstancias no previstas en los sistemas, por más sofisticados que sean
éstos.
La tríada compuesta por creatividad, innovación y cambio
impacta a la organización sin descanso. Para que genere valor en una empresa,
la creatividad tiene que estar enfocada. No se trata de crear solo en el
sentido artístico, sino de producir innovación, es decir, de enfocarse para
concebir productos o servicios que generen cambios concretos para las personas.
Ser capaz de responder adecuadamente a esta dinámica es lo que torna
sustentable a una compañía.
El diseño enfocado en personas (DEP), o Design Thinking, es
un proceso ideado para ayudar a los equipos a ser más creativos. Busca proveer
una guía práctica para generar soluciones novedosas que las personas puedan
usar y que les cambien la vida. Es un método que -tras identificar un problema-
observa cómo vive la gente, se apoya en la empatía, y aprende sobre ella y
sobre sus hábitos para recopilar información que luego se clasifica en busca de
patrones. Usando los patrones descubiertos, se decide un plan de acción y se
conciben ideas con las que se construye un modelo o prototipo. La invención se
prueba y se reprueba hasta que hace lo que debe hacer de la mejor manera
posible.
Si bien el proceso es bastante intuitivo, por lo que
recuerda a otros similares, quienes lo difundieron en su forma actual fueron
David Kelley, Bill Moggridge y Mike Nuttall, los fundadores de la firma IDEO en
Palo Alto, California. Aunque al comienzo se dedicaron a diseñar productos como
cepillos de dientes y computadoras, con el tiempo fueron aumentando su alcance
hacia soluciones centradas en la experiencia de los consumidores.
Un ejemplo de sus logros es el sistema de votación de la
comuna de Los Ángeles en California. El desafío era crear un sistema que
resultara equitativo para asegurar el derecho de elección a cinco millones de
ciudadanos sumamente diversos. Una experiencia de voto instintiva y accesible a
todos era la prioridad de las autoridades electorales. Además de considerar
toda clase de restricciones legales, el equipo de IDEO tuvo que considerar las
características personales de los electores. El heterogéneo universo -que
incluía a personas con discapacidad motriz, con diferencias idiomáticas, con
poca familiaridad con la tecnología, con dificultades cognitivas, y
otras-representaba un desafío tan estimulante como arduo.
La meta era crear un dispositivo que resultara familiar para
los votantes, que balanceara lo emocional con lo funcional y que fuera
adaptable en el tiempo. Empleando el DEP consiguieron desarrollar un prototipo
que mediante una pantalla táctil permite recorrer la lista de candidatos. Para
aquellos con impedimentos visuales o de lectura, un controlador de audio los
orienta a lo largo del proceso. Con el propósito de superar las barreras
idiomáticas, el sistema funciona en los once lenguajes mayoritarios de la
comuna.
David Kelley es un hombre cordial y carismático. Además de
su rol en IDEO es profesor de la Universidad de Stanford. Su visión es ayudar a
la gente a desarrollar lo que llama "confianza creativa". Ha
demostrado que, empleado el proceso de DEP, todos pueden crear cosas asombrosas
e innovadoras. Guiado efectivamente a través de una serie de pasos -que son
como pequeños triunfos-, cualquiera puede superar el complejo de no ser
creativo.
Eugenio Andrés Marchiori y Andrés Hatum. Profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella
Eugenio Andrés Marchiori y Andrés Hatum. Profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella
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