Vamos a facilitar la
tarea a la gente para que, cuando tengan que contar alguna trapisonda de su
jefe, en lugar de verse en la necesidad de hacer un largo relato, sólo tenga
que decir, por ejemplo: "Me hizo la número cuatro".
Convengamos que los dueños, los directivos, los gerentes,
los jefes de todo nivel dicen algunas frases lindas porque las han leído en los
libros, en los artículos, en los diarios, en los preceptos mismos de la empresa
y porque son políticamente correctas. Suenan bonito, pero muchas veces son algo
más que palabras huecas: son mentiras.
Aquí van algunas:
Los empleados son nuestro bien más valioso. Esto suena
maravilloso, pero lo cierto es que cuando los resultados trimestrales no dan
como deberían, lo primero que se recorta son los puestos de trabajo. Y en cada
puesto de trabajo hay un empleado.
Yo sigo una política
de puertas abiertas. El jefe que trabaja con las puertas abiertas corre el
riesgo de soportar una interminable cola de quejas, pedidos, reclamos o
problemas que le llevan de vuelta para que los resuelva. Puede que sí las tenga
abiertas, pero cada uno que se acerque se llevará un regaño o un trabajo
adicional que no pensaba asumir y así, la próxima vez pensará dos veces antes
de entrar.
Con el nuevo plan
podrá ganar más dinero. Es poco probable que la empresa modifique todo su
plan de remuneraciones para beneficiar al personal. Los aumentos son poco
frecuentes. Lo más probable es que el nuevo sistema sea por resultados, o sea
que si los resultados no son buenos, la culpa es tuya y no habrá aumento. En
realidad una compleja maniobra para ocultar que de ahora en adelante el salario
dependerá de que la empresa cumpla con sus objetivos de venta.
Nos estamos
reorganizando para servir mejor a nuestros clientes. Nadie se cree, a estas
alturas, que una reorganización transforme a la empresa en una máquina
generadora de ingresos. Tampoco es para creer que si los clientes no le tienen
gran simpatía a la empresa es porque su organización tiene lagunas. Entonces,
lo más probable es que el equipo directivo no tenga la menor idea de cómo
arreglar los problemas y crea que la reorganización podría servir para
disimularlo..
Recompensamos a
quienes asumen riesgos. Casi por definición, quien asume riesgos suele
fracasar. ¿Quién cree probable que un jefe vaya a recompensar a alguien que ha
fracasado sabiendo además que ese fracaso le significará una difícil
explicación ante la alta dirección? Lo más probable es que los que fracasaron
se queden dónde están y los que triunfaron se vayan a buscar mejores
horizontes.
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