A lo largo del día tomamos miles de decisiones. Desde que al
despertarnos escogemos los calcetines que nos vamos a poner, hasta que antes de
acostarnos llegamos a la conclusión que al día siguiente tendremos que convocar
una reunión para discutir de un proyecto.
Nuestro día a día consiste
básicamente en decidir lo que haremos, lo que no haremos y cómo lo haremos. Y
cada uno tiene su propio estilo. Hay personas que de dejan guiar por su
instinto y otras que no pueden decidir nada si alguien no se lo dice antes. Hay
personas racionales y analíticas y otras que esperan una señal antes de
lanzarse a tomar una decisión que puede cambiar su vida.
Precisamente es esto lo que queremos explorar en este
artículo. Cómo decidimos y cuánto ponemos de cada uno de nosotros mismos en las
decisiones que tomamos. Especialmente cuando nuestras decisiones influyen sobre
el trabajo de otras personas, es importante tener en cuenta por qué y de qué
forma decidimos. Así a rasgos muy generales, como explican en Entrepreneur,
podríamos distinguir estos siete tipo de personas o planteamientos a la hora de
tomar una decisión de cierta importancia.
Democráticos: toma de
decisiones en grupo
Las decisiones grupales son aquellas en las que el líder,
tras haber escuchado las opiniones de todas las partes implicadas y teniendo en
cuenta todos los puntos de vista, se decanta por la opción que parece más
popular.
Casi todas las decisiones importantes se someten a
brainstorming y votación. Las ventajas de esta forma de actuar son que ayudan a
crear un clima más “democrático” dentro de la organización. Por contra, se
corre el riesgo de caer en la inacción. De la misma forma el líder, que es el
que en teoría debe marcar el camino a seguir, puede quedar relegado a un
segundo plano.
Analíticos: datos y
más datos
Personas que toman los datos, cuanto más analíticos y
estructurados mejor, como base de sus decisiones. En un momento en el que el
Big Data parece explicar el comportamiento de nuestros clientes, por qué
vendemos o por qué no lo hacemos, si deberíamos ampliar o reducir plantilla, en
qué ciudades nuestra estrategia de marketing está funcionando mejor, etc. el
uso de los datos como fuente de toma de decisiones, tiene cada vez más
defensores.
Sin embargo los datos fríos sobre el papel, todavía no
pueden explicar muchos factores clave que tenemos que tener en cuenta a la hora
de tomar una decisión: cómo influyen las emociones, la psicología de una
persona o grupo de trabajo, los condicionantes que pueden afectar a una métrica
a largo plazo, tensiones políticas o económicas, etc.
Animales: puro
instinto
Decisiones rápidas, que literalmente “nacen en las tripas”
del que las toma. Son personas a las que no les importa asumir riesgos y que se
mueven con paso firme por la vida, confiados de que nunca les va a abandonar su
buena suerte. La mayoría de las decisiones tienen un fuerte contenido
emocional. Y si bien pueden llevar al mayor de los aciertos, también pueden
traducirse en estrepitosos fracasos.
Racionales: pros y
contras
Las personas “racionales” se sitúan en el otro extremo de la
ecuación. Tienden a considerar cada decisión de forma analítica, teniendo en
cuenta para ello los “pros” y los “contras” de cada una de las posibles
alternativas. Dejan fuera del proceso de decisión el factor emocional y o bien
no tienen un “instinto” como tal, o no se fían del suyo.
Son personas metódicas, lo cual aporta seguridad al grupo,
pero a la vez, son personas de las que
cabe esperar pocas sorpresas o ideas tremendamente innovadoras.
Mesiánicos:
inspirados por el yo interior
Personas que encuentran en el retiro espiritual, la
meditación y algunas forma de contemplación la mejor forma de llegar a una
decisión. Suelen ser personas religiosas (aunque no siempre) y la base de sus
decisiones no nace tanto de sus creencias espirituales como de la “paz
interior” que encuentran cuando tienen un momento para “alejarse del mundo” y
pensar con claridad.
Algunas de estas personas pueden ser tremendamente
carismáticas (Steve Jobs, por ejemplo), pero la línea entre el líder visionario
y el loco extravagante, en ocasiones es demasiado fina.
Impulsivos: un mundo
sin frenos
Toman decisiones basadas en su instinto, pero sobre todo,
dejándose arrastrar por un impulso del que creen que puede nacer una gran
historia. No se paran a evaluar las posibles consecuencias de cada decisión,
sino que se lanzan de cabeza hacia cualquier piscina que prometa emoción,
sorpresas y un posible final feliz.
Se arriesgan en la vida y muchas veces con muy buenos resultados
pero necesariamente necesitan un alter ego que les ayude a tomar otro tipo de
decisiones de una forma más analítica y racional.
Pasivos: indecisos
hasta el infinito y más allá
Pueden aceptar cualquier decisión siempre que no sean ellos
los responsables de tomarla. Evitan el conflicto siempre que sea posible y
prefieren ocupar un segundo plano en cualquier grupo. Tomar decisiones se
convierte para ellos en una fuente de estrés y ansiedad que desean evitar a
toda costa.
Casi todos nosotros somos en realidad una mezcla de estos
siete rasgos, acentuándose dos o tres en primer plano. Una persona impulsiva a
menudo también es instintiva y en ocasiones mesiánica. Una persona racional,
suele tender a ser mucho más analítica.
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