4. Sobriedad y falta
de equilibrio. Síntomas:
- Es exagerado por naturaleza, en los buenos y en los malos momentos. Falta equilibrio y ecuanimidad.
- Realiza un uso inadecuado de los bienes materiales y humanos.
- Descuida y no controla (porque no los valora) los detalles pequeños.
- No sabe gestionar bien la austeridad.
- No elimina el gasto superfluo (infla la estructura), se recrea e incluso se vanagloria en ellos y “racanea”, cuando el gasto o la inversión es necesaria
Por el contrario,
líder con temple:
- Cuida los pequeños detalles y los grandes
- Acomoda posibilidades y medios
- Elimina la parafernalia del poder y evita lo superfluo. No se aprovecha del cargo
- Evita el juicio precipitado
- Gestiona con cuidado los bienes ajenos
- Es transparente en su comportamiento
- Tiene un comportamiento sencillo y cercano
- Tiene sensibilidad en el control del gasto
- Mantiene siempre la plantilla adecuada y la llena de contenido y de metas
5. Falta de valentía. Síntomas:
- No define criterios ni políticas
- No reconoce los méritos de cada uno. No es ecuánime en sus evaluaciones
- No evalúa ni premia la iniciativa, la innovación la excelencia y la aportación de valor de sus colaboradores
- “Prefiere no complicarse la vida”
- No habla claro ni aporta razones consistentes. Ni lo hace en el momento oportuno.
- No sabe exigir Justicia.
El líder justo:
- Trata a las personas como tal: libres y responsables
- Evita los agravios comparativos
- Informa y aclara principios, normas, criterios y valores de actuación
- Ofrece las mismas oportunidades y el mismo apoyo a todos
- Impide la búsqueda de culpables fuera de uno mismo
- Escucha, comprende, valora y juzga
- Exige a cada persona en función de sus capacidades y de todo lo que pueda dar
6. Ambición.
Síntomas:
- Carece de cautela y de previsión: conduce a la frustración personal y colectiva.
- Es un iluso y un irresponsable, traza objetivos inalcanzables para él y para su equipo.
- La huida hacia adelante genera un círculo vicioso que acaba por explotar.
- Confunde audacia con utopía. Ausencia de metas realistas. Falta de conocimiento de unos límites razonables.
Por el contrario, el
líder magnánimo:
- Fija objetivos ambiciosos pero realistas
- Analiza los medios disponibles y los adecúa a las metas fijadas
- Evita el conformismo y la resistencia al cambio. Mantiene la tensión de su equipo
- Conoce bien a las personas y sus posibilidades reales
- Fija criterios de reconocimiento en función de los retos
- Ayuda a la superación continua de los demás
- Consigue que cada persona se sienta importante y valore el hecho de poder ser “una pieza más” del engranaje del equipo.
- Se plantea retos difíciles de alcanzar y exige espíritu de superación y asume riesgos controlados
- Busca gente normal que quieran hacer las cosas bien siempre, gente ordinaria pero que haga cosas extraordinarias
7. Incoherencia.
Síntomas:
- No vive los valores de los que “presume” y lo transmite con sus decisiones y sus comportamientos reales.
- Se gana la desconfianza y el desapego de los demás
- En las decisiones y en la acción, no pone en práctica lo que predica.
- Se olvida que el ejemplo vale más que mil palabras.
Por el contrario, el
líder coherente:
- Predica con el ejemplo
- Es ejemplo de unidad de vida y de transparencia
- Los valores no están en el aire, se concretan y se demuestran en la acción, en su comportamiento y en sus decisiones
- Vive primero lo que desea que hagan los demás
- Transmite un mensaje fulminante y se gana la confianza y la credibilidad de los demás.
Sandalio Gómez,
Profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones, IESE Business School.
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