Una visión a largo
plazo y actuar siempre con ética y con unos valores claros, ingredientes clave
para el éxito.
Las consecuencias de la crisis económica aún son patentes en
prácticamente todos los ámbitos de la sociedad. También en el ecosistema
empresarial, que poco a poco empieza a recuperarse, pero que ha mutado durante
los años de recesión. Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera y
Contabilidad de la UPF, desgrana los puntos clave de estos cambios. Amat
también es presidente de Economistas Contables y ACCID, y profesor del Máster
en Dirección Financiera y Contable en la UPF Barcelona School of Management.
¿Cómo ha afectado la
crisis a la puesta en marcha de nuevas empresas?
En momentos de recesión todo es más difícil. Arrancar es más
complicado porque hay menos financiación y, una vez en marcha, también cuesta
más vender porque las familias consumen menos. El único punto positivo,
podríamos decir, es que es más fácil reunir a buenos equipos con un coste
menor.
Una de las palabras
que más se han popularizado estos años ha sido la de emprendedor. ¿Cómo
definiría esta figura?
Es una persona que asume el riesgo de crear y desarrollar
una empresa. Los que alcanzan el éxito comparten una serie de habilidades
personales y profesionales, como la ambición, la pasión por lo que hacen y un
desarrollado sentido del olfato que les permite anticipar cambios y aprovechar
las oportunidades. El liderazgo, la confianza y la perseverancia también son
imprescindibles.
Habla de liderazgo,
¿cómo se identifica a un buen líder?
Cuando las cosas van bien es fácil ser un líder apreciado
porque las empresas tienen beneficios y pueden mejorar los salarios y ofrecer
mejores condiciones a sus trabajadores. Cuando las cosas van mal y se tiene que
recortar… en esos momentos de crisis se ve realmente quién es un buen líder.
Son los que anteponen el equipo a su egoísmo personal y consiguen mantener la
cohesión pese a las dificultades.
¿Un buen líder será
un buen gestor?
El liderazgo es necesario en todas las etapas de la empresa:
al principio porque se tiene que vender un sueño que consiga motivar a un
equipo, y después porque cuando crece la plantilla se tiene que saber resolver
conflictos y adaptar el funcionamiento de la empresa a los cambios a los
cambios del mundo. El líder se caracteriza por esta visión a largo plazo. El
buen gestor, además, destaca por su capacidad organizativa, la rapidez en la
toma de decisiones y la pasión por la excelencia.
Una persona con estas
características que decida emprender, ¿tiene el éxito asegurado?
Rotundamente, no. La mayoría de proyectos fracasan al poco
tiempo. Hemos hecho estudios que indican que 80% de nuevas empresas no llegan
al quinto año. De las que sobreviven,
sólo una de cada 600 consigue tener un alto crecimiento que sea sostenible
durante un número elevado de años.
¿Cómo se tiene que
reaccionar después de un fracaso?
Los emprendedores exitosos suelen ser personas que han
tenido fracasos, pero que saben resistir cuando las cosas van mal y se vuelven
a levantar. Esta actitud, la llamada resiliencia, es fundamental para afrontar
los fracasos.
¿Arriesgamos poco en
este país?
Aquí hay más aversión al riesgo que en otras partes. Esto
explica que muchos jóvenes quieran ser funcionarios y que en la sociedad esté
muy calada la idea de que si las cosas van mal es siempre culpa del Estado.
Esto explica que en España los jóvenes emprendan poco. En Catalunya el
porcentaje es más elevado, pero también es mejorable. Iremos mejor cuando
aumente el número de personas que sean conscientes de que el futuro depende de
lo que hagamos cada uno de nosotros.
Ojalá que en este tema mejoremos. Los altos niveles de paro que tenemos
tienen mucho que ver con esta actitud pasiva que tienen partes importantes de
la población.
Dos consejos para
triunfar.
Tener una visión a largo plazo y actuar siempre con ética y
con unos valores claros.
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