Como suele pasar con todas las
tendencias, con todas las novedades y, sobre todo, con todo aquello que se nos
presenta como el remedio para todos los males, lo más sensato es dudar: ¿es real?
¿Qué tengo que hacer a cambio? ¿Demasiado cierto para ser verdad, no?
En efecto, el escepticismo es
parte de nosotros y, más allá de saber si dudamos para bien o para mal, lo
importante es reparar en que lo único que nos queda es darle respuesta a cada
uno de esos interrogantes. Seguro saldrán más dudas, pero tal vez vayamos en el
camino correcto y al final del día tendremos los elementos necesarios para
tomar mejores decisiones.
Y no sólo en el mundo de los
negocios, sino en la vida misma, tomar mejores decisiones siempre nos llevará a
mejor puerto. Es por eso que hoy tocamos uno de los temas más sonados en la
llamada revolución tecnológica: la nube o el Cloud Computing, ese mundo
alternativo, espacio virtual, que supone ser el mejor aliado para tener a salvo
toda nuestra información. ¿Toda?
Con la popularización de los
servicios de almacenamiento en la nube, la primera (y sensata) duda tiene que
ver con la seguridad. La posibilidad de un eventual ataque informático sigue
ahí, latente; sin embargo, los distintos proveedores de estas tecnologías de la
información han hecho su tarea para solventar esta principal percepción.
Justo en este punto resulta
imprescindible tomar una serie de medidas básicas para mitigar los riesgos en
la nube, desde usar contraseñas hasta limitar y clasificar información o un
sistema de seguridad. Contar con un software configurado a nuestras
particulares necesidades es un requisito fundamental para cerrar cualquier
brecha al tema de la inseguridad.
Hacia la nube híbrida
Si bien los servicios de nube
privada imperan en el sector, no siempre se trata de la mejor solución para
todos. En este sentido, es importante diferenciar entre las empresas que
contratan una nube y las que la proveen. Esta sutil diferencia puede ser obvia,
pero en términos prácticos no lo es tanto.
La consultora Gartner afirma que
2016 será un año crucial en la tendencia del uso de la nube, pues la gran
mayoría de las empresas que hoy están alojadas en los servicios privados se
mudarán a la nube híbrida, de tal manera que a finales de 2017 más de la mitad
ya habrán dado el gran paso.
Su adopción puede ayudar a las
organizaciones a superar los desafíos clave en la planificación para
implementar un mejor entorno de nube. Contar con una arquitectura integral en
la nube permite escalar nuestra información sin importar el proveedor, de tal
manera que tanto la seguridad como los demás beneficios estarán prácticamente
garantizados.
Hablar de los costos es
inevitable, ya que cuando una empresa pone en manos del proveedor la
responsabilidad de implementar esta solución, dejará de invertir en equipos de
cómputo, capacitación del personal y hasta en el desarrollo de software. Por si
fuera poco, los usuarios suelen pagar solamente por los recursos que utilizan.
Aunado a esto, la accesibilidad
de los servicios de nubes ahora es más incluyente, pues tanto las pequeñas como
las medianas empresas pueden contratar nuevas tecnologías con precios a su
alcance. La competitividad, en este sentido, se dará en condiciones más
equitativas para todos.
Y aunque podemos seguir hablando
de las ventajas de contratar servicios confiables de nube, el tema principal
sigue siendo la privacidad, pues el hecho de confiar información sensible a un
proveedor sigue creando incertidumbre en muchos sectores.
En este punto, es fundamental
poner especial atención en los términos y condiciones de privacidad del
proveedor, ya que en la mayoría de los casos suelen ser omitidos. Si a esto le
agregamos un software de seguridad adecuado, los riesgos de albergar malware
que pueda acceder a nuestra información serán mínimos.
Por último, echar mano de los
recursos que están al alcance de nuestras manos nunca estará de más: reforzar
nuestras contraseñas con altas, bajas y números; además de no repetirlas para
otros servicios, es una buena práctica. Clasificar la información según su
importancia nos permite saber qué se guarda en la nube y qué no.
Así pues, la adopción de un
servicio de nube siempre se da gradualmente. Sus tipos de aplicación y su
infraestructura dependen directamente de las cargas de trabajo de cada empresa.
Una vez que se da el paso, tanto el proveedor como nuestra propia inserción nos
permitirán saber qué etapa de adopción es la más apropiada para nuestras
marcas.
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