Llamar a diario al
reclutador para saber si eres el elegido para el puesto, lejos de reflejar tu
entusiasmo denota una desesperación que no suele ayudar mucho a conseguir el
empleo. Recuerda que la impaciencia es la debilidad del fuerte; trata de
controlarla.
Dicen de la impaciencia que es un
no aceptar y que revela sufrimiento. No tener espera y sentir cierto
desasosiego son sensaciones normales en un profesional que se sabe en las
últimas fases de un proceso de selección. El problema surge cuando exterioriza
de manera exagerada su ansiedad: llama al entrevistador a diario y, sin
intención, su interés se convierte en una desesperación que resta puntos en el
proceso. Dominar esta inquietud forma parte de la estrategia para hacerse con
un empleo.
* Los plazos
Manuel Clavel, socio de Talengo,
advierte de que "los plazos de los procesos de búsqueda se están
alargando. Las empresas tardan más en decidirse por uno u otro candidato porque
la puesta en marcha del área para la que solicitó el puesto se demora, o la
estrategia empresarial cambia de rumbo". Añade que "hacerse valer es
importante, pero hay que hacerlo de manera consistente y coherente y, por
supuesto, ser muy prudente". José Manuel Chapado, socio de Isavia y
también experto en selección, señala que "la respuesta más inteligente es
no actuar ni forzar el proceso. Todo lleva su tiempo. Otra cosa distinta es que
nos queramos 'hacer ver' con algún motivo. Al interesarte por la marcha del proceso
muestras inquietud, y puedes dejar caer algún mensaje o dato esencial con el
que influir en la selección, al estilo de un elevator pitch".
Sin embargo, puntualiza que conviene no engañarse: "En ese caso estás
llamando al seleccionador para otra cosa, con un motivo diferente. Pero
demandar información sólo para saciar la ansiedad propia no favorece y puede
ser contraproducente".
* El intermediario
En el caso de que el
intermediario sea un consultor de selección, lo mejor que puedes hacer es
ponerte en contacto con él para saciar tu curiosidad por cómo estás posicionado
en el proceso. "Entender la realidad del mercado es básico para calmar los
ánimos", dice Clavel. Cristina Villanova, directora general corporativa de
Catenon, explica que es responsabilidad del consultor mantener informado al
candidato: "Es importante informar de los plazos cada vez que se supera
una de las fases de selección. Y si no se le ha dicho, está en su derecho de
informarse sobre ello. Si pasado ese periodo de tiempo no hay respuesta, el
profesional puede dejar pasar un par de días antes de ponerse en contacto y
preguntar".
* La espera
Estar pendiente de varios
procesos desestabiliza al profesional, más aún si está desempleado desde hace
algún tiempo y ya ha sido descartado en varios procesos de selección. Chapado
dice que "si la respuesta no llega, hay que tratar de cambiar la ansiedad
por emociones positivas. Busca lo que te haga disfrutar de ese tiempo. Para
unos puede ser alimentar el sentido de aventura, fantasear con escenarios posibles,
sentir el placer de imaginar la respuesta deseada... Y para otros, pensar en
cosas radicalmente distintas".
* Los impacientes
La experiencia del candidato
también es un grado para paliar la impaciencia. Aunque depende mucho de sus
circunstancias personales y profesionales, Villanova afirma que son los
perfiles junior los más proclives a no tener espera, "porque están
acostumbrados a la inmediatez. Demostrar un exceso de inquietud por una
respuesta es un factor negativo para acceder a un empleo. Pero hay que aclarar
que los factores decisivos son la experiencia y que el candidato encaje en el
puesto. Eso sí, si la candidatura está en la cuerda floja junto con otras
similares, el nerviosismo puede dejar al profesional fuera del proceso". Y
no sólo eso. Clavel afirma que la ansiedad se detecta en la entrevista.
"Nadie quiere un directivo ansioso. La empresas demandan ejecutivos que
sepan gestionar personas. Por eso hay que evitar estas actitudes que no suman
para acceder a un trabajo que demanda responsabilidad sobre un equipo".
* La picaresca
Decir que te han ofrecido un
puesto que no puedes rechazar con la intención de lograr una respuesta rápida
no suele servir de mucho para acelerar el proceso. Según Chapado, dejarse
dominar por una espiral de nervios y desesperanza no lleva a ningún lado:
"Esperar sin nada que poder hacer desespera. La picaresca no funciona.
Forzar una respuesta rápida del empleador puede generar sensación de chantaje,
logrando el resultado inverso. Antes que rápida, lo que debe interesarnos es
que su decisión sea positiva". Los expertos coinciden en que pocas veces
se da con profesionales que manejen esta picaresca. Para conseguir un trabajo
hay que saber esperar.
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