Desde el ateniense
Demóstenes, pasando por Martin Luther King, Nelson Mandela y hasta Steve Jobs,
los grandes líderes se han caracterizado por sus dotes para hablar en público.
Empresarios, gerentes, mandos medios, vendedores, y hasta promotores, se
entrenan en el arte de la oratoria con
el objetivo de convertirse en voceros, dar entrevistas, liderar equipos y hasta
“vender” una idea.
Para el actor y
comunicador, Leonardo Lorenzo, “la dinámica de trabajo entre equipos en las
organizaciones y la explosión de cámaras y de canales de televisión, hace que
haya más personas en busca de conocimientos sobre cómo hablar en público”.
Lorenzo comenzó hace un año y medio a entrenar a empresarios, músicos y
gerentes para mejorar sus presentaciones orales.
Por su parte, el
comunicador y especialista en oratoria y comunicación interpersonal, Gustavo
Rey, opinó que “la cabeza de las empresas ha cambiado completamente”. Rey, que
trabaja preparando a empresarios, voceros y mandos medios de organizaciones
hace más de 20 años, contó que si antes se minimizaba el tema y se pedía un
“cursito” sobre comunicación oral, hoy ya se refieren a “curso” o
“entrenamiento”. “Para vender tenéis que aprender a comunicar mejor, el mundo
te lo exige. Cada vez hay que hacer más presentaciones para informar, persuadir
o para representar mejor a la empresa, y hacer más visible y tangible un
servicio”, destacó Rey.
Lorenzo, por su
parte, contó que si bien hay empresarios
que tienen una gran habilidad para
negociar un presupuesto, a la hora de contar su propia experiencia ante
un auditorio “hacen agua”.
Para el comunicador,
los empresarios buscan este tipo de cursos para sentirse con la autoridad para
hablar ante el público, porque se preguntan “¿por qué tengo que ser yo el que
hable ante esa gente?
Para vencer este
miedo, el que vaya a dar el discurso debe tener un convencimiento sobre lo que
se está diciendo, explicó Lorenzo.
A la falta de confianza se suma la ausencia de gestión
del discurso. Según Rey, “una presentación se planea, se piensa”.
Lo primero que se
debe definir es qué se quiere decir, para luego construir el mensaje en torno a
esa idea fuerza, la cual se resalte al principio, se mantenga a lo largo de la
presentación y se cierre con algo que “impacte” al final.
Otro problema es que
las personas no son conscientes de lo que comunica su cuerpo, algo que se afina
con “entrenamiento”.
Es cuestión de entretener
Para Lorenzo, incluir
humor y vincular lo que se cuenta con alguna anécdota personal, ayuda a que los
espectadores “conecten emocionalmente con el discurso”.
Por su parte, para
Rey “en el mundo de hoy se necesita trabajar las presentaciones orales con
recursos visuales”. “Si vos me estás presentando un servicio o producto y lo
haces entretenido e interesante vas a lograr más fácilmente tu cometido”,
explicó.
Que un discurso sea
entretenido no quiere decir que tenga que hacer reír: “Si se puede manejar
argumentos, con apoyos visuales y se trata de construir una historia, entonces
no se necesita hacer de stand up, porque el humor es bueno, pero puede fallar”.
Consejos de Leonardo Lorenzo
- Tomar un vaso de agua. Con esto se puede evitar decir una muletilla, y aun así tener tiempo para pensar.
- La memoria. Hablar de memoria puede hacer que el mensaje no transmita nada.
- Práctica. No es recomendable practicar frente a un espejo ya que puede distraer. En su lugar es preferible grabarse en video con y sin audio.
- Excusas. Evitar frases como “me perdí”, “me equivoqué” o “estoy nervioso”. Al público no le interesa y normalmente ni siquiera lo nota.
- Objetos. Utilizar la menor cantidad de objetos. Hojas, lápices, lentes, punteros o celulares pueden hacer que el orador se enrede.
- Imágenes. Aunque el uso de imágenes en un discurso es positivo, su abuso puede ser contraproducente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario