Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

jueves, octubre 09, 2014

El futuro: sin trabajo y con productos (casi) gratuitos

Ya hemos terminado de leer el último libro de Jeremy Rifkin. En gran parte recopila ideas de libros anteriores y continúa con su particular mantra entre apocalíptico y optimista cara al futuro que nos espera como sociedad. Si el mensaje final que lanza es el de retomar aquella vieja visión de unión profunda con la madre tierra (ahora entendida como biosfera y sustentada en principios de economía circular), no por ello los argumentos previos dejan de ser inquietantes.

La idea de fondo es simple: el trabajo tal como lo hemos conocido desaparece y emerge una sociedad colaborativa en la que los precios se derrumban. De manufacturar productos y servicios a infofabricarlos mediante las capacidades de millones de personas individuales, de la “producción en masa” a la “producción de las masas”.

Se empeña Rifkin en aportar datos de espectaculares mejores en eficiencia que están aún por llegar. Lo hace recurriendo a informes que ya conocemos de General Electric (Pushing the Boundaries of Minds and Machines) o de Cisco  cuando pregonan las bondades de la Internet de las Cosas. Sin embargo, Rifkin introduce una concepción holística para comprender esos avances en productividad. Si no se tienen en cuenta las leyes de la termodinámica aplicadas al uso de la energía, las mejoras en eficiencia se cargarán este planeta en que vivimos.

Es más, Rifkin explica que son estas leyes de la termodinámica las que explican esas mejoras de productividad. Citando el trabajo de Reiner Kümmel, físico de la universidad alemana de Würzburg, y Robert Ayres, economista de la escuela de empresariales INSEAD de Fontainebleau, comenta que estos dos investigadores (p.95):

[...] han vuelto a examinar el crecimiento económico del período industrial mediante un análisis basado en tres factores -el capital físico, el rendimiento laboral y la eficiencia termodinámica del uso de energía-, y han observado que “el aumento de la eficiencia termodinámica con que la energía y las materias primas se convierten en trabajo útil” explica la mayor parte del aumento de la productividad y del crecimiento en las economías industriales que quedaba por explicar. En otras palabras, el factor que faltaba era “la energía”.

En el esquema de Rifkin son necesarias tres condiciones para el progreso real: una Internet de las comunicaciones -la que ya está aquí-, una Internet de la logística y una Internet de la energía. Por debajo lo que hace posible y de alguna forma se funde con esas tres “Internets” es la Internet de las Cosas. (Casi) todo conectado con (casi todo).

Vale, pero ¿sin trabajo?, ¿con productos y servicios (casi) gratuitos debido a que los costes marginales para generarlos tienden a cero? No me acaba de cuadrar la ecuación. Claro que ya nos dice que vivimos hoy la lucha entre dos modelos: el capitalista y el de la nueva economía colaborativa. Esta segunda desploma los precios y ¿democratiza el trabajo? Que cada cual interprete porque pudiera ser que estuviéramos ante el fin del capitalismo o ante un capitalismo ubicuo.

Dejo otro párrafo para la reflexión:

Por último, ¿y si el coste marginal del trabajo humano en la producción y distribución de bienes y servicios cayera hasta llegar casi a cero porque la tecnología inteligente sustituyera a trabajadores de todos los sectores industriales, profesionales y técnicos, permitiendo a las empresas llevar a cabo gran parte de la actividad comercial de nuestra civilización de una manera más inteligente, eficaz y barata con trabajadores convencionales? También esto es ya una realidad: millones de trabajadores han sido sustituidos por tecnología inteligente en empresas y entidades profesionales de todo el mundo. ¿Qué haría la humanidad y, más importante aún, cómo definiría su futuro, sin el empleo masivo y el trabajo profesional desaparecieran de la vida económica en un par de generaciones? Esta pregunta ya se está planteando con seriedad en algunos círculos intelectuales y en el debate político. 

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