“Siembra
un pensamiento y cultivarás una acción; siembra una acción y cultivarás un
hábito; siembra un hábito y cultivarás un carácter; siembra un
carácter y cultivarás un destino” Stephen R. Covey
En la anterior entrega estuvimos hablando de qué son los
hábitos y cómo integran nuestra zona de confort. ¿Cómo adquiero un nuevo
hábito?
Hoy
comparto algunos consejos que a mí me han resultado útiles en la adquisición de
nuevos hábitos. Son más bien universales así que espero que a ti también te
resulten de ayuda:
1) Por favor, sólo un hábito a
la vez.
La
multitarea es uno de los enemigos de la productividad y también lo es de la
adquisición de hábitos. Una vez finalizado el proceso, notarás cómo el hábito
recién adquirido se ejecuta de manera automática. En ese momento, y no antes,
puedes planificar la adquisición de un nuevo hábito.
2) Asócialo a una rutina
disparadora.
Va
a resultarte mucho más sencillo si asocias el hábito que pretendes adquirir a
una rutina que ya llevas a cabo hoy en día. Por ejemplo, si quieres planificar
tu jornada, hazlo después de cepillarte los dientes. Tener una rutina
disparadora te ayudará a anclar el nuevo hábito.
3) Tratar la adquisición de un
nuevo hábito como un proyecto.
En
realidad, es de lo que se trata: un proyecto de unos dos meses de duración. Por
lo tanto, escribe tu meta, tus objetivos y planifícalo (cuándo empiezas, cuánto
le dedicarás al día, riesgos identificados, etc.).
4) Revisa a diario tus
progresos.
Revisa
cada día tus progresos. No te rindas al primer fallo. Replanifica si es
necesario. Sobre todo, sé sincero contigo mismo. Los
hábitos de revisión son fundamentales en todo proceso. Adquirirlos (ya que también
son hábitos en sí mismos) es un paso previo a la adquisición de cualquier
otro hábito.
5) Métete un poco de presión
positiva.
El
hecho de comentar con personas que te importan lo que estás haciendo, significa
hacer un poco más fuerte el compromiso que mantienes contigo mismo. Esta
presión positiva (estrés) puede ayudar a que tu esfuerzo no decaiga en los
momentos de debilidad.
6) Poco a poco hila la vieja el
copo.
Haz
que el tiempo de ejecución del nuevo hábito y la frecuencia diaria vayan “in
crescendo” hasta que el hábito se repita tantas veces al día como sea necesario
y su duración sea la definitiva. Si
lo que pretendes, por ejemplo, es procesar todo el email pendiente, empieza
dedicando 10 minutos al día a esta tarea. Lo importante es que empieces a
hacerla regularmente. Si pretendes vaciar toda tu bandeja de entrada de golpe
te agobiarás y abandonarás.
7) Dale alegría a tu cuerpo
Macarena.
No
te olvides de concederte un premio si lo has hecho bien. Hablamos de cosas
sencillas: un paseo, cinco minutos de descanso, escuchar una canción o tu
chuchería favorita. Estas
gratificaciones multiplicarán tus posibilidades de éxito y son cruciales, sobre
todo, los primeros días del proceso.
8) Tómatelo en serio, sé
disciplinado.
Ejecuta
lo planificado todos los días del proceso, sin excepción. Si un día, por lo que
sea, fallas, no te rindas y continúa con el plan. La disciplina es quizás la
habilidad más necesaria en el proceso de adquisición de un hábito.
Si,
a pesar de todo, no obtienes lo que estabas buscando, plantéate si tu plan y su
ejecución han sido correctas. No conseguir algo no es fracasar, fracasar es no
aprender nada en el intento. Vuélvela a tocar, Sam.
Artículo originalmente publicado
en ¿Qué aprendemos hoy?
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