¿Qué es lo que nos convierte en
líderes? La pregunta ofrece múltiples respuestas y genera tanta controversia
como la del huevo y la gallina.
Basta con realizar una simple
búsqueda en Internet para obtener más de 750.000 resultados inmediatos, con
cientos de respuestas diferentes. El tema se ha instalado en el pensamiento
colectivo, dado que es sumamente atractivo poder jugar con la idea de que todos
podemos ser líderes.
El liderazgo está definido por un
conjunto de competencias que una persona debe tener, en forma innata o también
desarrollándolas. Ahora bien, ¿dichas competencias son suficientes para
convertirse en un líder? Aquí es donde verdaderamente comenzaremos a comprender
la génesis del liderazgo. Más allá de cómo han sido incorporadas dichas
competencias, el hecho de tenerlas no nos convierte en líderes.
Todos contamos con el potencial
para convertirnos en grandes líderes. Algunas personas nacen con
características y habilidades naturalmente desarrolladas para este fin. Otras
pueden desarrollarlas, por medio de la capacitación, obteniendo conocimientos y
herramientas para potenciar esta competencia, o a través de la práctica quienes
se encuentren en situaciones de liderazgo o se les atribuya tal condición.
Búsqueda profunda
Entonces la pregunta cae de
madura... ¿Qué nos convierte en líderes? Desde una perspectiva más ontológica,
creemos que la respuesta encuentra su fundamento en un lugar muy especial,
dentro de nosotros mismos. Es el autoconocimiento la chispa que va a encender
al líder que podemos llegar a ser, y éste "surgirá" por una necesidad
imperativa o por la pasión que genera el alumbramiento de una visión.
Es una realidad que muchas
personas, al enfrentarse a situaciones extremadamente críticas y de gran
complejidad, despiertan habilidades dormidas que les permiten liderar a otros
en pos de alcanzar el éxito deseado.
Existen cientos de ejemplos como
el de los 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en el yacimiento de San
José de Copiapó en 2010. No obstante, este tipo de liderazgo situacional durará
mientras el contexto que le dio lugar exista. Superado el mismo, nuestro
comportamiento volverá a los parámetros habituales de nuestro perfil
comportamental promedio.
Otra forma de desarrollar nuestro
propio potencial de liderazgo es encontrándole sentido a nuestra vida. Cabe
aclarar que un verdadero líder no se plantea como objetivo de vida ser un
líder, más bien, esta atribución es una consecuencia de su actuar en pos del
cumplimiento de un propósito de vida más significativo.
Una vez que hayamos encontrado el
propósito que nos mueve, lo que le da sentido a la acción, nada podrá
detenernos. Seremos nosotros mismos. A partir de aquí, de la construcción de
nuestra propia visión, es donde surge la motivación, la creatividad, la
determinación y convicción.
Dado que sabemos lo que queremos
y vamos tras ello, honrando valores y principios éticos, inspiraremos a las
personas que nos rodean. Ellas serán en última instancia quienes nos van a
legitimar como líderes a través de su compromiso y lealtad. Y éste es un tipo
de liderazgo de largo plazo que puede trascender cualquier contexto.
En conclusión, los líderes surgen
o emergen más allá de sus habilidades natas o adquiridas.
Para ello debemos ser capaces de
despertar esa capacidad, y el primer paso para que esto suceda es el
conocimiento de uno mismo. Saber quiénes somos y qué queremos.
Guillermo Grünewald. Director de la
escuela de negocios de Idea.
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