En ocasiones puede ocurrir que
una empresa tenga los recursos adecuados para triunfar (capacidad de innovación
y adaptación a las nuevas tecnologías, productos o servicios de calidad, buena
situación financiera…) pero si no dispone de líderes eficaces que sean capaces
de afrontar los retos del futuro estableciendo ventajas competitivas respecto a
la competencia no conseguirá tener éxito.
Este hecho determina que las
organizaciones actuales deban potenciar un nuevo modelo de líder comprometido,
que entienda que el único factor estable en una empresa es el propio cambio y
que sepa liderar a sus equipos en los continuos procesos de transformación
empresarial.
Sin embargo, no siempre es fácil
encontrar y formar directivos que sepan lidiar con la resistencia al cambio.
Esta transformación puede resultar compleja, ya que supone luchar contra
nuestra natural complacencia y creer que no podemos quedarnos anclados en el
pasado, que debemos estar siempre dispuestos a avanzar. La mayoría de las
personas no tienen una actitud demasiado positiva hacia el cambio, de tal
manera que como diría un coach: nos cuesta salir de nuestra “zona de confort”.
Esto se agrava cuando advertimos que muchas de las empresas no consideran que
la gestión del cambio deba ser una competencia estratégica clave para sus
líderes. ¡Pero esto no es así!
Los líderes deben ser los
encargados de orquestar los procesos de cambio, implicando a todos los niveles
de la compañía. Para lograr este objetivo es fundamental que consigan
comprometer a todas las personas, logrando contagiar este espíritu a sus
colaboradores. Sólo de esta manera conseguirán satisfacer las actuales demandas
de cambio y dar lugar a empresas competitivas, capaces de afrontar los retos
actuales.
Podemos caer en el error de
llegar a pensar que si nos dedicamos a adaptarnos a los cambios nos
convertiremos en una simple marioneta a merced de los mismos. Todo lo
contrario. El nuevo líder no debe limitarse simplemente a adaptarse al cambio
sino que debe anticiparse a los hechos que lo provocan. Gracias a ello no sólo
debe acostumbrase a estos cambios constantes sino que además los provocará.
¡Anticiparse es más efectivo que adaptarse!
En este punto puede surgirnos la
pregunta: ¿Cómo hacemos para anticiparnos al cambio? La clave está en nuestra
capacidad de imaginar siempre algo mejor.
La clave de la anticipación es tratar de imaginar
siempre algo mejor para mejorar la situación actual.
Mediante esta actitud proactiva
lograremos anticiparnos a las circunstancias creando nuevas visiones que
debemos tratar de convertir en realidades que mejoren la situación actual en
nuestra organización.
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