No me puedo sacar de la cabeza el
artículo aparecido en La Vanguardia del pasado lunes, cuyo enlace os adjunto: Artículo LA VANGUARDIA y que me llevó a ciertas
reflexiones que quiero compartir con vosotros.
Personas, en el artículo habla de
mujeres, pero también conozco el caso de un buen número de hombres, cuyo valor
social era incuestionable, personas cuyos teléfonos no paraban de sonar y cuya
presencia en cualquier festejo, era garantía de “Estar conectado”.
De repente, eso desaparece, es
más, la resistencia a verlo por parte de los implicados, hace que sea algo que
ocurra, casi, de un día para otro: la T-10 empieza a aparecer como un elemento
cotidiano y se torna un bien preciado, desaparece el coche de alta cilindrada,
el 4X4 y aparece el utilitario…o quizás ni eso.
El teléfono deja de sonar, ya no
hay fiestas, ya no hay invitaciones de fin de semana, las conversaciones antes
largas, se tornan ahora atropelladas e incluso violentas, aquellas pretendidas
amistades, nunca fueron tales si no falacias de una relación de plexiglás.
Aparecen lágrimas de rabia,
incomprensión inicial, austeridad y, por fin, angustia que se cierra sobre uno
como si fueran unas gigantescas tenazas emocionales. El entorno se ha
transformado en aire irrespirable y las miradas sobre el hombro una práctica
habitual.
Pero no eres solo eso, eres eso…
y mucho más, eres el resultado de un esfuerzo, de unos valores, quizás antaño
olvidados pero que hoy vuelven con la fuerza de la necesidad, desaparece lo
accesorio y quedan las experiencias auténticas, las personas que también ahora
te acompañan, quizás no muchas, pero sí aquellas que un día estuvieron, y a las
que quizás ignoraste, y hoy también.
Aprendes a subsistir, aprendes el
verdadero valor de la compañía, de la amistad, de lo imprescindible, de esa
silla, de esa estufa, ¡de ese billete de transporte! e incluso de compartir una
charla en la que poder expresar tus sentimientos de forma descarnada, sin tener
que ser políticamente correcto.
Y ahí es donde apareces tu en
toda tu extensión, en la que va hacia dentro en lugar de hacia fuera, donde
aparece lo duradero y huye lo efímero, donde te das cuenta de que eres eso…. y
mucho más.
Te quiero a mi lado por quien
eres, no por lo que tienes ni por quien conoces y quiero que sepas que contar
contigo es el mejor regalo que me puedes hacer, con tus lágrimas y tus
sonrisas, con tus gritos silenciosos y tus palabras que mecen un sentimiento.
¿Me ves?, sigo aquí, esperando a
tu verdadero Ser.
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