El liderazgo ha existido siempre,
desde que existe el hombre y su agrupación en colectivos y sociedades alguien
ha guiado o dirigido las decisiones del grupo.
Líderes hay en todas las capas y
estructuras sociales, líderes sociales, espirituales o políticos, por ejemplo.
Un líder está compuesto de varias habilidades, y todas ellas
ejercen influencia en su estilo de gobernar y/o gestionar.
A su vez, el
conjunto de los atributos, y consecuentemente la forma de ejercer el liderazgo
están condicionados por la evolución del contexto social, político y
económico en el que desarrolla la actividad el líder.
El liderazgo del siglo XXI poco
tiene que ver con el conferido en su momento por Pareto o Maquiavelo, autores que consideraban el liderazgo desde el
culto a la personalidad, o la perspectiva de Weber del carisma.
Actualmente el liderazgo se
entiende desde la interrelación con los seguidores, la comunicación
entre líder y partidario. Todas estas teorías no aparecen de la nada, sino que
están en consonancia con el contexto social en el que surgen.
Las
transformaciones sociales que hemos vivido en los últimos años y seguimos
viviendo están provocando un cambio en este sentido en todas
las áreas sociales y estructuras de poder.
Y sobre estos cambios,
junto con los atributos por los que siempre se han reconocido a los líderes, es
sobre lo que escribo en este blog.
Considero que el liderazgo del
siglo XXI, es un liderazgo basado en la comunicación y la transparencia donde la
motivación ejercida por el líder en sus seguidores es un factor determinante
para la consecución de objetivos.
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