Richard Boyatzis, Melvin Smith y Ellen Van Oosten, en
“Helping
people change. Coaching with compassion for
lifelong learning and growth” , que estamos
comentando, plantean que para ayudar a las personas nos tenemos que centrar
en ellas, no en nuestra visión de cómo creemos que deben ser las cosas. Debemos
comprenderlas y, para ello, tenemos que hablar con ellas para descubrir sus
puntos de vista sobre el mundo, sobre su situación y sobre cómo se sienten. No
podemos olvidar que si queremos ser buenos coaches tenemos que averiguar lo que
la otra persona está sintiendo, no sólo lo que está pensando. Desgraciadamente
frecuentemente los profesionales en este tipo de puestos suelen asumir lo que los
demás piensan y experimentan.
Este es un desafío al que se enfrentan los coaches ya que
normalmente están muy bien preparados pero el error en el que pueden caer es
pensar y asumir, por ello, que pueden ver y saber lo que la otra persona debe
hacer para tener una vida mejor, ser más productiva o aprender más.
Un coach que hace preguntas que provocan la reflexión, como
por ejemplo “¿Qué es importante para ti?, puede despertar lo que los
autores llaman “atractor positivo de emociones (PEA)”, lo que activará las
partes del cerebro que liberan hormonas asociadas con la sorpresa, gozo,
gratitud y curiosidad. Por el contrario si hacemos las preguntas equivocadas,
como por ejemplo qué se requiere para obtener una promoción, se activa el NEA
(atractor negativo de emociones) de la persona y se activan diferentes
conexiones cerebrales que potencian el sistema simpático y, por tanto, el miedo
y la ansiedad asociados con la respuesta lucha/huida. En este sentido existen
estudios que muestran que sólo con anticipar un efecto negativo ( por ejemplo
pensar en lo que debemos hacer” puede despertar el NEA. No resulta sorprendente
que al hacer las preguntas adecuadas consigamos que las personas se abran a lo
que es posible en sus vidas, incluido el cambio sostenible.
Cuando hacemos coaching con “compasión” comenzamos por pedir
a la persona que articule su “ser ideal” o la visión ideal que tiene de sí
misma. De esta forma se está anclando en su PEA, lo que estimula su creatividad
y una actitud abierta que facilita los cambios. El PEA esencialmente actúa
ayudando a la persona a dar los pasos necesarios para avanzar a través de los
cinco descubrimientos del modelo de cambio intencionado, descritos en la
entrada anterior, que conducen, finalmente, al cambio sostenido deseado.
Las preguntas abiertas pueden conducir a la persona a su PEA
y a un estado en que su mente se encuentra más abierta. En los círculos donde
se investiga sobre el management este tipo de preguntas positivas o abiertas es
lo que se conoce como un “patrón mental hacia fuera o externo” en contraste con
un” patrón mental interno o hacia dentro”. Nos hace que salgamos de nosotros
mismos y facilita algún alivio de las preocupaciones sobre nuestros problemas e
incrementa nuestra capacidad de percibir nuestro entorno interpersonal. Esto
implica que hasta en el caso de las personas que están recibiendo
coaching o ayuda el que se centren en los demás puede colaborar a
que cambien más fácilmente que si se centren en sí mismas.
Ed
Schein en sus libros “Helping”
y en “Humble
Inquiry” llama a las preguntas que no llevan implícita una respuesta
deseada “indagación humilde”. Al examinar las distintas formas de ayudar Schein
recomienda que prestemos atención a las diferentes diferencias de estatus en
cualquier situación de ayuda formal o informal y a la expectativa consciente o
inconsciente de algún tipo de intercambio. Parte del objetivo de ayudar,
mantiene, consiste en conseguir que la persona adquiera o recupere algún grado
de estatus, lo que le va a dar confianza. Uno de sus principios es que: “Todo
lo que decimos o hacemos es una intervención que va a determinar el futuro de
la relación”. La mejor relación es aquella en la que existe un equilibrio y una
confianza mutua. Schein sugiere que aprenderemos más de la otra persona y
estimularemos más su autoexploración y aprendizaje si utilizamos un enfoque de
indagación humilde haciendo preguntas sin una respuesta predeterminada. Por tanto
esa indagación debe ayudar a la persona a activar su PEA.
Cuando planteamos las preguntas adecuadas se produce una
actitud abierta hacia el aprendizaje, lo contrario ocurre cuando en nuestras
interacciones nos centramos en las cosas equivocadas: las personas se cierran.
Este es un problema clásico relacionado con la atención. Necesitamos centrarnos
para conseguir hacer las cosas o para analizar una situación, pero al
centrarnos en una cosa excluimos nuestra habilidad para ver o ser consciente de
lo que nos rodea. El mero acto de mirar hacia el norte implica que no veamos un
ave que vuela hacia el sur o si nos centramos en la eficiencia interna de
nuestra compañía podemos dejar de observar como nuestro competidor lanza un
producto que puede amenazar nuestro producto principal o si nos dedicamos a
seguir viendo nuestros correos podemos ignorar el hecho de que nuestro hijo
está triste y necesita nuestra ayuda.
Cuando este tipo de concentración se convierte en nuestro
comportamiento habitual se transforma en un hábito y los hábitos son difíciles
de romper y hasta de interrumpir. Aunque no tienen la naturaleza bioquímica
adictiva del tabaco, el café o el alcohol, por ejemplo el centrarse
exclusivamente en un o unos aspectos de una situación (como el trabajo),
excluyendo otros (nuestra salud o familia) tiende a restringir nuestro campo de
visión y nos volvemos ciegos a lo que puede ser más importante en una situación
particular.
Coaching, como cualquier forma de ayuda, requiere también un
enfoque centrado, pero el foco se debe poner en la otra persona y no en una
agenda externa cuyo énfasis sea el dirigir o enseñar. Por tanto, los mejores
coaches ayudan a la persona orientando su foco, ayudando a que sea consciente
de sus sentimientos además de percibir a los que la rodean y a que pueda captar
aspectos de las situaciones que no habría visto sin ayuda. De esta forma el
coachee podrá entrar en el estado emocional, neurológico y hormonal (PEA) en el
que nos sentimos más abiertos a nuevas ideas y personas, a los enfoques morales
y a ser capaces de analizar nuestro entorno para identificar patrones o hechos.
Esta actitud abierta es esencial si queremos aprender o adaptar nuevos
comportamientos y acciones.
Lo más frecuente, sin embargo, es que al intentar ayudar o
ser coach de alguien hagamos justamente lo contrario en nuestras organizaciones
y demos un exceso de importancia a los aspectos analíticos, con lo que las
mentes de los profesionales operan continuamente en un estado NEA con sus
consecuencias de diversos grados de deficiencias cognitivas y emocionales.
Otro error que pueden cometer los coaches, en este sentido,
es utilizar la simpatía en lugar de la empatía (sentirnos mal por la otra
persona en lugar de procurar entenderla). Un exceso de simpatía hacia la otra
persona puede convertirse en una forma de fomentar su negatividad y de que se
centre en sus problemas en lugar de en sus posibilidades.
Con frecuencia cuando una conversación de coaching comienza
la persona que está siendo ayudada comienza con un estado de frustración y
dedica tiempo a desahogarse. En estos casos es importante que el coach exprese
empatía para que la otra persona se sienta apoyada. Pero hay que evitar que esa
validación de los sentimientos de los demás se transforme en una facilitación
de que entre en un estado de NEA, ya que permitir que una persona se sumerja en
su NEA no es una ayuda, ya que comenzará a sentirse más estresada y afectada cognitivamente
con lo que se mostrará menos abierta a nuevas ideas que le puedan permitir
cambiar y aprender.
Para evitar esto los coaches pueden utilizar una serie
de métodos para ayudar a la persona a experimentar algún grado de
esperanza y entrar en su PEA. Entre estos tenemos:
1.- PREGUNTAR SOBRE LOS SUEÑOS Y VISIONES PERSONALES
La primera vía para ayudar a una persona a que
se sienta esperanzada sobre su futuro consiste en que nos describa sus deseos.
Por ejemplo, un estudio utilizando resonancia magnética en el cerebro demostró
que en una conversación dedicar 30 minutos para que una persona describa sus
sueños y visiones personales activa regiones del cerebro asociadas con la
imaginación de nuevas cosas y un incremento de la actividad del sistema
nervioso parasimpático, que como hemos visto está asociado con emociones como
el asombro, el deleite, la gratitud y la curiosidad.
2.- LA COMPASIÓN
Otra de las experiencias que estimulan el PEA es recibir o
expresar compasión o preocupación por otra persona, como, por ejemplo, ayudando
a otros menos afortunados o que nos pueden necesitar. También podemos sentirla
al mostrarnos agradecidos a los demás por la ayuda que nos han prestado. La
estimulación de la compasión facilita el que nos preocupemos por los demás,
yendo más allá de la empatía para desear hacer algo por la otra persona.
Una de las formas más documentada de invocar a la compasión
es tener una mascota como un perro, gato o caballo (parece que no funciona
igual en el caso de peces o pájaros). Al acariciarles se despierta nuestro PEA.
El proceso comienza al estimular el PEA de nuestra mascota y, por el contagio
emocional que se produce a nivel inconsciente, rápidamente se extiende a la
persona que acaricia a la mascota y de ésrta otra vez al animal en un ciclo de
feedback positivo.
3.- EL CONTAGIO EMOCIONAL
Nuestras mentes están programadas para captar las
emociones de aquellos que nos rodean. Por lo que si percibimos emociones
negativas se puede estimular nuestro sistema nerviosos simpático y ponernos a
la defensiva. Esto ocurre a todas las personas excepto a las que padecen
trastornos del espectro autista.
El psicólogo Joseph
Le Doux ha documentado que se necesitan 8 milisegundos para que un
mensaje de amenaza llegue de nuestros cinco sentidos a la amígdala. Por esto es
tan importante que los coaches sean conscientes de sus emociones y las
gestionen antes de comenzar una sesión en la que esperan ayudar a los demás, ya
que sus propios sentimientos pueden transmitir diferentes mensajes de los que
desean.
4.- MINDFULNESS
Es otro enfoque que ayuda a entrar en nuestro PEA por medio
de la consciencia de nosotros mismos, de los que nos rodean y de nuestro
entorno. Implica centrarnos en nuestro contexto. Hace décadas los consejos a
las personas estresadas incidían en la necesidad de dedicar tiempo para ellas y
por ejemplo “oler las rosas”. En la actualidad el foco se centra en invocar al
PEA utilizando técnicas que nos ayuden a centrarnos en nosotros mismos.
5.- RELACIONES RESONANTES
Más allá del deseo de ayudar a otra persona a que entre en
su estado de >PEA las acciones que lo activan son aquellas que son
características de unas relaciones resonantes, efectivas y duraderas. Por
tanto, la calidad de la relación entre el coach y su coachee es clave, ya que
requiere que ambos se sientan seguros y abiertos a distintas posibilidades.
Tres cualidades se ha comprobado que tienen un impacto duradero
para ayudar que los demás se sientan motivados, aprendan y cambien. Éstas son:
a).- Visión compartida.
b).- Compasión compartida.
c).- Energía relacional compartida.
Kylie
Rochford ha estudiado diversas cualidades de las relaciones entre las
personas y ha encontrado que las tres mencionadas son esenciales para ambas
personas en una relación o para todas en un equipo o para casi todas en una
organización. La visión nos da esperanza, la compasión nos da una sensación de
que estamos siendo cuidados o de que cuidamos a los demás y la energía
relacional nos da fortaleza y perseverancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario