Para el corto y quizá también para el mediano plazo, los
consumidores planean adaptar sus hábitos de consumo y de entretenimiento dando
prioridad a la salud y la distancia social. Así surge, al menos, del estudio
realizado en abril por la consultora McKinsey en la Argentina, sobre una
muestra de más de 1000 personas.
Un 71% de los consultados asegura que reducirá su asistencia
a grandes eventos, como recitales o partidos de fútbol, mientras que una
porción similar buscará opciones de entretenimiento dentro de su casa. Aparatos
de televisión, home theater, consolas de juegos o tablets, entre otros, podrían
tener alguna suerte en ventas, si la economía lo permite.
El brote del Covid-19 ha cambiado también cómo comemos.
Cocina más, un pasatiempo expandido en épocas de pandemia, parece ser una
práctica que llegó para quedarse. El 67% no solo apunta a cocinar más de aquí
en adelante, sino que también dice que comerá más sano. La tendencia se vio
fuertemente reflejada en la encuesta. El consumo de alimentos frescos creció en
el 64% de los hogares consultados durante la cuarentena, en tanto que el de
congelados avanzó en el 40% de los casos.
El futuro para los restaurantes no es promisorio. Cuando
vuelvan a abrir sus puertas, un tercio de los consultados dijo que sí volverá a
sus mesas. Otro tanto de los consumidores asegura que preferirá comprar en el
restaurante y llevarse la comida a su casa. La compra de alimentos y víveres
para cocinar en el hogar se mantendría en los niveles actuales.
También se observa mucha precaución a la hora de pensar en
un viaje. Las provincias y el país volverán a abrirse, pero el brote
indudablemente cambiará nuestra forma de pensar, actuar y viajar, al menos a
corto plazo. Al tiempo que 69% de los encuestados dijo haber cancelado ya viajes,
un porcentaje similar suspenderá los que tenía previstos a futuro.
Es probable que los exámenes de salud y el flujo de
pasajeros en los aeropuertos sean diferentes en el futuro, a causa del
Covid-19. Resolver el distanciamiento social en los aviones y volver a la
rentabilidad no parece ser compatibles. Sin embargo, dejar asientos desocupados
es la opción que más se baraja para atraer a los viajeros a volar.
El futuro de la industria aerocomercial desvela a gobiernos
y empresas. La salida elegida en el país fue la fusión de Aerolíneas Argentinas
y Austral, con el objetivo de simplificar estructuras. Se estima que la medida le
permitirá a Aerolíneas Argentinas mejorar sus números en US$100 millones
aproximadamente. En el mundo, algunas compañías pequeñas ya han dejado de volar
para siempre, como las americanas Compass Airlines, Trans States Airlines y la
inglesa Flybe. Virgin Australia, por su parte, se declaró en bancarrota.
La tendencia general entre los consultados por McKinsey es
tratar de reducir los viajes no solo en avión, sino también en todo tipo de
transporte público, y en menor medida, en Uber y en modalidades de traslados
compartidos.
Los cambios de hábitos también afectan a hoteles y unidades
de alquiler temporario. Si bien la diferencia no es arrolladora, la encuesta
muestra una preferencia por hospedarse en unidades privadas como Airbnb, en
lugar de hacerlo en hoteles. Esta compañía ya tomó cartas en el asunto: los
listados en Airbnb pronto indicarán si los anfitriones están practicando nuevas
y estrictas pautas de limpieza, incluido un período de espera mínimo de 24
horas entre uno y otro huésped. Una nueva categoría de unidades indicará que
ningún huésped ha ocupado un alquiler 72 horas antes de la llegada.
En algunos sitios web de alquiler temporario, la cantidad de
anfitriones empezó a crecer, a medida que más personas buscan ingresos
adicionales. A mayor oferta y menor demanda, se espera precios en baja.
La Organización Mundial de Turismo (OMT) auguró que la
crisis sanitaria podría llevar a un declive anual de hasta el 80% respecto de
las cifras que mostró 2019.
También los shoppings están fuertemente afectados. Ahora con
sus puertas cerradas, en el futuro se los visitará con menor frecuencia: eso
dice que hará el 64% de los encuestados. La decisión tiene que ver ahora con la
salud, pero también se prevé un aumento de las ventas online a
futuro. El golpe a los shoppings es algo que ya pasa en otras partes del mundo.
Y la amenaza no es el coronavirus. Es el comercio electrónico. Los centros
comerciales en Estados Unidos están repensando completamente el modelo para
volverse más atractivos. Ya no representan solo una opción de compra, sino que
contemplan viviendas, oficinas, grandes espacios al aire libre, acceso al
transporte público, cine, restaurantes y entretenimiento.
Un informe de Credit Suisse especula que entre 2017 y 2022,
entre un 20 y 25% de los shoppings habrán cerrado en el país del norte,
mientras que Amazon crece. Y la cadena Macy's anunció que planea cerrar 125
tiendas hasta 2023, muchas de las cuales son anclas o locomotoras de los
centros comerciales.
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