Manejar las emociones con astucia puede brindar
tanto éxito
como un coeficiente intelectual elevado, según el prestigioso psicólogo.
El prestigioso
psicólogo estuvo en Buenos Aires y dio una charla a sala llena.
Habla pausado y sonríe. Conoce el efecto de sus palabras en
su interlocutor (no por nada está doctorado en Psicología). Sonríe y pide un
café. Casi parece mentira que este señor de saco y camisa, sonriente y cálido,
es el mismísimo Daniel Goleman (72), prestigioso escritor de best-sellers de
divulgación científica, ex periodista del New York Times y a quien se le
atribuye haber enunciado por primera vez la teoría de la Inteligencia
Emocional (IE).
Luego nos dirá que no fue él quien creó la terminología,
sino que simplemente la investigó y divulgó en cada uno de sus libros,
partiendo de aquel que publicó en 1995 y que llamó “Inteligencia Emocional”, y
del cual se han vendido más de 5 millones de ejemplares hasta la fecha.
Goleman estuvo en Buenos Aires por 72 horas. Invitado por la
Fundación CEMAR, vino a dar un seminario sobre “Foco e Inteligencia
Emocional”. Y lo hizo a sala llena, en el teatro Coliseo.
También aprovechó para presentar su más novedosa herramienta
de manejo de la IE en el ámbito profesional, la ESCI 360 o Emotional
and Social Competence Inteligence 360 (Inteligencia de competencia
emocional y social 360). “Hace 25 años que vengo estudiando y perfeccionando
mis ideas con respecto a la IE y pude diseñar un modelo para mejorar las
habilidades de liderazgo en las empresas”, le dijo a Clarín antes
de subir al escenario.
“Es un modelo que pone a prueba al líder frente a su equipo
de trabajo y consiste en puntuarse del 1 a 10 en todos los aspectos competentes
al ámbito laboral: capacidad de comunicación, empatía, liderazgo, etc. Y cada
uno los colaboradores debe hacer lo mismo para con su jefe: puntuar su
desempeño en cada una de las áreas, pero de manera anónima. Al ver los
resultados y comparar con las puntuaciones propias, se debe hacer una lectura
inteligente, aprovechando los puntajes bajos para mejorar cada aspecto, ya que
quedan reveladas fortalezas y debilidades”, agrega sobre su modelo.
Hijo de docentes universitarios, Goleman se doctoró en
Psicología en Harvard. Trabajó como periodista en The New
York Times y fue ahí donde leyó por primera vez un artículo firmado
por los psicólogos norteamericanos Peter Salovey y John Mayer sobre IE.
Sin embargo, a pesar de que ya había editado varios
libros sobre psicología, no fue sino hasta la publicación de “Inteligencia
Emocional” en 1995 que no supo lo que era ser un escritor exitoso.
Lejos de quedarse dormido en los laureles, siguió
investigando y publicó algunas obras más, como “La salud emocional:
conversaciones con el Dalai Lama” (1997), “La meditación y los
estados superiores de consciencia” (1997), “La práctica de la
inteligencia emocional” (1999), “Emociones destructivas. Cómo
entenderlas y superarlas” (2003), “Inteligencia emocional
infantil y juvenil” (2009) y “El cerebro y la inteligencia
emocional” (2013), entre otros.
Al principio, todo lo
nuevo genera resistencia
Sin embargo, y a pesar del éxito masivo de sus postulaciones
sobre el aprovechamiento de la IE, en el ámbito empresarial encontró ciertas
asperezas en los primeros años de divulgación de su best-seller. “Me
animé a hablar de las emociones y de cómo usarlas con inteligencia y no fui tan
bien recibido en las empresas”, relata.
“En algunos ámbitos me prohibieron mencionar la palabra
emoción, no obstante me arriesgué y seguí adelante. ¿Cómo hice para
entrar en el ámbito empresarial? Me basé en las neurociencias,
porque las personas de negocios necesitan recibir datos duros, ver hechos y
hacer deducciones. Así logré que me escucharan y aceptaran mis conceptos sobre
la importancia de la IE en el ámbito laboral”, dice.
“Por otra parte, todos internamente sabían que el manejo de
las emociones es importante en todos los ámbitos, salvo que nadie se animaba a
hablar de eso. Todos sabemos que si en el trabajo tenés un ataque de
ira o te enojás con tu equipo, estás en problemas si no sabés cómo manejar la
situación… Ok, con la IE les comencé a explicar cómo hacerlo, y lo
aceptaron relacionando con los datos duros y porque, de última, es experiencia
de vida”.
Manejar las emociones
con astucia
Uno de los puntos fuertes de las investigaciones de
Goleman es la comparación de la IE con el coeficiente intelectual. El
norteamericano afirma que saber manejar las emociones con astucia puede brindar
tanto éxito empresarial y de negocios como un coeficiente intelectual elevado.
“Depende de las situaciones, pero si un matemático con
coeficiente intelectual alto está haciendo un ejercicio de aritmética,
seguramente saldrá airoso de la experiencia. Pero si a esa misma persona está a
cargo de un departamento de matemáticos, es probable que su tarea se vea
dificultada o peor aún, que le vaya terrible, porque entonces su trabajo
dependerá de las relaciones, de su habilidad para trabajar en conjunto y de
manejar a otras personas… Entonces en este caso, tener una IE
desarrollada será más importante que contar con un coeficiente intelectual
elevado. En síntesis, lo mejor es tener una combinación de ambas,
especialmente si se trabaja en equipo”, dice Goleman.
Si un matemático con coeficiente intelectual alto está
haciendo un ejercicio de aritmética, seguramente saldrá airoso de la
experiencia. Pero si a esa misma persona está a cargo de un departamento de
matemáticos, es probable que su tarea se vea dificultada o peor aún, que le
vaya terrible, porque entonces su trabajo dependerá de las relaciones, de su
habilidad para trabajar en conjunto y de manejar a otras personas… Entonces en
este caso, tener una IE desarrollada será más importante que contar con un
coeficiente intelectual elevado. En síntesis, lo mejor es tener una combinación
de ambas, especialmente si se trabaja en equipo
Dr. Daniel Goleman. PSICÓLOGO Y ESCRITOR
Otro de los ítems desarrollados por el norteamericano en sus
investigaciones es el enfoque. Según cita en sus libros, focalizar es
un activo mental a menudo ignorado que tiene implicaciones masivas sobre cómo
manejamos la vida. El cerebro se atrofia si no se usa, pero se
fortalece si se trabaja adecuadamente, lo que mejora nuestra conciencia
general y capacidad de atención.
Focalizar es lo que permite a hombres y mujeres exitosos
lograr sus triunfos en diversos campos de acción, tanto sean
deportistas de competición, educadores, artistas o personas de negocios,
revelando lo que distingue a los expertos de los aficionados y a las estrellas
de los “promedio”.
“Para lograr el enfoque, primero se debe identificar
el objetivo y luego los pasos a seguir para lograrlo. Una vez logradas
esos dos ítems, el tercero es persistir en el camino, a pesar de las
dificultades u obstáculos que se presenten”, afirma Goleman. Y continúa: “En un
concurso de deletreo de palabras llevado a cabo en escuelas primarias de Nueva
York, se pudo comprobar que los niños ganadores eran, a la vez, los
mejores alumnos. Es decir que los niños que más se dedicaban a
estudiar, también eran los que más empeño y persistencia ponían en conseguir
sus metas. La conclusión es, siempre sigue adelante. Si te das por
vencido, nunca podrás desarrollar la IE”, afirma Goleman.
Empatía y
mindfulness, el camino para desarrollar la IE
El experto afirma que son varios los
ejercicios que podemos poner en práctica, pero que destaca dos en
particular:
1- Ejercitar la empatía
2- Cultivar el mindfulness.
“Al poner en práctica la empatía, tomamos conciencia
de escuchar al otro y de intentar entender lo que siente, además de
hacerle saber que estoy prestando atención a su relato. Y con el mindfulness
trabajamos lo que es la ‘atención plena’, que consiste en estar atento aquí y
ahora, manejando las emociones e ignorando las distracciones (la principal es
el teléfono) para lograr el enfoque. Cuanto más tiempo podamos
ejercitar el mindfulness, mejor será el resultado, más fuertes serán los
efectos”, enfatiza el experto. Y agrega: “El mismo circuito cerebral en el que
trabaja el mindfulness es el que maneja -y por lo tanto puede controlar- las
emociones perturbadoras, que son cuatro: el enojo, el miedo, la ansiedad y la
depresión. Son tan importantes que no nos dejan ejercitar nuestras habilidades
al máximo, si no las controlamos”.
Para lograr el enfoque, primero se debe identificar el
objetivo y luego los pasos a seguir para lograrlo. Una vez logradas esos dos
ítems, el tercero es persistir en el camino, a pesar de las dificultades u
obstáculos que se presenten”, afirma Goleman. Y continúa: “En un concurso de
deletreo de palabras llevado a cabo en escuelas primarias de Nueva York, se
pudo comprobar que los niños ganadores eran, a la vez, los mejores alumnos. Es
decir que los niños que más se dedicaban a estudiar, también eran los que más
empeño y persistencia ponían en conseguir sus metas. La conclusión es, siempre
sigue adelante. Si te das por vencido, nunca podrás desarrollar la IE.
Dr. Daniel Goleman. PSICÓLOGO Y ESCRITOR
Las cuatro
habilidades de la IE
Desde que enunció la importancia de su desarrollo, Goleman
indicó que la IE tiene varios componentes o habilidades que
debemos desarrollar para poder ejercerla a pleno.
El listado fue evolucionando a medida que avanzaron sus
investigaciones, llegando al modelo actual integrado por:
1. La Autoconciencia
Implica conocerse a uno mismo, saber cómo nos sentimos y
cómo nos afectan esos sentimientos.
2. La Autorregulación
Nos ayuda a controlar las emociones perturbadoras y los
sentimientos que generan.
3. La Empatía
Saber cómo llegar al otro.
4. El Manejo de las
Relaciones Interpersonales
Aplica no sólo en el trabajo, sino también en familia y en
la vida en general.
La importancia de la
IE en los niños
Según el psicólogo, es fundamental transmitir a los
niños los valores de la IE. Y dice que los padres que la practican, la
enseñan de manera natural a sus hijos, desde su nacimiento.
“Cuando un bebé llora y su mamá o su papá lo alza y
acuna, ya le está enseñando a tranquilizarse y controlar sus emociones”,
dice. “Los padres son los primeros profesores en todo y particularmente en el
área emocional, donde la familia funciona como una red de contención”.
A estas enseñanzas Goleman las llamó “sembrar las
semillas correctas” en los niños pequeños. Este enunciado lo realizó
al explicar sus nuevos conocimientos sobre la arquitectura del cerebro, y la
comprensión de las dos partes que lo integran, la emocional y la racional.
Dr. Daniel Goleman.
PSICÓLOGO Y ESCRITOR
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