Costhanzo
Ya debería saberlo:
el trabajo ideal no existe, pero hasta el empleo frustrante que le amarga la
vida puede tener una cara amable. No se obsesione por lo uno o por lo otro,
porque hay nuevos caminos en la felicidad laboral.
La intención de cambiar de trabajo o de marcharse de su
empresa no le convierte en un raro espécimen laboral, y además las ansias de
cambio no suponen un desdoro para su carrera. En realidad, la rotación de
empleo es una actividad creciente en el mercado laboral, y la mayoría de los
trabajadores se están planteando dejar su empresa... Otra cosa es que terminen
por hacer real esta intención, que suele tener como causas principales la
relación con un jefe tóxico, el salario, las oportunidades de promoción y
desarrollo de carrera, la imposibilidad de conciliar vida profesional y
personal o la falta de reconocimiento dentro de la organización.
Como para casi todo, hay estudios que argumentan sobre la
creciente insatisfacción profesional. El pasado mes de enero, Adecco concluía
que el porcentaje de trabajadores que se sienten felices ha disminuido con
respecto al registrado hace tres años, y aseguraba que "para el 57,5%, la
felicidad laboral es un aspecto de los recursos humanos que se ha instalado
para quedarse".
"El 80% de los españoles es infeliz en el
trabajo", según una encuesta elaborada por Acierto.com; y hace cuatro
meses Randstad revelaba que la tasa de satisfacción de los profesionales
españoles ha caído tres puntos porcentuales en tan solo un año, con lo que
"la satisfacción laboral en España se sitúa por debajo de la media
europea". Por su parte, IESE Business School y Eurofirms presentan este
lunes un estudio que evalúa el compromiso de los trabajadores con las empresas
en las que trabajan, y que concluye que "siete de cada diez empleados
españoles no se sienten felices en su trabajo".
Los expertos insisten en la creciente insatisfacción
laboral, y a esto se añade que en el mercado de trabajo ya no es posible
aspirar a trabajar sólo en una o dos empresas durante toda nuestra carrera.
Tampoco es realista seguir usando las mismas capacidades y habilidades.
Además, resulta absurdo pensar que existe el puesto
perfecto, aunque los empleos se transforman y podemos llegar al trabajo que nos
satisfaga finalmente.
Hasta la actividad más tediosa tiene un lado positivo. Es
posible descubrir que esa actividad, ese puesto o esa empresa frustrante potencia algunas habilidades y competencias que le servirán en el futuro. Se
trata de reinventarse dentro de la propia organización para tener más
influencia, progresar en nuestra carrera e incluso ganar más.
Y a la inversa, el trabajo de sus sueños puede convertirse
en una pesadilla, o al menos no ser tan ideal como imaginaba. Las actividades
aparentemente idílicas llevan incluidos jefes y compañeros que pueden ser tóxicos,
falta de reconocimiento, o imposibilidad de progresar o ascender.
Desear obsesivamente el empleo ideal es una pérdida de
tiempo. Y perseguir exageradamente el trabajo perfecto es un camino directo a
la frustración profesional.
Nunca es tarde para
conseguir el puesto conveniente
Es necesario renovarse y estar preparado para hacer que
suceda lo que queremos: el trabajo ideal. Para eso debemos centrarnos en todo
aquello que esté relacionado con sus fortalezas y capacidades. Quedarse
esperando a que suceda no tiene sentido. Por eso conviene preguntarse qué
estaremos haciendo dentro de unos años, ya que esta es la ventaja competitiva
en el mundo laboral cambiante.
¿Está realmente
preparado? Visualice su futuro
Quizá no esté preparado para el cambio, y tal vez no haya
conseguido visualizar su futuro profesional para que éste le pueda motivar.
Debe plantearse si aquello que hace tiene futuro o va a desaparecer; si el
mercado va a necesitar los mismos profesionales; o si usted es realmente bueno
en lo suyo. Cabe incluso la posibilidad de que tenga que cambiar de vocación y
deba buscar su desarrollo personal en otro empleo.
Cuidado con las
empresas demasiado 'perfectas'
La gente se va incluso de aquellas empresas que se
consideran felices, porque no hay compañía, trabajo o jefe perfecto. Sobre
estos últimos Warren Buffett, empresario e inversor estadounidense y principal
accionista de Berkshire Hathaway, suele decir que "antes de pensar en
escalar en la vida corporativa y en conseguir el currículo perfecto que nos
proporciona el trabajo ideal en la compañía soñada, lo sensato es elegir
aquella organización en la que haya personas que uno admira". No hay mayor
fortuna que encontrar un jefe admirable que pueda abrirnos la puerta a nuevas
oportunidades.
En todo caso, no existe el jefe modélico, ni el trabajo
perfecto. Y tampoco la empresa ideal. Por eso conviene hacer oídos sordos a los
cantos de sirena que nos llegan algunas veces de otras organizaciones que
venden buenos horarios, conciliación ejemplar, flexibilidad, planes de carrera,
sistemas retributivos envidiables... Es posible que muchas de esas empresas
felices sólo sean escaparates de márketing que nada tienen que ver con la
realidad.
Por definición, una compañía no está para hacer feliz a su
gente, no puede dedicarse exclusivamente a la felicidad. Sería más acertado
preguntarse si una empresa ha de ser feliz o rentable, contemplando la idea de
rentabilidad desde la perspectiva de que ésta ofrece a sus empleados la
posibilidad de desarrollarse profesionalmente.
Las falsas
expectativas y la satisfacción laboral
Se puede medir la felicidad, y muchos expertos creen que
ésta resulta muy rentable (Ver entrevista con Tal Ben-Sahar). Hay una
preocupación creciente acerca de este intangible y de su conexión con la
economía real.
Pero en el plano de la realidad conviene no idealizar las
expectativas. Ya hemos dicho que cualquier empleo tiene una cara amable y una
cruz mucho más tediosa, y eso lleva a correr el riesgo de diseñar nuestro
puesto de trabajo ideal haciéndonos una composición de lugar que dista mucho de
la realidad.
Unas altas perspectivas sobre las circunstancias favorables
de vida se asocian con una gran satisfacción vital. Si esperamos algo que
resulta ser irreal seremos infelices, ya que poner ilusión en un trabajo y
mantener las expectativas muy altas nos lleva a la frustración.
No se vaya... pero
opte por crear su propio empleo
La insatisfacción laboral que le provoca su trabajo, su jefe
o su empresa es el impulso definitivo para marcharse y cambiar radicalmente.
Pero hay quien recomienda no tener tanta prisa. Es el caso de Richard Branson,
defensor de una estrategia más "lenta" para crear el propio empleo:
se trata de mantener el trabajo en la empresa en la que ahora está para generar
su nuevo puesto. Branson cree que es posible conseguir el empleo ideal incluso
manteniendo su puesto en una compañía. Esto es propio de los que se conocen
como "emprendedores híbridos", que tienen un 33% más de posibilidades
de éxito.
Con estas ideas, no es extraño que haya quien le recomiende
dar una nueva oportunidad a su compañía o a la actividad que le frustra
profesionalmente. El cambio y la reinvención no están fuera, sino en la propia
organización, que en todo caso ha de ser favorable a las transformaciones para
responder a su decisión de quedarse para crear su propia empleabilidad y
generar un nuevo empleo.
Qué puede aguantar un
profesional invisible
Tanto si se va de su compañía como si decide quedarse en
ella, tendrá que buscar un nuevo valor y una visibilidad que antes no tenía.
Esto nos lleva a pensar en los profesionales invisibles: se da el caso de
profesionales ocultos que llevan el peso de muchas organizaciones y son muy
valiosos, pero no reciben el reconocimiento de sus jefes ni son recompensados
como esperan. La cuestión es qué nivel de frustración puede soportar un
profesional invisible al que no se le trata igual que a otro que copa los
puestos de más visibilidad en la organización.
Es necesario que haya profesionales influyentes y que tomen
decisiones siendo invisibles. Algunas compañías tienen este modelo estructurado
y organizado y, en todo caso, las organizaciones deben aprender a motivarlos y
a reconocerlos. Si no es así, terminarán yéndose.
En todo caso, sin poder reconocido y sin ser jefe también es
posible convertir su trabajo invisible en un puesto ideal: para empezar, si le
apasiona su trabajo, puede crear impacto y convertir su influencia en algo
viral. Su voz puede generar demanda y su valor dentro de la organización crece,
porque su talento es descubierto por otras personas que son determinantes en la
empresa.
Tenga en cuenta además que la capacidad de influencia tiene
que ver con la credibilidad. Ésta se gana a lo largo de la trayectoria
profesional y es propia de quien tiene gran capacidad de relación, alguien con
quien la gente quiere compartir ideas e información.
Saber venderse y
mostrar resultados
Saber venderse es saber moverse por la empresa para
conseguir lo que uno quiere. Implica influir, y para ello es necesario crear
grupos de relación en su organización.
La estrategia de saber venderse sólo es sostenible si se
muestran los verdaderos resultados. Por eso es necesario tener claro cuáles son
nuestros éxitos, dominando la habilidad para transmitirlo claramente. Esto es
especialmente importante si se tiene en cuenta que algunas empresas sólo
reconocen la habilidad política para salir en la foto y no favorecen el
reconocimiento por lo que uno vale. El grado de frustración que esto provoca es
otro de los factores que llevan a muchos profesionales a abandonar un trabajo o
una compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario