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Lo que funciona para
unos no tiene por qué funcionar para otros, pero las compañías usan estas
técnicas para reducir el estrés y aumentar la productividad.
Mantenga la atención en el presente. Libere su mente de
preocupaciones", me indican mientras me desplazo torpemente por la sala de
un estudio de baile del centro de Londres. Mis compañeros de clase están tan
concentrados en el momento, que algunos parecen completamente absortos. Me
encuentro en una clase de Biodanza. La experiencia forma parte del reto que me
he marcado para intentar aprender algo sobre mindfulness, un proceso mental que
nos ayuda a sentir nuestro cuerpo y mantenernos en el presente.
Se dice que, si
llevamos la atención al momento, -nuestros pensamientos y sensaciones- los
niveles de estrés y ansiedad se reducen. Durante un periodo de dos semanas
pruebo varias técnicas y ejercicios de meditación para ver qué sensación me
causan. Sue James, la instructora de Biodanza, explica que esta variedad nos
hace "tener más conciencia de nosotros y de nuestra relación con los
demás". Se nos invita a formar un círculo, a cogernos de la mano y a
mirarnos fijamente a los ojos. Hay un momento en el que me olvido de lo
ridículo que debo parecer y logro concentrarme en la danza. Según James,
"con la práctica, la concentración se prolonga y empezamos a notar los
beneficios".
Algunos alumnos me explican cómo la técnica les ha ayudado a
dormir mejor y a mejorar sus relaciones con los demás. Aunque esta técnica se
imparte fuera de la oficina, hay clases de mindfulness corporativo destinadas a
reducir el estrés y aumentar la productividad que ya ofrecen empresas como
GlaxoSmithKline o el diario Financial Times. Mi compañera Claire Barron dirige
las clases de yoga y meditación. En estas últimas nos enseña técnicas de
respiración. Barron también da clases de meditación gong y decido asistir a
una. Me tumbo en una esterilla con los ojos tapados. Intento concentrarme en la
respiración, pero mi mente no para hasta que escucho el hipnótico sonido del
gong y al final consigo relajarme. "Algunas personas se sienten incómodas
en este estado", explica Barron. De todas las técnicas que pruebo, esta es
la que más me ayuda a estar en el presente.
En algunas meditaciones, ni siquiera hay que apagar el
móvil. Headspace, una de las muchas apps, ofrece meditación guiada a 54
millones de usuarios de 190 países. Meditar con un dispositivo que es fuente de
distracciones parece contradictorio, pero en Headspace nos aclaran las dudas:
"Publicamos un estudio según el cual, utilizar Headspace, aunque sea poco
tiempo, reduce el uso compulsivo de Internet". Por 12,99 dólares al mes,
una suave voz nos guía a través de una serie de meditaciones destinadas a
reducir la ansiedad o a mejorar nuestra productividad. Pruebo la app durante
dos semanas y me doy cuenta de que lo más difícil es encontrar el momento para
usarla. Lo más frustrante es que, cuando aumento el tiempo de meditación, mi
mente se distrae pensando en todo lo que debería estar haciendo.
Lo que sí he notado es que mis problemas para conciliar el
sueño mejoran después de usar Headspace.
Algunos detractores de estas técnicas creen que la
meditación se está utilizando con fines comerciales en personas con problemas
psicológicos.
En su libro McMindfulness, Ronald Purser reconoce que la
meditación en algunos casos puede tener efectos negativos, como miedo, pánico y
ansiedad. A Purser le preocupa que nadie se pregunte por qué hay tanto estrés
en el trabajo.
Después de probar distintos programas en estas dos semanas,
llego a la conclusión de que el mindfulness no es una ciencia exacta: lo que
funciona para una persona no tiene por qué funcionar para el resto, y encontrar un momento para practicar con una
agenda apretada no es fácil: el mindfulness puede ser complicado.
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