La necesidad de un plan de largo
plazo,
vencida por las urgencias de la política
vencida por las urgencias de la política
La Argentina no experimenta una alta tasa de crecimiento
económico como para ser considerada una " economía emergente".
Por el contrario, no crece desde 2011, su nivel de valor agregado en la
economía viene en picada, hay alta inflación, alto nivel de deuda de corto
plazo, y un panorama no esclarecido de si vamos hacia el logro del superávit
fiscal para que los ingresos superen a los gastos o si vamos hacia una emisión
monetaria con mix de más impuestos y sin posibilidad de acceder a los mercados
voluntarios de deuda. La última opción la probamos 93 años de los últimos 100.
La primera, solo 7 años y siempre fue exitosa.
Nuestro país no crece ni se desarrolla. La necesidad de un
plan económico de largo plazo es vencida por la necesidad política de corto. No
hay dogma ni programa que sea exitoso. Heterodoxia y ortodoxia vencidas por la
política. Según el Banco Mundial la Argentina es el país que atravesó más
recesiones entre 1961 y 2018: hubo 22 episodios. Le siguen la República
Democrática del Congo con 20 recesiones; Zambia, Haití, Chad y Burundi, con 17
en cada caso, y Guayana, con 16. La receta del fracaso argentino es la
siguiente: crecimiento de corto plazo y bienestar, para luego atravesar caídas
profundas con rebotes pequeños de corto plazo. Cada caída antes del rebote
duele más. Y se fue perdiendo altura porque ya no hacemos pico, sino que caemos
cada vez en zona más cercana al valle. Distribuir riqueza sin crearla es
distribuir cada vez más pobreza.
"Emergencia alimentaria", "emergencia
pyme", "emergencia automotriz", entre otras. ¿Cuál es la madre
del borrego? La "emergencia política" nunca declarada y nunca
reconocida. Los argentinos no votan una "plataforma política" o un
"programa económico". Cuando votaron en 2011 por Cristina Kirchner,
quien obtuvo la presidencia por más de 54% de los votos, escucharon en la
previa "sintonía fina" y la necesidad de recomponer tarifas de
servicios públicos. El amor por los votos fue más fuerte que transparentar la
realidad de una promesa de campaña. En 2017 Macri ganó las elecciones
legislativas con 41% de los votos a nivel nacional y se enamoró del
"gradualismo", hasta que el mercado le dio un baño de realidad y le
informó, a los 6 meses, que el déficit no se puede financiar solo con deuda. Y
terminó en un fuerte ajuste.
El Estado hizo un mayor nivel de transferencias sociales en
forma sostenida en los últimos dos períodos presidenciales, mediante una
presión tributaria brutal sobre el generador de la riqueza y único actor
económico que podría generar las condiciones para ir reemplazando plan social
por trabajo: el sector privado empresario. No las grandes empresas sino las
micro, pequeñas y medianas empresas son las que pueden generan empleo en
volumen. Supongamos que soy empresario y hago 10.000 unidades de X producto. El
Estado vía impuestos se queda con 5000 unidades y de esas 5000, a valor nominal
en pesos el 70% de su presupuesto lo destina a gasto social, incluyendo además
de planes sociales a las jubilaciones.
Las pymes tienen una dependencia del mercado interno. Las
ventas minoristas de acuerdo a los datos de la CAME cayeron 14,5% en septiembre
y 12,8% en el acumulado del año. La industria, según el Indec, usa el 60,5% de
la capacidad instalada (la rama automotriz usó en agosto 43,5% en agosto).
Tres factores que llevan a la emergencia son:
1) menos ventas y más facturación por inflación = más impuestos con caída de
márgenes de ganancia; 2) la presión tributaria, gran problema para
emprendedores y microempresarios; 3) tasas de interés imposibles, con
alargamiento o quiebre de la cadena de pagos y ahogo financiero. En conclusión:
la "emergencia política" no declarada ni reconocida hace de la
Argentina un eterno país "emergente".
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