Tres símbolos del
suceso profesional, cada uno con su estilo y con su voluntad de romper reglas
para seguir un camino propio, sin imitaciones.
Es interesante y significativo comprobar los distintos
estilos de trabajo de las estrellas multimillonarias del mundo cibernético. El
portal Infotechnology.com seleccionó
tres de ellos con gran acierto, ya que demuestra la variedad de enfoques.
Elon Musk, por
ejemplo, tiene 44 años, dirige tres empresas (SpaceX, Tesla y SolarCity).
Podría decirse que es un clásico. Duerme seis horas, se atiborra de café
durante el día, sueña con colonizar Marte y se mantiene comunicado todo el
tiempo, incluyendo cuando está con sus hijos, haciendo negocios. Suma quince
horas de oficina por día y no tiene empacho en utilizar los fines de semana
para seguir trabajando. Es un tipo de éxito, sin duda, pero obligaría a revisar
el concepto de "éxito", nunca definido del todo, porque es probable
que tenga tantas interpretaciones como seres humanos en este planeta. La
versión estándar se apoya en el plano económico. A mayor fortuna acumulada, más
brilla en el cielo que la revista Forbes publica anualmente en su ranking de
millonarios. Un cierto automatismo, socialmente instalado, despierta el deseo
de "yo quisiera estar en esa lista". Los que no comparten la misma
pretensión, mirarán con desconfianza el estilo de vida de Elon Musk y se
preguntarán si el alto costo personal compensa las subas en la bolsa de
valores. Cada uno en lo suyo, incluyendo a los que quisieran aparecer en Forbes
pero mediante el esfuerzo de estar tomando sol en la playa y compartiendo
asados con amigos.
Mark Zuckerberg,
creador del hoy casi imprescindible Facebook, tiene 33 años. Es egresado de
Harvard en 2004 y tiene por costumbre vestir diariamente una remera gris, con
variación de campera del mismo color si el frío aprieta. Considera que andar
pensando en qué ponerse cada día lo distrae innecesariamente. Vive cerca del
trabajo y utiliza poco un auto que tiene desde hace años. Es un representante
de una nueva generación, que no necesita combinar vestimenta y mucho menos
elegir corbata al tono. Vendría a ser un sujeto al natural, sin decoración
adicional, un elemento necesario, hace muchos años, "para triunfar en la
vida". Para algunos y algunas será una herejía. Para otros u otras un
rasgo de sensatez, economía de tiempo y de energía. Son elecciones que no están
penalizadas por ninguna ley escrita.
Bill Gates no
necesita presentación. Creador de Microsoft, pasó la barrera de los
ultramillonarios. Alguna vez reveló cómo organizaba su vida laboral, con tres
monitores funcionando para responder mails y trabajar. Una vez al año, se
internaba durante una semana en una cabaña en el bosque. Juntaba algunos libros,
documentos y quedaba desconectado completamente del mundo exterior. El objetivo
de la maniobra era leer y pensar sobre el pasado y el futuro. El método rindió
sus frutos. Hoy está convencido de que si tuviera dieciocho años y tuviera que
volver empezar, elegiría los temas de inteligencia artificial, energía o
biociencia. Puede ser el resultado de sus semanas de reflexión.
Una vez más, no hay
recetas. Para expresarlo de manera más directa, nadie se va a hacer
millonario aislándose en una cabaña por siete días o vistiendo el mismo tipo de
ropa cotidianamente, ni tampoco trabajando quince horas y permanecer conectado
todo el tiempo. No sirve copiar, por más que se insista en erigir modelos de
conducta laboral, sumando el inevitable marketing de que son ellos los que
tienen la codiciada clave. La copia puede funcionar en los productos
industriales o tecnológicos, pero no en los seres humanos como tales.
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