El subidón que provoca
un incremento salarial es mucho más efímero que el reconocimiento del trabajo
bien hecho, que puede llegar a aumentar la productividad de un equipo en un
30%. Si no se practica supone un aumento del absentismo y la huida de los
mejores.
El reconocimiento, eso que popularmente se conoce como la
'palmadita en la espalda', a pesar de ser gratuito cotiza al alza en las
organizaciones. ¿Recuerda la última vez que su jefe le felicitó por un trabajo
bien hecho? Por regla general, al aumento de sueldo es el resultado del
cumplimiento de objetivos, pero después de la segunda nómina, ese subidón
desaparece. Miriam Martín, directora
de comunicación y marketing de Sodexo BI, explica cuál es el valor del
reconocimiento gratuito: "Nuestros estudios demuestran que un equipo que
recibe reconocimiento de forma habitual aumenta su productividad un 30%. El
compromiso de los empleados mejora un 20% y los beneficios crecen un 27%, al
tiempo que el índice de rotación se reduce un 31%. En equipos de ventas, los
programas de reconocimiento pueden propiciar un aumento de las ventas de hasta
el 50 %, lo cual es sin duda un ROI (retorno de la inversión)
interesante".
Eficacia
La eficiencia de esta gratitud está relacionada con la
inmediatez. "Para que los reconocimientos sean eficaces tienen que ser
objetivos e inmediatos", asegura Carlos
Delgado, presidente y consejero delegado de Compensa Capital Humano. Para
cuantificar ese impacto, esta consultora hizo una investigación muy ilustrativa
con resultados concretos: "Los programas de reconocimiento tienen una
valoración promedio entre los trabajadores de 7,8 puntos sobre 10 y le otorgan
un valor emocional promedio equivalente a 775 euros, al margen de las recompensas
económicas directas que pudieran otorgarse. Dependiendo de los comportamientos
premiados, los empleados llegan a valorar estos reconocimientos en varios miles
de euros", añade Delgado.
Valorar el trabajo es una
poderosa herramienta de desarrollo
que potencia las 'soft skills'
Para que la inyección de motivación que supone el premio por
el trabajo bien hecho tenga su efecto, el CEO de Compensa afirma que es
necesario "identificar el comportamiento recompensable, alinearlo con la
política formal de la empresa vinculándolo al valor que se está premiando y
otorgándole exclusivamente la recompensa, ya sea verbal, escrita, pública,
privada o monetaria". Es decir, integrarlo en la cultura corporativa de la
compañía.
Miriam Ortiz de
Zárate es socia directora del Centro de Estudios del Coaching (CEC).
Reconoce que cualquier acto apreciativo o de valoración que ayude a construir
una adecuada relación con el empleado, fomentará la motivación, que es uno de
los elementos clave de la productividad. Entre las actitudes gratuitas que
pueden activar las ganas de trabajar destaca frases como 'He visto tu trabajo
en detalle. Muchas gracias', esto es "te veo, te reconozco, lo valoro y te
doy las gracias, y también Señala Zárate, que "otra forma de
reconocimiento muy importante es solicitar opinión, generar participación,
pedir ayuda, tener en cuenta las aportaciones, etcétera".
Desarrollo
Estas políticas refuerzan la camaradería, el trabajo en
equipo y contribuyen, por tanto, a una mejora del clima laboral. Así lo cree Miriam Martín: "El compromiso
crece al ver que su trabajo tiene un sentido, que 'sirve para algo' y que a la
empresa le importa lo que hace, por lo que aumenta su motivación y le empuja a
dar lo mejor de sí mismo. Además, cuando un trabajador sabe que su labor será
reconocida adecuadamente, también estará más motivado para ayudar a sus
compañeros a conseguir que todo salga bien. El reconocimiento aumenta la
motivación, el compromiso y la productividad, mejora el trabajo en equipo y la
calidad del mismo".
Para que los reconocimientos sean
eficaces
tienen que ser objetivos e inmediatos
Valorar el trabajo es una poderosa herramienta de desarrollo
que puede ayudar a potenciar las soft skills que ahora demanda el mercado. Juan Antonio Fernández, socio y de
Habittud, identifica otras acciones ligadas a generar confianza y a aumentar la
autoestima de los trabajadores: "Dar autonomía; cuando se comete un error
animar a seguir hacia adelante y aprender de ello; delegar acciones,
actividades y proyectos de valor añadido; invertir en formación; pedir opinión;
o solicitar participación, entre otros".
El presidente de Compensa Capital Humano concluye que
"el futuro de los programas de reconocimiento está en premiar
cotidianamente los comportamientos que realizan los empleados que refuerzan los
valores de la organización". Apunta además que estos programas, ideados
como un elemento utilizado por los jefes para recompensar a sus equipos,
"están evolucionando a procesos que permiten reconocer estos
comportamientos entre empleados y los clientes".
Alabanzas que
intoxican a los empleados
El ego es uno de los elementos más sensibles de un
profesional y, a veces, se puede desmadrar por un exceso de reconocimiento. Que
alguien reciba alabanzas por un trabajo bien hecho puede convertirle en una
especie deleznable dentro de una organización, en uno de esos profesionales que
intoxican las empresas. Miriam Ortiz de
Zárate, socia directora del Centro de Estudios del Coaching (CEC), explica
que "el ego puede estar en riesgo cuando la alabanza es paternalista,
cuando compara, cuando está vacía de contenido y no está relacionada con hechos
concretos, o cuando genera brechas en el estatus y preferencias". Entre las valoraciones más higiénicas que puede
recibir un profesional, Juan Antonio Fernández, socio director general de
Habittud, enumera los estímulos que estén relacionados con sus motivaciones,
sus inquietudes o sus beneficios: "Siempre lo agradecerá, pues en el fondo
es lo que le mueve a seguir apostando por el proyecto, sentirse orgulloso de
pertenecer a la compañía, lealtad y fidelidad con su superior. En definitiva,
dar su mejor versión al servicio de la empresa y de los resultados". Otro
factor imprescindible en un programa de reconocimiento es la formación, una
pieza que Miriam Martín, directora
de comunicación y marketing de Sodexo BI, considera clave: "Hay que formar
a los empleados para conseguir que realicen su trabajo de la mejor manera
posible, no hacerlo puede suponer estrés y frustración. En ocasiones, se dan
nuevas funciones o responsabilidades a los empleados para aumentar su
motivación, o se les pide un cambio en la forma de trabajar. Sin embargo, si
eso no se acompaña de una correcta formación, el empleado puede sufrir estrés y
desmotivación porque piensa que no tiene la capacidad para realizar dicho
trabajo o que no tiene suficiente tiempo".
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