-Si bien la
tecnología genera avances para mejorar la calidad de vida, muchos temen los
efectos adversos que pueda haber en el empleo; ¿es cierto que los robots vienen
por nuestro trabajo?
-Éste debe ser el temor más difundido referido al avance
tecnológico. Sin embargo, se choca con los datos. En Estados Unidos, por
ejemplo, la cantidad de puestos de trabajo pasó de 31,5 millones en 1939 a
144,6 millones en 2016, un período en que difícilmente pueda argumentarse que
no hubo "automatización". Por otro lado, un informe de la consultora
internacional Deloitte refleja que si bien las nuevas tecnologías modifican la
estructura del empleo, durante los últimos 144 años han sido creadoras netas de
puestos laborales. Algunos tipos de trabajo sin duda mermaron o incluso
desaparecieron, pero esta merma se vio más que compensada por los nuevos
empleos creados gracias a la tecnología.
-Un estudio reveló
que en la Argentina no hay ningún sector de la actividad en el que sea inferior
al 50% la proporción de puestos con probabilidad de ser reemplazados, ¿no
debería preocuparnos eso?
-El dato no lo discuto, pero la pregunta es: ¿qué novedad
nos trae? ¿Desde cuándo el trabajo no tiene riesgo de reemplazo? Para la
persona cuyo trabajo está amenazado no hay diferencia si la amenaza proviene de
un robot, de un inmigrante o, simplemente, de otra persona de su mismo país. La
fórmula "x% del empleo puede ser sustituido" suena a puro amarillismo
para llamar la atención. En un mundo en continuo cambio, como lo es el de la
economía capitalista, nada está asegurado. Nuestro futuro depende de nuestra
capacidad para hacer bien las cosas y adaptarnos al contexto. No veo nada nuevo
bajo el sol.
-¿Qué posición
debería tomar el Estado frente al avance de la automatización?
-Para los temerosos del devenir tecnológico, el gobierno es
el principal responsable de resolver los problemas generados. Yo discrepo de
esa visión. Es que es el Estado -con sus regulaciones y asfixia fiscal- el que
hace que la sustitución del caro empleado por la barata máquina luzca
económicamente beneficiosa. Es lo que Hayek denominó "efecto
Ricardo". A mayor costo de contratar personas, más incentivo para
contratar robots. Además, es el mercado el que, con sus precios libres, indica
a la gente en qué actividades especializarse. Los trabajos amenazados por la
tecnología darán paso, gradual pero armónicamente, a nuevas actividades, y los
individuos irán adaptándose a los cambios de manera espontánea. No debe el
Estado interrumpir este proceso. La mejora tecnológica le permitió a la
humanidad aumentar 40 años la esperanza de vida y multiplicar su ingreso per
cápita. Deberíamos construirle un monumento y fomentar su desarrollo.
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